viernes, diciembre 31, 2021

 

Fantasías del político en turno

López Obrador está convencido de que la ha hecho muy bien y de que, consecuentemente, se merece ser premiado por la Historia, que lo seduce. No se explica de otra forma la "cartita" infantil platicada que, en su mañanera también infantil, les mandó ayer a los Reyes Magos.

 

Les pidió que le cumplan nomás tres deseos para 2022. 1) Que termine la pandemia; 2) Que continúe la grandeza cultural del País, y 3) Que haya menos pobreza.

 

"Este año nos fue mejor, ese es mi balance, que el año pasado, y el que viene va a ser un año todavía más bueno, tengo fe en el porvenir y no hay que perder la esperanza", fantaseó el Presidente.

 

Y escribo "fantasear" porque este año no fue ni tantito bueno, sino todo lo contrario.

 

Bueno, a no ser que AMLO considere como avances los saldos mortales de la criminalidad en aumento y los de la pandemia (ídem), enormes junto a cualquier indicador de años y siglos pasados.

 

Mucho menos se puede hablar de buen año porque, de medio pobre, México se transformó para abajo (por cuarta vez amliana) en un país en quiebra.

 

"Enriquecida" por la Ómicron, la pandemia en su cuarta transformación seguirá infectando y matando mexicanos explosivamente. La fortaleza cultural de México, pregonada por un Presidente que confiesa odiar a Vargas Llosa porque "es de derecha" (qué asco, un fuchi al fifí hispano-peruano), no hizo nada por nosotros en el 2021 y nada indica que lo haga en el año que empieza mañana con las peores expectativas, todas mortales, desculturizadoras y empobrecedoras.

 

Claro, al feliz dueño de "La Chingada" en Chiapas, y Presidente de México, le vale que sus deseos de cartita de niño pobre se cumplan o no se cumplan, mientras se le cumpla su anhelo de liquidar al INE, por la buena o por la mala, que pretende cancelarle su sueño imposible de ser ratificado y ungido como salvador de la Patria.

 

Eso es lo que Andrés Manuel busca a través del tortuoso expediente de promover, si fuera necesaria, la revocación del mandato presidencial, para lo que sí habría causa o causas en su pésima actuación que tiene a los mexicanos enfermos, desculturizados y miserables.

 

Pero AMLO es ficcionista y, aparentemente, multipolar, pues en sus delirios ve buena la situación que, a tres años, de su ungimiento, priva en México que, de ninguna manera, puede calificarse como buena y menos esperar que lo que sigue sea mejor, pues la pobreza sigue en aumento, igual que la desculturización hackeadora y la mortífera pandemia.

 

Eso si sólo consideramos los tres deseos multipolares del Presidente, que manejó mal la pandemia, ha fomentado la división de los mexicanos enfrentándolos por clases sociales y ha enriquecido la pobreza sin reducirla.

 

Eso y sus tres obsesiones faraónicas: su tren maya, su refinería y su aeropuerto militar militarizado, las tres costosas inversiones que, a su inutilidad, agregarán costos monstruosos que han hipotecado el erario o sea el pueblo, al que AMLO mañosamente dedica estas obras que construirá en su propio homenaje.

 

Además, ha apachurrado la esencia democrática, regresado a México al nocivo culto presidencial; ha alejado la inversión extranjera, que no volverá, pues sobran oportunidades de inversión en otras partes; ha abierto las fronteras a migrantes ilegales, curiosamente para darle gusto a su colega Biden (católico de derecha, otro fuchi, hubiera dicho antes el tabasqueño), y ha militarizado perceptiblemente al Gobierno, lo que todos en México sabemos que es tan peligroso como la pandemia.

 

Y siga usted contando, que hay más.

 

Felipe Díaz Garza

El Norte, 31 diciembre 2021

 

 


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