jueves, abril 27, 2006
Ecos del debate
Serpientes y Escaleras
Salvador García Soto
El Universal
Miércoles 26 de abril de 2006
grafico
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Perdió el ausente
Definir a botepronto quién ganó el debate de anoche no es fácil. Felipe
Calderón sin duda fue el que mejor proyectó en términos de imagen, de
seguridad y de estructura en su mensaje; Patricia Mercado fue la única en
hablar de temas y tópicos diferentes aunque por momentos se vio dispersa;
Roberto Madrazo se preparó bien y comenzó certero, pero en el balance final
fue el más golpeado y no respondió a cuestionamientos graves; y Roberto
Campa se vio coherente y el más aterrizado en sus propuestas, aunque el
papel de "golpeador" a favor del PAN y, por momentos, el exceso de
vehemencia lo hicieron aparecer casi todo el tiempo como enojado, iracundo.
Pero más allá de las impresiones sobre los que sí fueron al debate, al final
de las dos horas de palabrería, diagnósticos detallados hasta el cansancio y
promesas de soluciones mágicas y generales, quedó una sensación de que, por
lo pronto, en este primer debate presidencial hubo otro perdedor claro:
Andrés Manuel López Obrador, quien al dejar vacío su lugar, en momentos en
que la contienda se cierra y ya no es puntero absoluto, perdió una
oportunidad de explicar sus propuestas y contrastar por qué dice ser mejor y
distinto a sus adversarios.
No hubo más que dos o tres menciones breves a la inasistencia, y ni siquiera
se enfocó una sola vez al pódium vacío del candidato perredista; pero la
ausencia se notó y en la percepción final no se entiende por qué razón no
estuvo presente un candidato que dice tener mejores propuestas y un
"proyecto alternativo" que debió explicar a los electores.
Frases como "le zacateó", "hizo falta El Peje", o "debió estar Andrés
Manuel", se escuchaban anoche entre televidentes que, más allá de
estrategias o de tácticas electorales, se quedaron con la sensación de que
hubo un desprecio, un desaire o hasta miedo de López Obrador para confrontar
sus propuestas.
Y el perredista podrá decir que era su derecho no asistir, que nada lo
obligaba y que no fue al debate por estrategia. Pero todo apunta a que, al
final, esa será una mala estrategia, una decisión tomada hace dos meses, en
circunstancias totalmente distintas, y que anoche, simple y sencillamente,
el candidato del PRD dejó su lugar vacío y permitió que Felipe Calderón, su
más cercano rival, se despachara solo y en cadena nacional a esos votantes
indecisos a los que más impactan los debates y que definirán la elección.
Porque el panista tuvo anoche un día de campo: los duros cuestionamientos de
Roberto Madrazo a la ineficiencia del presidente Fox y hasta los
señalamientos directos a Calderón, se diluyeron cuando el priísta, nervioso
y con un ligero temblor de manos, no respondió a la acusación de Campa sobre
que no ha pagado impuestos desde el 2003, aun cuando reportó ingresos por
500 mil pesos, según documentos del SAT que anoche presentó el candidato de
Nueva Alianza.
El silencio de Madrazo también sobre sus departamentos en Miami y otras
propiedades, hizo que la acusación a Calderón sobre el préstamo de 3
millones en Banobras pareciera nada.
Con Roberto Campa haciendo el trabajo sucio -quién sabe si por encargo de
Elba Esther Gordillo o por acuerdo con el PAN-, Felipe pudo correr
prácticamente solo y sin tener que contestar a un Madrazo que, a pesar de
que llegó bien entrenado y en excelente forma, terminó tacleado por el
vehemente Campa, quien no lo dejó avanzar y le destrozó la estrategia.
Patricia Mercado , por su parte, aprovechó bien el escaparate. Su dispersión
del principio desapareció cuando se enfocó en sus temas y fue la única en
hablar de temas diferentes y evitados por los demás: aborto, discriminación,
uniones gay. Mercado capitalizó bien ser la única mujer y se presentó como
opción diferente.
Y con Calderón libre y sin presiones en el debate de ayer, el peor escenario
para el ausente Andrés Manuel se cumplió: Felipe salió, sin duda, vencedor
del debate y, así sea un punto, dos o tres, no hay duda de que lo que se vio
anoche en las pantallas se reflejará en las encuestas y acabará de cerrar la
contienda. Mientras eso ocurre y aumenta la presión a su campaña, López
Obrador se resiste a ver la realidad y prefiere seguir creyendo que sólo lo
que él ve es real.