lunes, diciembre 05, 2011
¿De izquierda? (no, vil populismo)
"Nuestra pobreza puede medirse por el número y suntuosidad de las fiestas populares". Octavio Paz
¿Qué es un gobierno de izquierda? Supongo que es uno en que los gobernantes hacen cuando menos el esfuerzo por reducir la pobreza y mejorar la distribución de la riqueza. Un régimen que derrocha el dinero público en fiestas y circo, y que toma medidas para empobrecer a los más pobres, no puede ser de izquierda. Por eso estoy convencido de que el actual Gobierno perredista del Distrito Federal no lo es.
Ayer la Administración de Marcelo Ebrard presentó un concierto "gratuito" de la cantante estadounidense Britney Spears en el Monumento a la Revolución. Poco tiene de progresista este espectáculo, pero además el contrato firmado con la intérprete ha sido clasificado como confidencial. Algo quiere ocultar el Gobierno que no desea que los contribuyentes que deben pagar los costos se enteren de las condiciones en que se contrató el espectáculo. Difícilmente es ésta una medida de un Gobierno de izquierda.
La tarde y noche del sábado se inauguraron también una pista de hielo, un gigantesco árbol de Navidad (un símbolo religioso) y adornos iluminados en el Zócalo de la Ciudad de México. Para el espectáculo inaugural se cerró a la circulación de vehículos en el primer cuadro del centro de la Ciudad.
Ayer domingo, además del cierre por la mañana del Paseo de la Reforma para el ya habitual paseo en bicicleta, y de clausuras adicionales en Reforma y el segundo piso del Periférico para la realización de carreras deportivas, se mantuvo cerrada Reforma por la tarde para un desfile de carros alegóricos. Se colocaron además en el paseo una serie de nacimientos, expresión fundamental de la fe católica en las fiestas navideñas.
Mientras esto ocurre, el Gobierno de la ciudad mantiene un proceso en los tribunales para defender su Norma 29. Ésta prohíbe la instalación de supermercados o tiendas de conveniencia en las zonas más pobres de la ciudad. El argumento ostensible es el de proteger los márgenes de ganancia de los mercados públicos y mercados sobre ruedas, que ya reciben subsidios y tratos preferenciales del Gobierno, como el poder instalarse en las calles (un ejemplo típico de privatización de un bien público para beneficio privado). La razón de fondo es obtener el voto y la movilización de los locatarios y beneficiarios de estas concesiones en los comicios del 2012.
La consecuencia económica natural de esta Norma 29 es la de condenar a las personas más pobres de la Ciudad a pagar más por los productos que consumen o a tener que transportarse largas distancias, con el costo que esto implica, para tener acceso a productos con mejor precio o calidad. Además se impide la realización de nuevas inversiones y la creación de nuevos empleos. Los proyectos de nuevos comercios tendrán que concentrarse en las zonas más prósperas de la capital, donde ya hay abundancia de ellos, o tendrán que trasladarse al Estado de México.
Un Gobierno que utiliza los recursos públicos para fiestas, adornos y conciertos, y que prohíbe las inversiones productivas que puedan generar un mejor nivel de vida entre la población, no puede ser considerado de izquierda. Se trata, en el mejor de los casos, de un régimen populista, y en el peor de uno de derecha. Lo curioso es que el propio Marcelo Ebrard y sus funcionarios afirman constantemente pertenecer a un Gobierno de izquierda. Lo que les interesa es el nombre, que consideran políticamente rentable, porque las políticas de izquierda en realidad brillan por su ausencia.
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
¿Qué es un gobierno de izquierda? Supongo que es uno en que los gobernantes hacen cuando menos el esfuerzo por reducir la pobreza y mejorar la distribución de la riqueza. Un régimen que derrocha el dinero público en fiestas y circo, y que toma medidas para empobrecer a los más pobres, no puede ser de izquierda. Por eso estoy convencido de que el actual Gobierno perredista del Distrito Federal no lo es.
Ayer la Administración de Marcelo Ebrard presentó un concierto "gratuito" de la cantante estadounidense Britney Spears en el Monumento a la Revolución. Poco tiene de progresista este espectáculo, pero además el contrato firmado con la intérprete ha sido clasificado como confidencial. Algo quiere ocultar el Gobierno que no desea que los contribuyentes que deben pagar los costos se enteren de las condiciones en que se contrató el espectáculo. Difícilmente es ésta una medida de un Gobierno de izquierda.
La tarde y noche del sábado se inauguraron también una pista de hielo, un gigantesco árbol de Navidad (un símbolo religioso) y adornos iluminados en el Zócalo de la Ciudad de México. Para el espectáculo inaugural se cerró a la circulación de vehículos en el primer cuadro del centro de la Ciudad.
Ayer domingo, además del cierre por la mañana del Paseo de la Reforma para el ya habitual paseo en bicicleta, y de clausuras adicionales en Reforma y el segundo piso del Periférico para la realización de carreras deportivas, se mantuvo cerrada Reforma por la tarde para un desfile de carros alegóricos. Se colocaron además en el paseo una serie de nacimientos, expresión fundamental de la fe católica en las fiestas navideñas.
Mientras esto ocurre, el Gobierno de la ciudad mantiene un proceso en los tribunales para defender su Norma 29. Ésta prohíbe la instalación de supermercados o tiendas de conveniencia en las zonas más pobres de la ciudad. El argumento ostensible es el de proteger los márgenes de ganancia de los mercados públicos y mercados sobre ruedas, que ya reciben subsidios y tratos preferenciales del Gobierno, como el poder instalarse en las calles (un ejemplo típico de privatización de un bien público para beneficio privado). La razón de fondo es obtener el voto y la movilización de los locatarios y beneficiarios de estas concesiones en los comicios del 2012.
La consecuencia económica natural de esta Norma 29 es la de condenar a las personas más pobres de la Ciudad a pagar más por los productos que consumen o a tener que transportarse largas distancias, con el costo que esto implica, para tener acceso a productos con mejor precio o calidad. Además se impide la realización de nuevas inversiones y la creación de nuevos empleos. Los proyectos de nuevos comercios tendrán que concentrarse en las zonas más prósperas de la capital, donde ya hay abundancia de ellos, o tendrán que trasladarse al Estado de México.
Un Gobierno que utiliza los recursos públicos para fiestas, adornos y conciertos, y que prohíbe las inversiones productivas que puedan generar un mejor nivel de vida entre la población, no puede ser considerado de izquierda. Se trata, en el mejor de los casos, de un régimen populista, y en el peor de uno de derecha. Lo curioso es que el propio Marcelo Ebrard y sus funcionarios afirman constantemente pertenecer a un Gobierno de izquierda. Lo que les interesa es el nombre, que consideran políticamente rentable, porque las políticas de izquierda en realidad brillan por su ausencia.
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
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La izquierda, una verdadera izquierda progresista, no existe en México. Esa que se auto llama como izquierda e incluso se auto califican de progresistas, no son más que populistas. Y en muchos casos comunistas resentidos. O en el mejor de los casos románticos tontos. La subsidiariedad de un Estado todo poderoso nunca terminará con la pobreza, al contrario, la profundiza como se ha comprobado tanto en México como en muchos países. Repartir la poca riqueza existente para tranquilizar conciencias no es progreso. Sentar las bases del crecimiento económico, de la generación de más riqueza, eso si es ser progresista.