lunes, noviembre 20, 2006
¿A dónde va AMLO?
Hoy, a las 16:00 horas, en el Zócalo de la Ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador tomará protesta como "Presidente legítimo" del país. El evento podría pasar a la historia como un "performance" terapéutico para todos los ofendidos del 2 de julio, o bien, como el silbatazo de salida para un "gobierno de sombra" sexenal que señale los errores y omisiones del gobierno oficial pero que, además, marque agenda legislativa en el Congreso.
En cualquier escenario, creo que la Resistencia Civil Pacífica nos debe señales de su espíritu conciliador. Lo que la mayoría de los ciudadanos sin afiliación partidista deseábamos era que las campañas electorales terminaran para calmar la angustia de sentirnos en medio de un fuego cruzado. Desespera que el país siga padeciendo los mismos discursos incendiarios de los dos bandos porque refuerzan divisiones insanas que auguran un patético escenario para los próximos seis años.
Preocupa que el Frente Amplio Progresista, la Convención Nacional Democrática y el movimiento popular de Resistencia Civil Pacífica se concentraran en repudiar durante seis años al gobierno que consideran espurio. Los discursos que se lanzan desde estas tres tribunas recuerdan los tiempos de mayor tensión durante las campañas. Comprendo el dolor, el rencor y la frustración que pueden sentir los seguidores de AMLO, pero no creo recomendable, en beneficio del país, que se institucionalice el desahogo de rabias.
Un problema recurrente de la izquierda y de la derecha, siempre que se radicalizan, es creerse químicamente puros, sin posibilidad de mezclarse. Si algo aprendí en el proceso electoral pasado es cuánto daño nos causa creernos distintos a los "otros". Esta división entre "nosotros" y "los otros" es un argumento para afianzar posturas radicales que a muchos nos gusta creer porque nos ofrece identidad y distinción. Convencernos de que los enemigos habitan fuera de nosotros anula la posibilidad de revisarse y mejorar.
Resultaría vergonzoso que los nuevos organismos de resistencia y de apoyo a AMLO se convirtieran en merolicos que repitan, una y otra vez, lo malvados que son los otros y lo bondadosos que son ellos mismos. El movimiento popular que apoya a AMLO nació buscando una salida a los discursos demagógicos y a la realidad social insoportable. No se puede recibir a los espontáneos seguidores con más palabras, sino con propuestas de acción conciliadoras y constructivas.
Hoy vamos a ver con cuánta fuerza entra el movimiento de resistencia al nuevo sexenio. Veremos si en el origen existen intenciones de tender puentes con los ganadores oficiales que, finalmente, son indispensables para el desarrollo integral del país o bien, se planea replicar la práctica sistemática de marginación de grupos y de división social.
Resultará muy doloroso que en el discurso que hoy dirija AMLO se siga alimentando el rencor y la venganza. Hoy podremos descubrir si el movimiento persigue el poder por el poder; si su intención es engrandecer al partido; si pretenden realizar una campaña presidencial de seis años, o bien intentarán por medios pacíficos reafirmar el compromiso que dicen tener con los más pobres, por el bien de todos.
¿A dónde va AMLO? Es la pregunta más importante de este primer año de gobierno para Felipe Calderón, pero también para el mismo López Obrador, quien sigue siendo el líder político más importante del país. Ambos deben entender esta realidad y asumirla con responsabilidad social.
Ximeda Peredo, El Norte, 20 de noviembre
ximenaperedo@yahoo.com.mx
En cualquier escenario, creo que la Resistencia Civil Pacífica nos debe señales de su espíritu conciliador. Lo que la mayoría de los ciudadanos sin afiliación partidista deseábamos era que las campañas electorales terminaran para calmar la angustia de sentirnos en medio de un fuego cruzado. Desespera que el país siga padeciendo los mismos discursos incendiarios de los dos bandos porque refuerzan divisiones insanas que auguran un patético escenario para los próximos seis años.
Preocupa que el Frente Amplio Progresista, la Convención Nacional Democrática y el movimiento popular de Resistencia Civil Pacífica se concentraran en repudiar durante seis años al gobierno que consideran espurio. Los discursos que se lanzan desde estas tres tribunas recuerdan los tiempos de mayor tensión durante las campañas. Comprendo el dolor, el rencor y la frustración que pueden sentir los seguidores de AMLO, pero no creo recomendable, en beneficio del país, que se institucionalice el desahogo de rabias.
Un problema recurrente de la izquierda y de la derecha, siempre que se radicalizan, es creerse químicamente puros, sin posibilidad de mezclarse. Si algo aprendí en el proceso electoral pasado es cuánto daño nos causa creernos distintos a los "otros". Esta división entre "nosotros" y "los otros" es un argumento para afianzar posturas radicales que a muchos nos gusta creer porque nos ofrece identidad y distinción. Convencernos de que los enemigos habitan fuera de nosotros anula la posibilidad de revisarse y mejorar.
Resultaría vergonzoso que los nuevos organismos de resistencia y de apoyo a AMLO se convirtieran en merolicos que repitan, una y otra vez, lo malvados que son los otros y lo bondadosos que son ellos mismos. El movimiento popular que apoya a AMLO nació buscando una salida a los discursos demagógicos y a la realidad social insoportable. No se puede recibir a los espontáneos seguidores con más palabras, sino con propuestas de acción conciliadoras y constructivas.
Hoy vamos a ver con cuánta fuerza entra el movimiento de resistencia al nuevo sexenio. Veremos si en el origen existen intenciones de tender puentes con los ganadores oficiales que, finalmente, son indispensables para el desarrollo integral del país o bien, se planea replicar la práctica sistemática de marginación de grupos y de división social.
Resultará muy doloroso que en el discurso que hoy dirija AMLO se siga alimentando el rencor y la venganza. Hoy podremos descubrir si el movimiento persigue el poder por el poder; si su intención es engrandecer al partido; si pretenden realizar una campaña presidencial de seis años, o bien intentarán por medios pacíficos reafirmar el compromiso que dicen tener con los más pobres, por el bien de todos.
¿A dónde va AMLO? Es la pregunta más importante de este primer año de gobierno para Felipe Calderón, pero también para el mismo López Obrador, quien sigue siendo el líder político más importante del país. Ambos deben entender esta realidad y asumirla con responsabilidad social.
Ximeda Peredo, El Norte, 20 de noviembre
ximenaperedo@yahoo.com.mx