miércoles, septiembre 06, 2006
Oportunidad perdida
A una horas de que el TEPJF emitió su fallo, AMLO dejó ir la oportunidad más importante de su vida: pasar a la historia como un hombre bien intencionado, grande en el combate y más grande en la derrota.
Ha puesto sobre la mesa la necesidad de realizar y consolidar reformas en favor de los que menos tienen, lo cual es loable. Ha hecho que los más pobres de la sociedad se identifiquen con sus ideales y les dió una causa por la cual luchar. Aún así se le acabaron sus 15 minutos de fama.
Hoy (5 de septiembre de 2006) pudo realizar un acto de grandeza, al aceptar la resolución del Tribunal y continuar su trabajo en favor de los grupos marginados. Pudo reivindicar su imagen ante la ciudadanía y demostrar que de verdad desea el bien de todos. Pudo convocar a sus seguidores a crear una izquierda opositora moderna y trabajar en conjunto con las otras fuerzas políticas por el bien de México. Pudo iniciar la tan ansiada reconciliación nacional. En suma, perdió la oportunidad de ser un estadista sin pasar necesariamente por la Presidencia.
Al parecer, su único móvil es su ambición personal y la de su camarilla. Su interés es destruir para después presentarse como un redentor que ayuda a reconstruir lo que él mismo ayudó a destruir. No busca el bien de México, busca su propio protagonismo.
El costo de sus despropósitos es incalculable. México está herido, dividido, polarizado. cientos de negocios quebrados y miles de personas que han perdido su fuente de ingreso. Y quienes más sufren las consecuencias son los pobres a los que dice defender.
Hoy quedó al frente de un movimiento sin pies ni cabeza, desorientado, sin legitimidad y contrario a los ideales democráticos. Pero sigue aferrado ahí, sin más motivación que su propio interés y su empecinamiento por ocupar un cargo para el que no fue elegido.
No dudo de su inteligencia, dudo de que sea capaz de controlarla. Lástima, hoy se traicionó a sí mismo y perdió la que tal vez sea su última oportunidad de ser grande.
Saludos desde la ciudad de México.
José Ramón Tato Palma