viernes, agosto 18, 2006
¡Bato por Bato!
"¡Soy diputado!", gritó Juan José García Ochoa para evitar que lo quitaran por la fuerza de su intento por colocar un campamento en la entrada principal de la Cámara de Diputados. No tuvo éxito y salió con la ceja partida.
Lo mismo debiera ocurrir con los campamentos montados sobre la vía pública que afectan los derechos de terceros. ¿Qué pasaría si cualquiera de nosotros, simples y mortales ciudadanos, bloqueáramos el acceso a un lugar público o privado, alegando que lo hacemos en ejercicio de nuestro derecho a manifestarnos? Sin duda que con una sola llamada de los afectados, en cuestión de minutos llegaría una o varias patrullas (según la influencia del que llama) y de la misma manera, (o pior), en un santiamén estaríamos no sólo desalojados, sino además detenidos. En ese momento, para evitar que nos retiren por la fuerza, ¿se nos ocurriría acaso gritar como lo hizo el susodicho diputado: ¡Somos ciudadanos!?
Suena hasta ridículo apelar a nuestra condición ciudadana para hacer respetar nuestros derechos, pues hasta ahora el grito de un ciudadano no tiene el mismo peso que el grito de un político, y cuando alguien viola la ley y pisotea los derechos de los demás, el trato debe ser parejo. Los derechos de los ciudadanos no son inferiores a los derechos de los políticos. Los derechos ciudadanos no están subordinados a otros derechos ni a causas mesiánicas.
Esto es lo que están pretendiendo hacer López Obrador (AMLO) y sus huestes: exigen su derecho a manifestarse, a la libertad de expresión, a decir lo que sea, haciendo lo que sea. Se mofan de las instituciones y pretenden legitimar sus ilegales acciones profanando los derechos de todos, argumentando derechos y razones superiores, sin aceptar ni reconocer que si las leyes y las instituciones se derrumban, la única ley que imperará es la de la selva. AMLO y sus seguidores quieren provocar un choque mayúsculo; quieren que los pisen; quieren que alguien se equivoque. Que corra sangre y poder culpar al Gobierno federal por ello. Quieren víctimas inocentes y mártires políticos.
Eso están provocando y eso va a ocurrir. Y la única manera de minimizar las consecuencias de este inevitable e intencional choque es que los ciudadanos, al margen de preferencias políticas, masivamente nos pongamos del lado de la ley y de las instituciones, y exijamos a los políticos que nos representan y a las autoridades que hagan lo necesario para hacer respetar la ley y perseguir a quien la viole, "bato por bato, pandilla por pandilla".
Nadie, por más enojado que esté, puede bloquear una carretera, la vía pública o el acceso a recintos públicos o privados. Si un ciudadano está obligado a cumplir y respetar la ley, con mayor razón un diputado que seguramente participó en el diseño y aprobación de la misma ley que hoy quiere violar (ejemplo: Bando 13). Este conflicto postelectoral nos dirá si la sociedad mexicana, su gobierno y sus instituciones están hechas y preparadas para sostener la vida democrática que hemos construido. Mientras unos se rebelan contra la ley y amenazan con romper la paz social, nos toca a los ciudadanos exigir la aplicación pareja de la ley. Y al poder público le toca probar su eficacia, su capacidad para usar consciente y razonablemente la fuerza para preservar el estado de derecho y los valores de la democracia
.AMLO y sus seguidores quieren hacer creer que usar la fuerza para garantizar el cumplimiento de la ley significa estar en contra de los pobres y oponerse a los ideales expresados por la Coalición por el Bien de todos. Las nobles promesas de sus campañas se están traduciendo en irresponsabilidad, en impunidad y en abuso del fuero y del poder. Hay que felicitar al gobierno de Fox por su intervención para impedir el plantón que se pretendía montar en la entrada del Palacio Legislativo. Falta ahora que con la misma prudencia desalojen las vías públicas y restablezcan los derechos ciudadanos que han sido violados. Que no tiemble la mano. Solamente le están tanteando el agua a los camotes.
Ricardo Elias, El Norte
eliasricardo@prodigy.net.mx
Lo mismo debiera ocurrir con los campamentos montados sobre la vía pública que afectan los derechos de terceros. ¿Qué pasaría si cualquiera de nosotros, simples y mortales ciudadanos, bloqueáramos el acceso a un lugar público o privado, alegando que lo hacemos en ejercicio de nuestro derecho a manifestarnos? Sin duda que con una sola llamada de los afectados, en cuestión de minutos llegaría una o varias patrullas (según la influencia del que llama) y de la misma manera, (o pior), en un santiamén estaríamos no sólo desalojados, sino además detenidos. En ese momento, para evitar que nos retiren por la fuerza, ¿se nos ocurriría acaso gritar como lo hizo el susodicho diputado: ¡Somos ciudadanos!?
Suena hasta ridículo apelar a nuestra condición ciudadana para hacer respetar nuestros derechos, pues hasta ahora el grito de un ciudadano no tiene el mismo peso que el grito de un político, y cuando alguien viola la ley y pisotea los derechos de los demás, el trato debe ser parejo. Los derechos de los ciudadanos no son inferiores a los derechos de los políticos. Los derechos ciudadanos no están subordinados a otros derechos ni a causas mesiánicas.
Esto es lo que están pretendiendo hacer López Obrador (AMLO) y sus huestes: exigen su derecho a manifestarse, a la libertad de expresión, a decir lo que sea, haciendo lo que sea. Se mofan de las instituciones y pretenden legitimar sus ilegales acciones profanando los derechos de todos, argumentando derechos y razones superiores, sin aceptar ni reconocer que si las leyes y las instituciones se derrumban, la única ley que imperará es la de la selva. AMLO y sus seguidores quieren provocar un choque mayúsculo; quieren que los pisen; quieren que alguien se equivoque. Que corra sangre y poder culpar al Gobierno federal por ello. Quieren víctimas inocentes y mártires políticos.
Eso están provocando y eso va a ocurrir. Y la única manera de minimizar las consecuencias de este inevitable e intencional choque es que los ciudadanos, al margen de preferencias políticas, masivamente nos pongamos del lado de la ley y de las instituciones, y exijamos a los políticos que nos representan y a las autoridades que hagan lo necesario para hacer respetar la ley y perseguir a quien la viole, "bato por bato, pandilla por pandilla".
Nadie, por más enojado que esté, puede bloquear una carretera, la vía pública o el acceso a recintos públicos o privados. Si un ciudadano está obligado a cumplir y respetar la ley, con mayor razón un diputado que seguramente participó en el diseño y aprobación de la misma ley que hoy quiere violar (ejemplo: Bando 13). Este conflicto postelectoral nos dirá si la sociedad mexicana, su gobierno y sus instituciones están hechas y preparadas para sostener la vida democrática que hemos construido. Mientras unos se rebelan contra la ley y amenazan con romper la paz social, nos toca a los ciudadanos exigir la aplicación pareja de la ley. Y al poder público le toca probar su eficacia, su capacidad para usar consciente y razonablemente la fuerza para preservar el estado de derecho y los valores de la democracia
.AMLO y sus seguidores quieren hacer creer que usar la fuerza para garantizar el cumplimiento de la ley significa estar en contra de los pobres y oponerse a los ideales expresados por la Coalición por el Bien de todos. Las nobles promesas de sus campañas se están traduciendo en irresponsabilidad, en impunidad y en abuso del fuero y del poder. Hay que felicitar al gobierno de Fox por su intervención para impedir el plantón que se pretendía montar en la entrada del Palacio Legislativo. Falta ahora que con la misma prudencia desalojen las vías públicas y restablezcan los derechos ciudadanos que han sido violados. Que no tiemble la mano. Solamente le están tanteando el agua a los camotes.
Ricardo Elias, El Norte
eliasricardo@prodigy.net.mx
Comments:
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¿Os falta algluna justificación para bloquear?
Quisiera verlos bloqueando toda Insurgentes. ¿Pueden? Pero quisiera anotaran el fundamento, el cual discutiremos.
boni
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Quisiera verlos bloqueando toda Insurgentes. ¿Pueden? Pero quisiera anotaran el fundamento, el cual discutiremos.
boni
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