miércoles, mayo 03, 2006

 

La izquierda y el derechazo ...

Pronóstico del clímax
Xavier Velasco
(1-Mayo-06, Milenio diario)

La izquierda y el derechazo:
Tradicionalmente, ser de izquierda implicaba oponerse a la intolerancia, la censura y el totalitarismo: armas también de izquierda, en ciertos casos.

1 Pago por ver
“Imaginar la nada, o creer que se gobierna la nada, es una de las formas, acaso la más segura, de volverse loco”. Si pusiéramos esta línea de Carlos Fuentes bocabajo, y en lugar de “la nada” dijéramos “el todo”, su mecanismo funcionaría de idéntica manera: diría una verdad no menos contundente. No es, pues, casualidad que los totalitarios hagan tan buenas migas con los nihilistas. Unos y otros, al fin, aliados del espejo. No es difícil, incluso, que tras mucho espejearse los nihilistas se hagan totalitarios, y también viceversa. ¿No es mediante el espejo que los adolescentes se reconcilian con sus nuevas facciones? Como pasa con las personas muy queridas, cuyas imperfecciones se vuelven familiares y de hecho atractivas, la imagen del espejo se nos hace primero soportable, después normal, luego simpática y al final quién lo sabe, puede uno despertar queriéndolo todo de todos y a toda hora.

La solución somos todos, rezaba la propaganda electoral de José López Portillo, quien de todas maneras no tuvo contrincante en las urnas. Fue solo en la carrera, y puede que ello explique la manía de quererlos a todos detrás de él, como en un musical donde el público entero termina canturreando. Previamente elegido por un antecesor totalitario y pintoresco, López Portillo consiguió compensar su nihilismo de apostador compulsivo —en su momento acreditado por Gabriel Zaid— con un golpe totalitario que le hizo de inmediato popular: quedarse con la banca cuando se le agotaban las fichas. López Portillo vislumbró, auxiliado por innumerables lambiscones dispuestos a espejearlo el día entero, que la gente recordaría antes al patriarca que al tahúr, y que el postrer viraje hacia la izquierda —oportunista, histriónico, tramposo— lo dejaría para siempre congraciado con sus representantes más conspicuos. En esto último, por lo visto, su olfato de fullero no se equivocó. A veinticuatro años de sus últimas apuestas, José López Portillo es todavía prócer y modelo de una parte importante de la izquierda local. Como ellos dicen, “por el bien de todos”.

2 Todos ponen, toma todo
“Vamos por todo”, afirman asimismo, como chicos golosos ante la piñata. Y como todo es Todo y más allá no queda sino la nada, cualquier forma de crítica les escuece, y por esa razón ordenan a sus batallones de scouts que respondan a todo cuestionamiento público a su candidato con aludes de llamadas, de acuerdo a un instructivo previamente entregado para el efecto. Tácticas comprensibles en cruzados, cuyos oídos y ojos son sensibles a toda presunta herejía, ¿pero en gente de izquierda, que si un orgullo tiene es el de pensar por cuenta propia y no obedecer órdenes gaznápiras? Heberto Castillo tenía un calificativo muy simpático para esta variedad de apóstoles: marxistas guadalupanos.

Imaginemos a los etiquetados como derechistas exigiendo a sus huestes que ataquen frontalmente a la libertad de expresión, siguiendo un catecismo específico. ¿Qué diríamos de tan vigorosa iniciativa, potencialmente útil para orquestar pogromos y linchamientos? ¿Qué opinaríamos de estas personas si se apoyaran en la infraestructura oficial para asestarle un putsch al Congreso? Les diríamos kukluxklanes, macarthistas, nacional-socialistas, cuando menos. Pero como resulta que dicen ser de izquierda, es preciso reconocerles el monopolio del sermón, junto al de la protesta y el de la censura. Lo dijeron bien claro: van por todo. Su solución somos todos.

3 Soy totalmente disléxico
Pese a todo, a uno le gustaría votar por la izquierda. Pero una izquierda que no excomulgue, ni canonice. Que sea lo suficientemente crítica para dejar, y aún estimular, la crítica puntual de propios y extraños. Una izquierda que no hable en nombre de todos, ni lo ambicione todo, ni crea siempre que todo lo sabe. Que admita sus errores sin culpar al de enfrente. Que no se lance contra las opiniones del enemigo tan sólo porque son del enemigo, y que de hecho no use la palabra enemigo. Que no se vea a sí misma como un ejército ni pretenda que sus simpatizantes son soldados. Una izquierda que no admire ni menos condecore a un tirano con casi medio siglo en el poder. Que no siga el ejemplo del Opus Dei, ni cobije y exculpe a sus malandros como el clero a sus pederastas. Una izquierda menos afecta a las denuncias y al cultivo selecto de los presos políticos.

¿Dónde encuentro una izquierda que elija la educación por encima del adoctrinamiento, que no nos considere estúpidos, ni nos quiera obedientes, ni nos soporte en plan de lambiscones? ¿Hay por ahí una izquierda sin himnos ni capataces, sin listas y acarreados, sin clientes y peleles? ¿Una que sea más afecta a la materia de los árboles que a la dialéctica del concreto? Solicito una izquierda que no venga a venderme virtudes teologales, y que se atenga en lo posible a las cardinales. Una izquierda sin mandamientos, ni sacramentos, ni ese viejo chantaje de la Tierra Prometida. Una izquierda que a todos los vea, los oiga y los nombre; que no culpe de todo a los neoliberales ni reivindique a tantos neolaborales. Una izquierda que crea, con Camus, que los medios tendrían que justificar al fin. Que no amenace, ni calumnie, ni haga trampas, y llegada la hora sepa perder. Que se mire lo menos posible en el espejo donde se acicalaban los derechistas y totalitarios de hace treinta años, que a estas alturas tendrían que estar extintos. Una izquierda que, en suma, procure no situarse a la derecha de sus oponentes...

Y en fin, que no la encuentro, y acabaré votando por quien haga posible el crecimiento de esa izquierda sin ambiciones chuecas ni revanchas pendientes que haría tanto bien con o sin el poder, y que en ningún sentido necesita ir por todo. Quiero votar, al fin, en contra de José López Portillo, de Luis Echeverría y lo que de ellos quede, como esa vieja maña de defender a “todos” y pasar por encima de cada uno.

Xavier Velasco

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Yo tambien quiero una izquierda como la del penultimo parrafo!!! Una izquierda moderna, como la de España de Felipe Gonzalez o la de Chile, con Ricardo Lagos. Una izquierda que sepa, entienda, que la mejor manera de combatir la pobreza es generando riqueza, no repartiendo la poca que hay. Una izquierda que entienda que la relacion obrero-patron es simbiotica, y no se puede privilegiar a ninguno, pues la simbiosis se muere y con ella el empleo. Obrero y patron son equipo, no enemigos.

Pero de esas no veo ninguna en Mexico. Quiza Patricia Mercado, pero no lo sabriamos hasta que gobernaran aunque sea un municipio o estado. Lo unico que veo son copias baratas de Jose Lopez Portillo y de Echeverria: populismo y demagogia, cultivando y cosechando la ignorancia y pobreza del pueblo.

RAZONEN SU VOTO!!

Dany Osiel Portales Castro
Monterrey, NL, México


Comments:
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJAJAJAJJAJAJAJAJJAJAJAJ
TU BLOG ES UNA MIERDA
 
ADEMAS VEO QUE A LA GENTE LE VALE MADRE TU INFUNDADA , HIPOCRITA Y MOCHA OPINION.
 
JAJAJAJ DE MONTERREY TENIAS QUE SER , ESO LO EXPLICA TODO.
HASTA NUNCA
 
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