sábado, octubre 17, 2009
¿Izquierda?
Los recursos que se destinaban a mantener al SME podrían servir para duplicar el programa Oportunidades y beneficiar a 25 millones de mexicanos en pobreza
A lo largo del siglo XX, la izquierda se asumió como una corriente revolucionaria y progresista. No había dudas ni cuestionamientos. En el campo científico, el marxismo-leninismo desmantelaba la ideología burguesa. La economía de mercado y la democracia formal eran velos que ocultaban la realidad, es decir, la opresión y la explotación de la clase obrera por la burguesía.
La superioridad moral se daba por descontada. Mientras que el liberalismo se definía como la ideología de la clase propietaria, el socialismo representaba los intereses de toda la humanidad. El camino de la revolución terminaría en la fase comunista con la verdadera igualdad, la absoluta libertad (abolición del Estado y el trabajo) y se retribuiría a cada quien según sus necesidades. En suma, el mundo perfecto de la abundancia y la felicidad.
La superioridad del socialismo se fincaba en las leyes de la economía y de la historia. El capitalismo estaba destinado al fracaso. Las crisis económicas recurrentes lo hundirían y crearían las condiciones objetivas para la revolución proletaria. La tarea de los socialistas (comunistas) era guiar a los obreros en la destrucción del Estado burgués para edificar el nuevo orden. La economía de mercado y la democracia serían arrojadas al basurero de la historia.
Pero los sueños de la razón, como advertía Goya, engendran monstruos. La gran utopía de los siglos XIX y XX se materializó en el Gulag. Millones murieron en los campos de trabajo forzado de la URSS. La economía planificada jamás rebasó a la economía de mercado. Amén de que la ciencia y la técnica "capitalistas" superaron siempre los logros socialistas. Pero lo más importante fue la victoria moral: el liberalismo y el Estado democrático preservaron libertades que los socialistas abrogaron para someter al individuo al terror totalitario.
El fin de la historia es conocido por todos. La caída del Muro de Berlín en 1989 cerró el siglo XX. El "socialismo real" fue sepultado. La izquierda occidental fue desprendiéndose de los mitos socialistas paulatina y desigualmente. Al final adoptó dos principios esenciales de la modernidad: la economía de mercado y la democracia formal. No sólo eso. Abandonó la idea de representar a todo el pueblo, para no hablar de la humanidad en su conjunto.
En México ese cambio fue contradictorio. El Partido de la Revolución Democrática nació el mismo año de la caída del Muro de Berlín. Fusionó dos corrientes estatistas: el nacionalismo-revolucionario priista y el socialismo marxista-leninista en todas sus variantes. Ambos desconfiaban -por decirlo suavemente- de la economía de mercado, creían en la lucha de clases y veían con recelo -o condenaban- la democracia formal, sin adjetivos. Todos tenían y tienen fe ciega en el Estado.
A la fecha siguen venerando la revolución Cubana y son muy pocos los que se atreven a criticar a Fidel Castro. Su empatía con Hugo Chávez no es ningún misterio. Pero lo esencial está en el temple autoritario: se asumen como los verdaderos y únicos representantes de los intereses populares, y descalifican a sus adversarios como enemigos de los obreros y campesinos. Además de que adoptan los principios de la economía de mercado de dientes para fuera.
No debe, por lo tanto, sorprender lo que estamos presenciando. La liquidación de la Compañía Luz y Fuerza del Centro despertó sus peores instintos y demonios. Todos están en su naturaleza. Nada es nuevo. Pero en esta ocasión, más que en ninguna otra, el rey va desnudo y no se ha dado cuenta. Marx decía que la historia se repite: la primera vez ocurre como tragedia y la segunda como farsa. Y eso es justamente lo que está sucediendo con la izquierda.
Los hechos y las cifras no mienten. El Sindicato Mexicano de Electricistas goza de una serie de privilegios que no sueña el resto los obreros. La jubilación se alcanza a los 30 años de trabajo, obtienen permisos con goce de sueldo hasta por 10 meses en un año, se embolsan viáticos -transporte, alimentación, hospedaje, etcétera- aun cuando el traslado sea en la misma ciudad y reciben 350 kilowatts/hora al mes -que equivalieron en 2008 a 540 millones de pesos.
Lo más grave, sin embargo, es el costo que Luz y Fuerza del Centro representa para las finanzas públicas. Entre 2003 y 2008 las transferencias se han duplicado pasando de 21 mil 43 millones de pesos a 42 mil 316 millones de pesos. La liquidación de la empresa se impone por un simple cálculo racional. Esos recursos que sirven para mantener el trabajo de más de 43 mil empleados podrían ser utilizados para duplicar el programa de Oportunidades y beneficiar a 25 millones de mexicanos en pobreza.
Y todo esto sin mencionar que Martín Esparza es famoso y ejemplar como líder charro. Porque la corrupción del comité central del sindicato es un secreto a voces. Además que en la pasada elección interna para renovarlo se cometió una serie de irregularidades. Por eso la defensa del SME es la defensa de la corrupción y de privilegios inaceptables.
No es la primera vez que la izquierda opta por lo peor. Lo hizo en 1989 cuando se detuvo a La Quina, líder moral del sindicato de Pemex. Hoy se repite la historia, pero en forma más grotesca. Imposible, por desgracia, descartar que el SME y la izquierda hagan recular al gobierno. Si eso sucede, Calderón habrá perdido la batalla decisiva. Lo sabremos en los próximos días.
Pero ocurra lo que ocurra, ya quedó claro que la izquierda mexicana no tiene ni tendrá jamás remedio. Su defensa de los privilegiados va contra los más pobres y contra todos los ciudadanos. Su crisis moral y política es total.
Jaime Sánchez Susarrey
17 Oct. 09 / El Norte
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Los resaltados son míos. En esto radica la hipocresía de la izquierda mexicana. Se les llena la boca al decir que son los únicos representantes y defensores del pueblo, de los más pobres, de los que menos tienen. Pero en los hechos defienden a los grupos de poder, caciques, redes clientelares, que drenan el Erario en perjuicio de los que menos tienen. También con sus ideas, sus propuestas conservadoras (porque quieren conservar, mantener, el status quo), evitan que el país avance, se desarrolle, cambie. Si fueran una izquierda como la española o chilena, hace mucho que habrían llegado a la presidencia. Hoy dicen que la decisión de Calderón echó a la calle, al desempleo a más de 40 mil trabajadores. ¿Pero porque tenemos que darle empleo a más de 40 mil personas cuando menos de 10 mil podrían cumplir con la tarea? ¿Es ese el modelo que proponen? ¿Qué el Estado mantenga a una burocracia gorda e ineficiente a costa de los contribuyentes cautivos? Porque eso es lo que dan a entender cuando se unen para defender a los trabajadores de LyFC aunque saben que se podría hacer el mismo trabajo con 5 veces menos trabajadores. Y ya no hablemos de la cantidad de diablitos administrados por el SME a lo largo y ancho de su zona de cobertura.
No cabe duda, los partidos de izquierda (si es que lo son) en México son los más hipócritas que nadie. Defienden intereses que para nada son de izuquierda, al contrario, defienden intereses de líderes sindicales dictatores que se vuelven millonarios a costa de "representar" a sus agremiados.
No sé donde tienen la cabeza los de "izquierda". Una idea elemental de la izquierda tradicioanal es la austeridad del Estado y sus instituciones, y en México nuestra izquierda le apuesta al encarecimiento del Estado por medio de darle cada día más beneficios a los sindicato.
Si los trabajadores del Estado faltan una semana al trabajo no pueden despedirlos, por robarle a la empresa o secretaría no los pueden despedir, tienen excelentes aguianaldos, en el escalafón del sindicato siempre suben primero los más inútiles y los más trabajadores quedan refundidos en el olvido. En una empresa de particulares, faltas dos días sin avisar y te despiden.
Para mí que los sindicatos solo sirven para podrir todo lo que tocan. No por algo las dependencias del gobierno que más agremiados tienen en el sindicato son las mas incompetentes de México, como la educación.
Saludos
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