jueves, diciembre 05, 2019

 

Chocolates amargos

"No importa que andemos desnudos.

No importa que no tengamos

ni para comer. Aquí se trata

de salvar la revolución".

Hugo Chávez

Un amigo venezolano estaba feliz. Durante un año había tratado de ganarse la vida en Caracas vendiendo chocolates que él mismo produce con una calidad excepcional; y lo sé, porque los he probado. La venta, sin embargo, resultó casi imposible en un mercado tan deprimido como el venezolano. Había meses en que no lograba vender un solo chocolate.

 

Hace unos días mi amigo pareció tener un golpe de suerte. A pesar de las dificultades para encontrar empleo en Venezuela, uno de los principales hoteles de Caracas le ofreció un trabajo formal como asistente de la chef pastelera. El problema es que le ofrecieron un salario de 460,000 bolívares al mes, unos 20 dólares al tipo de cambio de ayer (0.000044 dólares por bolívar, cuex.com), menos de 400 pesos al mes, por un trabajo de 10 horas diarias y seis días a la semana.

 

Es verdad que algunos precios en Venezuela son inferiores a los de México, pero otros no. Los 20 dólares al mes son simplemente insuficientes. La empresa proporciona transporte para que sus empleados puedan llegar al hotel a un costo de solo 10 dólares al mes, pero esto significa que al chocolatero le quedarán solo 10 dólares para sus gastos.

 

Y mi amigo no está tan mal como otros. El salario mínimo pasó de 4,500 bolívares el 1o. de diciembre de 2018 a 18,000 el 14 de enero, 40,000 el 1o. de mayo y 150,000 el 15 de octubre, que es el nivel que hoy rige. Este es un ingreso de 6.60 dólares al mes. A esto, los trabajadores de la economía formal pueden sumar un "bono de alimentación", o "cesta ticket", que deben pagar las empresas -lo cual castiga la creación de empleo formal- y que el pasado 15 de octubre subió de 25 mil a 150 mil bolívares al mes. Pero este bono solo añade otros 6.60 dólares a los salarios.

 

¿Qué tanto poder de compra tienen estos salarios en Venezuela? Los precios son muy cambiantes en una economía que cerrará este año, según el FMI, con una inflación de 200,000 por ciento; pero el portal Expatistan.com, que hace comparaciones internacionales, señala que un menú del día en la zona más cara de la ciudad cuesta 74,146 bolívares, una porción de 500 gramos de pechuga de pollo 19,557 bolívares, un litro de leche entera 12,710 bolívares y una docena de huevos grandes 21,278 bolívares. El alquiler de un apartamento amueblado de 85 metros cuadrados en una zona de clase media es de 3.6 millones de bolívares mensuales y los costos de electricidad y agua de dos personas en ese apartamento ascienden a 320,076 bolívares.

 

Ante esta situación no sorprende que el Banco Central de Venezuela haya dejado de publicar información sobre la economía desde 2015 y hasta mayo de este 2019, cuando súbitamente anunció que la economía del país se había contraído 52.3 por ciento entre 2013, cuando Nicolás Maduro tomó el poder, y 2018. Estas cifras oficiales, sin embargo, son consideradas demasiado optimistas por los economistas independientes. Venezuela ha pasado de ser uno de los países más ricos a uno de los más pobres de Latinoamérica.

 

Es verdad que los gobiernos logran popularidad cuando reparten dinero en dádivas a los ciudadanos; esto lo hizo Hugo Chávez y la política la continuó Maduro. No obstante, si todo el esfuerzo de un país se dedica a repartir y nada a producir, el resultado es la tragedia humana que hoy sufre Venezuela. Los sueldos alcanzan hoy para tan poco que ni siquiera alguien dispuesto a trabajar 10 horas diarias y seis días a la semana, como mi amigo el chocolatero, puede lograr un sustento digno.

 

· DESDE PALACIO

La orden de congelar la iniciativa de Napoleón Gómez Urrutia que prohibiría el outsourcing debe haber llegado de Palacio Nacional. No están las circunstancias del país como para asestar otro golpe a la inversión productiva.

 

Sergio Sarmiento


Comments: Publicar un comentario



<< Home

This page is powered by Blogger. Isn't yours?