domingo, abril 08, 2012
Debilidad democrática
Confieso: no me ha gustado hasta el momento ninguna de las propuestas de los candidatos para encabezar la Presidencia de la República el 1 de diciembre. Me parecen posiciones e ideas cuidadas y poco realistas de lo que harán si llegan al poder federal.
Dado que el respaldo y aprobación al Presidente Calderón sigue siendo superior al 50 por ciento y que la mayoría de los ciudadanos en general no consideran negativo que el Gobierno enfrente a la delincuencia organizada, los candidatos difícilmente propondrán otra cosa en este tema o atacarán al Presidente en relación a su estrategia seguida.
Por consiguiente, el actual ambiente electoral no permite revelar de qué está hechos realmente cada uno de los contendientes a gobernarnos. No sabemos nada de cómo enfrentarán una crisis social o económica, o de qué forma tomarán decisiones, ni qué valores y principios ostentan para diseñar mejores políticas públicas, o cuál es su verdadera vocación en el servicio público.
Y es que a pesar de los avances en material jurídico-electoral, el síntoma es el mismo. Miedo y temor a perder adeptos en una sociedad que no tiene plena libertad para poder decidir por sus propios medios y sin favores, dádivas o promesas infundadas al candidato o candidata que mejor refleje su aspiración ciudadana.
Así, los cuatro candidatos en la contienda presidencial no darán mensajes atrevidos ni polémicos que nos den pistas sobre qué realmente piensan o creen. Cuidarán las giras, los mensajes, los saludos, las fotos, los videos y los poquísimos debates que hagan al máximo y se quedarán en la cómoda posición de no arriesgar.
En México nos hacen falta candidatos que nos hablen con la verdad, que tengan el liderazgo y la fortaleza de advertir nuestras fallas como sociedad y nuestra fuerza para salir adelante, que nos digan que este país es poco competitivo en áreas como la educación, el mercado laboral, la facilidad para emprender.
Faltan candidatos que nos digan que cuesta mucho el Gobierno y que no hay transparencia ni plena rendición de cuentas de la efectividad del gasto público, que los gobernadores no saben cómo están gobernando y que muchos estados están en quiebra técnica.
Por ejemplo, en este país se hace necesario entender que la estructura impositiva sin un impuesto al valor agregado generalizado es un queso gruyer que aprovechan miles de mexicanos para evadir la responsabilidad de facturar y de pagar el IVA adecuadamente.
Recientemente, un estudio llevado a cabo por estudiantes de maestría en Administración Pública y Política Pública de la EGAP del Tecnológico de Monterrey arrojó que el impacto de generalizar el IVA a medicinas y alimentos impactaría en menos de 35 pesos mensuales a la población del más bajo ingreso.
Lo anterior, revela el estudio, requeriría una transferencia a ese segmento de la población del orden de mil 700 millones de pesos para no afectarlos, pero lograría por el otro lado un aumento en la recaudación de más de 170 mil millones de pesos.
Una solución económica tan eficiente como ésta es indudable que tendría adeptos. Sin embargo, nuestros políticos no quieren perder terreno en un tema que no se les facilita como lo es la economía o la forma en que todos como sociedad debamos contribuir mejor y con mayor eficiencia y honestidad con el erario.
Tampoco escucharemos formas de hacer más eficiente al Gobierno federal.
El candidato de izquierda (AMLO) comentó que bajaría el sueldo del Presidente y de los Secretarios y directores generales a un nivel que le permitirá liberar recursos fiscales suficientes para invertirlos en la gente. De nueva cuenta, como cuando lo dijo hace más de seis años, su argumento se desmorona pues el monto no superaría los 960 millones de pesos anuales. Esto suponiendo que les quite en promedio 100 mil pesos al mes a unos 800 funcionarios del más alto nivel del Gobierno federal.
Por qué no nos dice que para lograr un objetivo mayor lucharía por bajar el sueldo del grueso de la burocracia. Sí, de los empleados sindicalizados, de la que paga Pemex, CFE, el Seguro Social o la Secretaría de Educación, entre otras.
Si hacemos el ejercicio completo y a los 3 millones de servidores públicos en nómina actualmente les redujeran el salario en unos 2 mil 500 pesos al mes, ¡el erario público federal tendría a favor más de 90 mil millones de pesos en un año! Ahí sí pudiera quizás generarle al País recursos sin aumentar impuestos. Esto sí sería una política pública clara que beneficiaría a la población pues estos recursos se podrían destinar a fortalecer el gasto social o de infraestructura que tanto requiere el País.
Por supuesto no lo hace porque son más de 3 millones de servidores públicos, los cuales tienen credencial de elector y generalmente votan.
Faltan sólo 84 días para la elección. Espero que no sigamos escuchando mensajes vacíos y poco realistas de lo que México necesita para aspirar a un gobierno mejor.
Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com
Dado que el respaldo y aprobación al Presidente Calderón sigue siendo superior al 50 por ciento y que la mayoría de los ciudadanos en general no consideran negativo que el Gobierno enfrente a la delincuencia organizada, los candidatos difícilmente propondrán otra cosa en este tema o atacarán al Presidente en relación a su estrategia seguida.
Por consiguiente, el actual ambiente electoral no permite revelar de qué está hechos realmente cada uno de los contendientes a gobernarnos. No sabemos nada de cómo enfrentarán una crisis social o económica, o de qué forma tomarán decisiones, ni qué valores y principios ostentan para diseñar mejores políticas públicas, o cuál es su verdadera vocación en el servicio público.
Y es que a pesar de los avances en material jurídico-electoral, el síntoma es el mismo. Miedo y temor a perder adeptos en una sociedad que no tiene plena libertad para poder decidir por sus propios medios y sin favores, dádivas o promesas infundadas al candidato o candidata que mejor refleje su aspiración ciudadana.
Así, los cuatro candidatos en la contienda presidencial no darán mensajes atrevidos ni polémicos que nos den pistas sobre qué realmente piensan o creen. Cuidarán las giras, los mensajes, los saludos, las fotos, los videos y los poquísimos debates que hagan al máximo y se quedarán en la cómoda posición de no arriesgar.
En México nos hacen falta candidatos que nos hablen con la verdad, que tengan el liderazgo y la fortaleza de advertir nuestras fallas como sociedad y nuestra fuerza para salir adelante, que nos digan que este país es poco competitivo en áreas como la educación, el mercado laboral, la facilidad para emprender.
Faltan candidatos que nos digan que cuesta mucho el Gobierno y que no hay transparencia ni plena rendición de cuentas de la efectividad del gasto público, que los gobernadores no saben cómo están gobernando y que muchos estados están en quiebra técnica.
Por ejemplo, en este país se hace necesario entender que la estructura impositiva sin un impuesto al valor agregado generalizado es un queso gruyer que aprovechan miles de mexicanos para evadir la responsabilidad de facturar y de pagar el IVA adecuadamente.
Recientemente, un estudio llevado a cabo por estudiantes de maestría en Administración Pública y Política Pública de la EGAP del Tecnológico de Monterrey arrojó que el impacto de generalizar el IVA a medicinas y alimentos impactaría en menos de 35 pesos mensuales a la población del más bajo ingreso.
Lo anterior, revela el estudio, requeriría una transferencia a ese segmento de la población del orden de mil 700 millones de pesos para no afectarlos, pero lograría por el otro lado un aumento en la recaudación de más de 170 mil millones de pesos.
Una solución económica tan eficiente como ésta es indudable que tendría adeptos. Sin embargo, nuestros políticos no quieren perder terreno en un tema que no se les facilita como lo es la economía o la forma en que todos como sociedad debamos contribuir mejor y con mayor eficiencia y honestidad con el erario.
Tampoco escucharemos formas de hacer más eficiente al Gobierno federal.
El candidato de izquierda (AMLO) comentó que bajaría el sueldo del Presidente y de los Secretarios y directores generales a un nivel que le permitirá liberar recursos fiscales suficientes para invertirlos en la gente. De nueva cuenta, como cuando lo dijo hace más de seis años, su argumento se desmorona pues el monto no superaría los 960 millones de pesos anuales. Esto suponiendo que les quite en promedio 100 mil pesos al mes a unos 800 funcionarios del más alto nivel del Gobierno federal.
Por qué no nos dice que para lograr un objetivo mayor lucharía por bajar el sueldo del grueso de la burocracia. Sí, de los empleados sindicalizados, de la que paga Pemex, CFE, el Seguro Social o la Secretaría de Educación, entre otras.
Si hacemos el ejercicio completo y a los 3 millones de servidores públicos en nómina actualmente les redujeran el salario en unos 2 mil 500 pesos al mes, ¡el erario público federal tendría a favor más de 90 mil millones de pesos en un año! Ahí sí pudiera quizás generarle al País recursos sin aumentar impuestos. Esto sí sería una política pública clara que beneficiaría a la población pues estos recursos se podrían destinar a fortalecer el gasto social o de infraestructura que tanto requiere el País.
Por supuesto no lo hace porque son más de 3 millones de servidores públicos, los cuales tienen credencial de elector y generalmente votan.
Faltan sólo 84 días para la elección. Espero que no sigamos escuchando mensajes vacíos y poco realistas de lo que México necesita para aspirar a un gobierno mejor.
Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com
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Lamentablemente tenemos una partidocracia, una democracia muy débil. Los partidos políticos viven del Erario, y cuando alguno obtiene una posición de poder, de cualquier nivel, reparte los puestos (huesos) entre sus correligionarios (amigos). Disminuir el tamaño de la burocracia va en contra de los intereses partidistas, no tienen incentivos para hacerlo. Por eso se ve más falso a aquel que dice que combatirá la corrupción y bajará sueldos a funcionarios, pero las cifras no cuadran.