viernes, octubre 16, 2009

 

La parábola de los medidores

La lectura de los medidores de luz revela los rasgos más característicos de la operación de Luz y Fuerza.

Cientos de miles habitantes de las entidades en las que operaba Luz y Fuerza del Centro tienen historias que involucran las impresionantes deficiencias del servicio.

Cobros excesivos que no había manera de aclarar; negativa a ofrecer el servicio legalmente a cambio de "colgar" a quien lo solicitaba por una "módica" suma; equipos dañados por las fluctuaciones del voltaje; necesidad de elevadas inversiones para protegerse de los apagones y un larguísimo etcétera.

Pero hay un caso que pinta de cuerpo entero la forma en la que estaban organizados la empresa y su sindicato. Se trata de los lectores de los medidores.

A diferencia de lo que sucede en otros lugares del mundo y lo que hacen otras empresas en México, Luz y Fuerza mantenía el esquema de lectura física de los medidores.

Hay sistemas automatizados que hacen más eficiente y precisa la medición del consumo, pero instrumentarlos implicaría la pérdida de plazas... y de un negocio extraordinario.

Modernizar la lectura significaría la eliminación de fuertes rentas. Le explico.

Resulta que los pagos de quienes tomaban lecturas estaban sujetos al número de medidores leídos.

Eso dio lugar al surgimiento de auténticos cacicazgos, corrupción y subcontratación.

Un ex directivo de la empresa contaba el caso de la Unidad El Rosario, en el norte de la Ciudad de México, que es considerada por algunos como la unidad habitacional más grande de América Latina, con más de 15 mil viviendas.

Había un número muy pequeño de personas (a veces uno solo) que era el encargado de tomar las lecturas de todos esos medidores. Y como físicamente era imposible hacerlo, entonces surgía el negocio de la "subcontratatación de la lectura"... en caso de que hubiera lectura.

El resultado es que algunos lectores de medidores, función para la que no se requiere más allá de la secundaria, resultaban ¡los empleados mejor pagados de toda la empresa!

Esos eran Luz y Fuerza del Centro y el SME.

Entonces, ¿cómo es posible que -de acuerdo con la encuesta de EL NORTE realizada esta semana en el Distrito Federal- sólo el 50 por ciento de la gente esté de acuerdo con la extinción de la empresa y que el 37 por ciento lo desapruebe?

Una de las razones de más peso, ya se lo comentamos, es que no sólo el sindicato se beneficiaba de los esquemas arcaicos de Luz y Fuerza del Centro.

No existe una estadística confiable respecto al número de "colgados", es decir, de casas o negocios que tienen puestos diablitos. Pero no es exagerado decir que pueden ser cientos de miles.

Se trata de asentamientos irregulares; de vendedores en vía pública; de empresas y unidades establecidas que habían llegado a "acuerdos" con personal del SME para hacer conexiones especiales. Y a eso súmele los esquemas de corrupción asociados a la lecturas de los medidores y tendrá la explicación de por qué hay muchos que se sienten afectados por la extinción de la empresa.

La asistencia a una marcha como la de ayer por la tarde en la Ciudad de México se explica porque, efectivamente, hay muchos que van a perder.

Y el SME, según lo dicho ayer por el propio líder del sindicato, Martín Esparza, va a querer convertirse en el elemento que aglutine a todo un arco iris de descontentos con el Gobierno.

El propósito de la marcha de ayer fue convencer a los propios ex trabajadores de Luz y Fuerza de que es posible revertir la medida... y que negocios como el de los medidores pueden seguir viento en popa.
¿Lo conseguirán?

Enrique Quintana 
enrique.quintana@reforma.com

 

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Ayer jueves fui al DF y anduve por la zona de Ecatepec y el aeropuerto. En los trayectos me puse a observar cuántas casas tenía medidor y cuántas no. Noté que, fácilmente, una de cada dos, o cuando menos una de cada 3, no tenía un medidor visible afuera del domicilio. Todas tenían la acometida, los cables que llevan la energía eléctrica a las casas, pero a diferencia de lo que vemos quienes vivimos en zonas atendidas por la CFE, dichas acometidas no llegaban, a través de un tubo, a un medidor. En las zonas de la CFE la paraestatal tiene normas muy estrictas respecto a las acometidas, tamaños, distancias, ubicación, alturas, materiales, etc. Si la acometida no está de acuerdo a sus requerimientos, no te conectan el servicio.

 

Por comentarios de gente conocida, que vive o ha vivido en la zona de LyFC, sé que los diablitos abundan por todos lados. Hay gente que paga una cuota fija anual, sin importar lo que consuma. Otros de plano no pagan nada. Y ya no mencionemos a todos los mercados rodantes, comercios informales, vecindades, en zonas de difícil acceso. Y claro, también empresas de todos los tamaños, que están conectadas de manera directa, o con puentes en paralelo al medidor para reducir el consumo medido a la mitad. El robo de la luz en la zona de LyFC se convirtió en algo normal para la gente. Por eso no es extraño que aunque la mayoría de la población encuestada apoye la desaparición de LyFC, un porcentaje alto apoya al SME. Son todos esos grupos, esa gente, que salía beneficiada con el status quo, pagando poco o nada de energía eléctrica. ¿A costa de quién? De quienes somos contribuyentes cautivos.

 

No me extrañaría que las acusaciones de Martín Esparza de que Los Pinos no pagan energía eléctrica, que tienen toma directa, sea cierta. Seguramente ese diablito de Los Pinos viene desde hace décadas, quizá desde que Cárdenas la construyó. O desde que López Mateos nacionalizó la industria. Pero también puedo asegurar que muchas dependencias, oficinas, del GDF tampoco pagan energía eléctrica. Ahí radica la razón oculta del apoyo de Ebrard y el PRD al SME. Es muy probable que el gasto de energía eléctrica para el GDF aumentará significativamente el año que entra cuando la CFE empiece a cancelar todos los diablitos. También la entrada de la CFE está afectando directamente a los grupos de apoyo, a las bases del PRD. Todos esos puesteros, esos mercados ambulantes, esas colonias y vecindarios populares, así como familiares de trabajadores del SME, y de otros sindicatos, que hoy por hoy no pagan nada. Pero ya era hora, ¿no lo creen?.

 

Por eso México no cambia, no avanza. Modernizarnos significa que renunciemos a muchas cosas que hoy damos por sentado. Significa que empecemos a pagar costos reales de muchos servicios. Nos quejamos del aumento de impuestos, no queremos pagar IVA en alimentos y medicinas, pero queremos seguir gozando del subsidio en el precio de la gasolina y diesel, ¿verdad? También queremos seguir disfrutando del subsidio en las tarifas de energía eléctrica. Y qué me dicen del subsidio en el costo del agua. Esos 3 servicios están subsidiados y aún así nos quejamos de que están caros. Deberíamos pagar el costo real simplemente por razones ambientales. Si el costo de las gasolinas, electricidad y agua fuera el real seguramente cuidaríamos mucho más esos recursos, contaminaríamos menos, y habría un mejor futuro para nuestros hijos. Pero no, queremos un país mejor, pero que alguien más pague el costo, ¿verdad? Pues la gallina de los huevos de oro, el petróleo, ya se acabó. Ahora si viene la realidad. ¿Estas preparado?

 


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