jueves, agosto 31, 2006
Los legisladores del PRD: el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde
Como en la historia de Robert L. Stevenson, los legisladores del PRD se podrían transformar en el temible Mr. Hyde este 1 de septiembre.
La coherencia no es algo que caracterice a la política y menos aún en el caso de los legisladores de la Coalición por el Bien de Todos que asumieron formalmente sus escaños y curules en esta semana.
Si los partidos que integraron la Coalición rechazan el resultado de la votación presidencial por encontrar lo que según ellos son numerosas irregularidades, entonces lo lógico es que hubieran desconocido también los resultados de la votación legislativa.
Las casillas en las que depositaron los votos por los integrantes del Congreso fueron las mismas en las que se votó por el Presidente. Los funcionarios que contaron los votos e integraron las actas no fueron diferentes en una y otra elección.
Fue el mismo IFE, tan criticado por los partidarios de AMLO, el que organizó y validó las votaciones legislativas. Fueron las salas regionales del Trife -ahora también reprobado por AMLO- las que resolvieron las impugnaciones.
Y, sin embargo, los Diputados y Senadores del PRD, PT y Convergencia no le hicieron el feo ni a los resultados electorales, ni tampoco a las instituciones que los confirmaron en sus cargos.
Pareciera entonces que hay "un proceso electoral bueno" que dio al PRD su mejor resultado legislativo de la historia y "un proceso electoral malo" que no dio el triunfo a AMLO.
Hay un IFE bueno que los hizo ganar y al que nada le objetan, y un IFE malo que hizo perder a AMLO. Un Trife que no es cuestionado cuando deja llegar a los legisladores de la Coalición y un Trife "comprado" que no aceptó el recuento voto por voto.
Detrás de esta aparente esquizofrenia política, que desdobla la personalidad de los legisladores, lo que hay es un uso a conveniencia política de las instituciones políticas del País.
López Obrador puede enorgullecerse de ser heredero de los bolcheviques. La tradición política encarnada por Lenin le enseñó a la izquierda que se podían usar las instituciones de la "democracia burguesa", como el parlamento (en su tiempo, la Duma en Rusia) o los procesos electorales, mientras sirvan al propósito de alcanzar el poder.
Y cuando ya no le sean funcionales a ese objetivo, simplemente se desechan.
No digo que AMLO pretenda instaurar en México un estado soviético o algo parecido, la analogía se reduce a la utilización de las instituciones democráticas en función de la conveniencia de sus propósitos.
Si los legisladores del PRD, PT y Convergencia forman parte de la Convención Nacional Democrática y se integran a lo que de ella resulte serán como políticos con una doble vida, el doctor Jekyll en San Lázaro y Mr. Hyde cuando salen.
Por una parte, estarán funcionando ¡y cobrando! dentro del marco de un sistema institucional que rechazan e invalidan, y al mismo tiempo estarían en una especie de gobierno paralelo.
Esa doble vida no tiene futuro. O el PRD y los partidos que lo respalden ven erosionadas rápidamente su base de electores o de plano se convierte en un partido que no requiere bases electorales porque se sale de la legalidad e instaura una legalidad paralela surgida de la Convención.
¿Cómo podría el PRD, por ejemplo, participar en un proceso de reforma de las leyes que rigen los procesos electorales en México y al mismo tiempo tener un "presidente" paralelo?
Aunque bien pensadas las cosas, tal vez lo único que hagan AMLO y el PRD sea aprender de los millones de sabios que forman la economía informal en México.
Quienes desarrollan su actividad económica sin contribuir al fisco han usado la infraestructura -por deficiente que sea-, que es financiada por quienes sí pagamos impuestos, y a través de módicas cuotas a sus líderes pueden operar incluso con más tranquilidad que quienes vivimos en la economía formal.
Así, tal vez AMLO y sus partidarios quieran usufructuar una especie de "política informal" en la que aprovechen la infraestructura política como el Congreso o los Gobiernos locales y al mismo tiempo crear un poder político informal que, al igual que los ambulantes, es dejado operar porque a nuestros Gobiernos les aterra usar la autoridad.
Por lo pronto, lo que vamos a ver a partir de estas semanas es lo que ya le comentamos hace tiempo en este espacio. El PRD puede evolucionar y convertirse en uno de los partidos de izquierda más importantes de América Latina, o puede degenerar y volverse una suma de grupúsculos como los que por mucho tiempo formaron la izquierda mexicana, con la fantasía de que un día el Mesías (tropical of course) podrá gobernar en el purificado reino de las nuevas instituciones.
La coherencia no es algo que caracterice a la política y menos aún en el caso de los legisladores de la Coalición por el Bien de Todos que asumieron formalmente sus escaños y curules en esta semana.
Si los partidos que integraron la Coalición rechazan el resultado de la votación presidencial por encontrar lo que según ellos son numerosas irregularidades, entonces lo lógico es que hubieran desconocido también los resultados de la votación legislativa.
Las casillas en las que depositaron los votos por los integrantes del Congreso fueron las mismas en las que se votó por el Presidente. Los funcionarios que contaron los votos e integraron las actas no fueron diferentes en una y otra elección.
Fue el mismo IFE, tan criticado por los partidarios de AMLO, el que organizó y validó las votaciones legislativas. Fueron las salas regionales del Trife -ahora también reprobado por AMLO- las que resolvieron las impugnaciones.
Y, sin embargo, los Diputados y Senadores del PRD, PT y Convergencia no le hicieron el feo ni a los resultados electorales, ni tampoco a las instituciones que los confirmaron en sus cargos.
Pareciera entonces que hay "un proceso electoral bueno" que dio al PRD su mejor resultado legislativo de la historia y "un proceso electoral malo" que no dio el triunfo a AMLO.
Hay un IFE bueno que los hizo ganar y al que nada le objetan, y un IFE malo que hizo perder a AMLO. Un Trife que no es cuestionado cuando deja llegar a los legisladores de la Coalición y un Trife "comprado" que no aceptó el recuento voto por voto.
Detrás de esta aparente esquizofrenia política, que desdobla la personalidad de los legisladores, lo que hay es un uso a conveniencia política de las instituciones políticas del País.
López Obrador puede enorgullecerse de ser heredero de los bolcheviques. La tradición política encarnada por Lenin le enseñó a la izquierda que se podían usar las instituciones de la "democracia burguesa", como el parlamento (en su tiempo, la Duma en Rusia) o los procesos electorales, mientras sirvan al propósito de alcanzar el poder.
Y cuando ya no le sean funcionales a ese objetivo, simplemente se desechan.
No digo que AMLO pretenda instaurar en México un estado soviético o algo parecido, la analogía se reduce a la utilización de las instituciones democráticas en función de la conveniencia de sus propósitos.
Si los legisladores del PRD, PT y Convergencia forman parte de la Convención Nacional Democrática y se integran a lo que de ella resulte serán como políticos con una doble vida, el doctor Jekyll en San Lázaro y Mr. Hyde cuando salen.
Por una parte, estarán funcionando ¡y cobrando! dentro del marco de un sistema institucional que rechazan e invalidan, y al mismo tiempo estarían en una especie de gobierno paralelo.
Esa doble vida no tiene futuro. O el PRD y los partidos que lo respalden ven erosionadas rápidamente su base de electores o de plano se convierte en un partido que no requiere bases electorales porque se sale de la legalidad e instaura una legalidad paralela surgida de la Convención.
¿Cómo podría el PRD, por ejemplo, participar en un proceso de reforma de las leyes que rigen los procesos electorales en México y al mismo tiempo tener un "presidente" paralelo?
Aunque bien pensadas las cosas, tal vez lo único que hagan AMLO y el PRD sea aprender de los millones de sabios que forman la economía informal en México.
Quienes desarrollan su actividad económica sin contribuir al fisco han usado la infraestructura -por deficiente que sea-, que es financiada por quienes sí pagamos impuestos, y a través de módicas cuotas a sus líderes pueden operar incluso con más tranquilidad que quienes vivimos en la economía formal.
Así, tal vez AMLO y sus partidarios quieran usufructuar una especie de "política informal" en la que aprovechen la infraestructura política como el Congreso o los Gobiernos locales y al mismo tiempo crear un poder político informal que, al igual que los ambulantes, es dejado operar porque a nuestros Gobiernos les aterra usar la autoridad.
Por lo pronto, lo que vamos a ver a partir de estas semanas es lo que ya le comentamos hace tiempo en este espacio. El PRD puede evolucionar y convertirse en uno de los partidos de izquierda más importantes de América Latina, o puede degenerar y volverse una suma de grupúsculos como los que por mucho tiempo formaron la izquierda mexicana, con la fantasía de que un día el Mesías (tropical of course) podrá gobernar en el purificado reino de las nuevas instituciones.
Enrique Quintana, El Norte
enrique.quintana@reforma.com
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