sábado, septiembre 18, 2010
Mitos y mentiras de la historia oficial mexicana
Mito. Con el movimiento insurgente del 16 de septiembre de 1810 inicia la gesta de la Independencia que culmina en 1821.
Falso. El cura Hidalgo fue aprehendido, excomulgado y decapitado antes de concluir un año del movimiento. Las tropas realistas eliminaron toda resistencia. Agustín de Iturbide, represor del movimiento insurgente, pactó la Independencia con el virrey O'Donojú el 24 de agosto de 1821. No hubo continuidad alguna. La mejor evidencia es la posterior coronación del propio Iturbide como emperador de México.
Mentira. Estados Unidos auspició la separación de Texas y, posteriormente, la anexó.
O más bien, verdad a medias. La independencia de Texas tuvo motivaciones y agravios reales. Los texanos exigieron desde 1833 su separación del estado de Coahuila y su reconocimiento como un estado más de la República Mexicana. Se negaban, además, a convertirse universalmente al catolicismo como lo exigía el Gobierno federal. Sus reclamos, por una parte, jamás fueron oídos. Y por la otra, el Gobierno nacional era prácticamente inexistente. Los presidentes subían y caían por periodos de meses que no de años (50 gobiernos en 30 años de independencia).
Mito. La caída del Segundo Imperio y la ejecución de Maximiliano el 19 de junio de 1867 fueron una victoria de las guerrillas mexicanas, cuyo antecedente más importante fue la batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862.
Falso. Tras la derrota de Puebla, el ejército francés se reagrupa, no vuelve a perder una batalla y su ofensiva culmina con la coronación de Maximiliano I Emperador de México, el 10 de abril de 1864. Pero el contexto internacional cambia drásticamente. En 1867 los federalistas ganan la guerra de secesión en Estados Unidos y se aprestan para apoyar a Benito Juárez con armas y recursos. Mientras tanto, Napoleón III debe enfrentar la unificación de Alemania y decide el regreso de las tropas francesas, que inicia a principios de 1866. Con la retirada del ejército francés, el avance de las fuerzas republicanas se vuelve incontenible y Benito Juárez entra a la Ciudad de México el 15 de julio de 1867. Sin esos dos factores, el fin de la guerra estadounidense y la retirada francesa, el desenlace hubiera sido otro.
Mentira conservadora. Benito Juárez se propuso aniquilar al catolicismo.
Juárez jamás renegó de la fe católica. Las leyes de reforma tuvieron un objetivo esencial: fundar y conservar la separación del Estado y de la Iglesia católica. De ahí la institucionalización del matrimonio civil, como un contrato ante el Estado, y la Ley Orgánica del Registro Civil para consignar nacimientos y defunciones. Y, lo más importante, la ley de libertad de cultos que garantiza a toda persona la libertad de elegir y practicar el credo que desee. Avance fundamental respecto del Plan de Iguala de Iturbide que declaraba al catolicismo religión oficial y de los Sentimientos de la Nación de Morelos: "Que la religión católica sea la única, sin tolerancia de otras". En suma, sin las leyes de reforma, México no habría entrado a la modernidad. Mérito indiscutible de Benito Juárez.
Mentira liberal. Benito Juárez, a diferencia de los conservadores que impulsaron el Segundo Imperio, jamás negoció la integridad territorial de México.
Los tratados de McLane-Ocampo contenían una serie de cláusulas que atentaban contra la soberanía nacional. Cedían en perpetuidad a Estados Unidos el derecho de tránsito por el istmo de Tehuantepec, de uno a otro mar. Convenían que ambas repúblicas protegerían todas las rutas existentes o por existir en dicho istmo. Establecían que si el Estado mexicano fuese incompetente para mantener la protección de bienes y personas, bastaría con que las autoridades federales o locales solicitaran la presencia de las fuerzas estadounidenses para que intervinieran y preservaran el orden. Como bien se sabe, el Tratado nunca fue aprobado porque lo rechazó el Senado de Estados Unidos. La guerra civil estaba por estallar y un acuerdo de esa naturaleza habría fortalecido a los estados sureños. Pero eso no cambia lo esencial. Juárez lo impulsó y lo aprobó con el objetivo de derrotar a los conservadores.
Mentira. El porfiriato fue una dictadura que impidió el progreso económico, social y político de México.
La tesis no se sostiene. La pax porfiriana no fue perfecta, pero comparada con la anarquía de la primera mitad del siglo 19 tuvo enormes ventajas para el desarrollo y la estabilidad. El desarrollo de la red ferroviaria, por ejemplo. Desde el punto de vista político, y a la luz de la guerra civil entre liberales y conservadores, cabe preguntarse si otro régimen, democrático y abierto, hubiese sido de verdad viable. La satanización del porfiriato carece de sentido en el contexto de la pérdida de más de 2 millones de kilómetros cuadrados y de las intervenciones recurrentes de Europa y Estados Unidos en México. Porfirio Díaz logró la consolidación del Estado y mantuvo la integridad territorial. Lo que no era poca cosa.
Mito. La Revolución Mexicana arrasó con la dictadura porfirista e instauró el sufragio efectivo, la no reelección y la justicia social.
Falso. No hubo una revolución mexicana, sino varios movimientos revolucionarios con valores encontrados. Zapata se levantó en armas contra Madero a las dos semanas de su toma de posesión. El golpe militar de Huerta terminó con la revolución maderista. Hubieron de pasar casi 80 años para que el sufragio efectivo fuese realidad y no una formalidad. El priato, como el porfiriato, tuvo sus méritos, pero no se puede decir que la democracia y el "desarrollo político" hayan sido sus aportaciones fundamentales.
Falso. El cura Hidalgo fue aprehendido, excomulgado y decapitado antes de concluir un año del movimiento. Las tropas realistas eliminaron toda resistencia. Agustín de Iturbide, represor del movimiento insurgente, pactó la Independencia con el virrey O'Donojú el 24 de agosto de 1821. No hubo continuidad alguna. La mejor evidencia es la posterior coronación del propio Iturbide como emperador de México.
Mentira. Estados Unidos auspició la separación de Texas y, posteriormente, la anexó.
O más bien, verdad a medias. La independencia de Texas tuvo motivaciones y agravios reales. Los texanos exigieron desde 1833 su separación del estado de Coahuila y su reconocimiento como un estado más de la República Mexicana. Se negaban, además, a convertirse universalmente al catolicismo como lo exigía el Gobierno federal. Sus reclamos, por una parte, jamás fueron oídos. Y por la otra, el Gobierno nacional era prácticamente inexistente. Los presidentes subían y caían por periodos de meses que no de años (50 gobiernos en 30 años de independencia).
Mito. La caída del Segundo Imperio y la ejecución de Maximiliano el 19 de junio de 1867 fueron una victoria de las guerrillas mexicanas, cuyo antecedente más importante fue la batalla de Puebla el 5 de mayo de 1862.
Falso. Tras la derrota de Puebla, el ejército francés se reagrupa, no vuelve a perder una batalla y su ofensiva culmina con la coronación de Maximiliano I Emperador de México, el 10 de abril de 1864. Pero el contexto internacional cambia drásticamente. En 1867 los federalistas ganan la guerra de secesión en Estados Unidos y se aprestan para apoyar a Benito Juárez con armas y recursos. Mientras tanto, Napoleón III debe enfrentar la unificación de Alemania y decide el regreso de las tropas francesas, que inicia a principios de 1866. Con la retirada del ejército francés, el avance de las fuerzas republicanas se vuelve incontenible y Benito Juárez entra a la Ciudad de México el 15 de julio de 1867. Sin esos dos factores, el fin de la guerra estadounidense y la retirada francesa, el desenlace hubiera sido otro.
Mentira conservadora. Benito Juárez se propuso aniquilar al catolicismo.
Juárez jamás renegó de la fe católica. Las leyes de reforma tuvieron un objetivo esencial: fundar y conservar la separación del Estado y de la Iglesia católica. De ahí la institucionalización del matrimonio civil, como un contrato ante el Estado, y la Ley Orgánica del Registro Civil para consignar nacimientos y defunciones. Y, lo más importante, la ley de libertad de cultos que garantiza a toda persona la libertad de elegir y practicar el credo que desee. Avance fundamental respecto del Plan de Iguala de Iturbide que declaraba al catolicismo religión oficial y de los Sentimientos de la Nación de Morelos: "Que la religión católica sea la única, sin tolerancia de otras". En suma, sin las leyes de reforma, México no habría entrado a la modernidad. Mérito indiscutible de Benito Juárez.
Mentira liberal. Benito Juárez, a diferencia de los conservadores que impulsaron el Segundo Imperio, jamás negoció la integridad territorial de México.
Los tratados de McLane-Ocampo contenían una serie de cláusulas que atentaban contra la soberanía nacional. Cedían en perpetuidad a Estados Unidos el derecho de tránsito por el istmo de Tehuantepec, de uno a otro mar. Convenían que ambas repúblicas protegerían todas las rutas existentes o por existir en dicho istmo. Establecían que si el Estado mexicano fuese incompetente para mantener la protección de bienes y personas, bastaría con que las autoridades federales o locales solicitaran la presencia de las fuerzas estadounidenses para que intervinieran y preservaran el orden. Como bien se sabe, el Tratado nunca fue aprobado porque lo rechazó el Senado de Estados Unidos. La guerra civil estaba por estallar y un acuerdo de esa naturaleza habría fortalecido a los estados sureños. Pero eso no cambia lo esencial. Juárez lo impulsó y lo aprobó con el objetivo de derrotar a los conservadores.
Mentira. El porfiriato fue una dictadura que impidió el progreso económico, social y político de México.
La tesis no se sostiene. La pax porfiriana no fue perfecta, pero comparada con la anarquía de la primera mitad del siglo 19 tuvo enormes ventajas para el desarrollo y la estabilidad. El desarrollo de la red ferroviaria, por ejemplo. Desde el punto de vista político, y a la luz de la guerra civil entre liberales y conservadores, cabe preguntarse si otro régimen, democrático y abierto, hubiese sido de verdad viable. La satanización del porfiriato carece de sentido en el contexto de la pérdida de más de 2 millones de kilómetros cuadrados y de las intervenciones recurrentes de Europa y Estados Unidos en México. Porfirio Díaz logró la consolidación del Estado y mantuvo la integridad territorial. Lo que no era poca cosa.
Mito. La Revolución Mexicana arrasó con la dictadura porfirista e instauró el sufragio efectivo, la no reelección y la justicia social.
Falso. No hubo una revolución mexicana, sino varios movimientos revolucionarios con valores encontrados. Zapata se levantó en armas contra Madero a las dos semanas de su toma de posesión. El golpe militar de Huerta terminó con la revolución maderista. Hubieron de pasar casi 80 años para que el sufragio efectivo fuese realidad y no una formalidad. El priato, como el porfiriato, tuvo sus méritos, pero no se puede decir que la democracia y el "desarrollo político" hayan sido sus aportaciones fundamentales.
Jaime Sánchez Susarrey
+++++++++++++++++++++++++++++++
Para poder solucionar nuestros problemas presentes es imprescindible que conozcamos sus causas raíz. Causas que se encuentran en decisiones pasadas. Si no conocemos, entendemos, la realidad de nuestra historia, eliminando mitos y mentiras que bloquean la toma de decisiones, los cambios en el presente, no podremos implementar las soluciones que corrijan nuestra situación actual.