viernes, abril 28, 2006

 

El pistolero y el ausente ...

Con el debate analizado y destazado desde todos los ángulos, abordaré únicamente el punto implicado en los recursos personales de los participantes: su capacidad de manejar un formato muy difícil y rígido.

Un analista postdebate del Canal 11 resaltó que los estilos de Felipe Calderón y Patricia Mercado -evitar la amargura de los ataques- lograron predominar el escenario y bajaron el nivel de la agresividad excepto tal vez en el caso de Roberto Campa, cuya presencia parecía dedicada al ataque más que a la propuesta de soluciones.

Es un indicio de la capacidad de sentir el pulso ciudadano. Calderón en particular creció para llenar el momento, ya que sus respuestas a los ataques mostraron soltura, preparación y dieron la impresión de que estaba gozando el debate.

Mientras que los otros, especialmente Madrazo, no parecieron capaces de alterar el guión que habían llevado al debate o no lograron comprimir en el tiempo otorgado los puntos medulares de sus mensajes, Calderón se presentó armado con propuestas muy específicas para solucionar problemas reales. Con sencillez y puntualidad logró aprovechar el tiempo para entregar un mensaje claro en términos accesibles para todos los ciudadanos.

Como un pistolero suelto, seguro de sí, dio en el blanco sin gastar balas inútilmente. Dejó muy buen sabor de boca su disposición -anunciada desde el inicio de su campaña- de ser un hombre dispuesto a construir mayorías e incluir a todos, lo cual logró plasmar con destreza al mencionar los puntos valiosos de los otros participantes en el debate. Es un punto muy a su favor que, para usar la frase de moda actualmente, su curva de aprendizaje es rápida, Calderón es capaz de ver llover y darse cuenta de que se puede mojar.

Fue interesante ver cómo la rigidez del formato remarcó las dificultades de cada candidato: Mercado parecía a veces precipitada, como si batallara para poder incluir todo lo que se le ocurría en el momento. Campa parecía dedicado en cuerpo y alma al ataque, aunque tuvo puntos certeros en cuanto a los problemas y pocos en cuanto a soluciones.

La descompostura de Madrazo fue espectacular: la resequedad de la boca, no desviarse del guión, y aquel momento extraordinario en que desapareció de la cámaras. No logró mencionar los proyectos que sí tiene porque insistía en el sonsonete de lo "integral" cuando el ciudadano quiere escuchar lo específico. Por el motivo que fuera, no pudo adaptarse al formato de debate.

El formato y los temas de este debate explican la ausencia de López Obrador. Son los temas "duros" que menos maneja (¡desde la universidad!) con eficacia, que más revelan lo anquilosado de su izquierda artrítica. Es un mal orador que, a diferencia de Calderón, quien evidenció unos excelentes pases de pecho, evita los ataques y los cuestionamientos difíciles con folclor, con frases populistas, o con estupideces como "amor y paz" -su respuesta ante los reporteros que pidieron su opinión sobre los hechos en Sicartsa-.

Para López Obrador, este debate planteó la disyuntiva de decidir cuál conducta lo llevaría a perder menos figura: tomar parte o ausentarse. Olvídense ustedes de que si fue o no un desaire a los ciudadanos. ¿Qué tipo de Presidente sería un hombre que se siente más protegido de exhibir sus flaquezas ausentándose de un debate que trata los temas más importantes del País? ¿Qué tan mal piensa que le iría si está dispuesto a correr el riesgo de no presentarse? ¿Queremos eso en un Presidente?

Karen Batres, El Norte
karen_batres@yahoo.com.mx

Comments:
Debate???a esa cosa de intercambio de complicidades le llamas debatir???.
 
Pues como quieras llamarle, ponle tu el nombre.
Lo que importa es que AMLO no fue, por "estrategia". Si claro.

saludos
 
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