domingo, febrero 13, 2022
La degradación
El más reciente Índice de Democracia de la revista The Economist nos coloca como un régimen híbrido, entre la democracia y el autoritarismo. AMLO llegó al poder cuando éramos democráticos. Para validar el índice, este viernes AMLO hizo pública información de los presuntos ingresos de Carlos Loret de Mola durante el 2021.
En su último libro, La Revancha de los Poderosos, Moisés Naím analiza la lógica de los gobernantes que van destruyendo la democracia desde adentro. Uno de sus rasgos es ir deslegitimando a los medios de comunicación críticos; otro, ir normalizando lo que antes era escandaloso.
Ningún presidente de México había denostado, como lo ha hecho AMLO, a los periodistas y medios de comunicación que, al informar, revelan hechos que le incomodan. Nos hemos ido acostumbrando a lo que habría sido impensable en México antes de su llegada al poder. Los medios y periodistas que hoy denuesta suelen ser los mismos que antes revelaban los escándalos de gobiernos anteriores.
El viernes, AMLO traspasó un nuevo límite, sacándonos de nuestra cazuela, que se ha ido calentando poco a poco. En un México donde los periodistas son asesinados y el secuestro es un negocio en marcha, el Presidente dio información sobre los presuntos ingresos de un periodista, poniéndolo en riesgo a él y a su familia.
Si estamos hablando de datos fiscales en poder del Estado, la transgresión a varias leyes es clara (entre otras, el artículo 69 del Código Fiscal de la Federación y los artículos 6 y 31 de la Ley General de Protección de Datos Personales). Según AMLO los datos revelados le fueron entregados por el pueblo que "nos envía información". No se puede comprobar tal afirmación y en todo caso el jefe de Estado de un país democrático no puede hacerla pública.
Quiero detenerme en tres frases de AMLO. La primera, cuando compara el presunto ingreso de Loret con el suyo. AMLO ha dicho que nadie en el gobierno puede ganar más que él. Su sueldo lo fijó él, aunque en su caso el ingreso debería incluir todos los gastos que supone su cargo: casa, transporte, atenciones médicas personalizadas y vaya usted a saber cuánto más. A partir de fijar su sueldo ha marcado cuánto deben ganar el resto de los funcionarios. Pero es una austeridad para los demás, pues él vive en un Palacio con atención médica privada. Sin embargo, utiliza el pretexto para atacar a cualquiera que gane más, como en el caso de los funcionarios del INE. Ahora, quiere juzgar los ingresos en el mundo privado. En sus palabras: "¿Ustedes creen que es porque se trata de un periodista de altos vuelos, muy inteligente, un buen escritor? No, es por golpeador".
La segunda es cuando arremete contra el INAI, para luego concluir: "formalmente les voy a pedir que soliciten al SAT, a Hacienda, para que me certifiquen los datos". La transparencia por la que vela el INAI es la relativa a los funcionarios públicos. Con los privados, la función del INAI es otra: proteger sus datos personales.
La tercera es cuando cuestiona que Televisa le haya presuntamente pagado a Loret 11 millones 800 mil pesos. En sus palabras: "me llama mucho la atención -y me lo va a tener que aclarar Televisa, los directivos de Televisa...". El tono es de alguien que se siente con autoridad sobre las decisiones salariales de una empresa privada.
El escándalo no distrae al público del tema que ha generado el enojo de AMLO: el reportaje sobre la casa de su hijo en Houston y la vinculación de su nuera con una empresa contratista de Pemex, cuyos ingresos crecieron este sexenio. Al contrario, refuerza el tema en el debate público.
La mañanera del viernes refleja cómo ve el Presidente el mundo y la degradación de la vida política democrática en México. Aunque esta degradación se desparrama silenciosamente por muchos otros ámbitos, lo que vimos el viernes debería ya prender los focos rojos.
Carlos Elizondo Mayer-Serra