sábado, noviembre 12, 2016
Season finale
Escribo esto con un ojo morado y el labio partido. Fui golpeado por la victoria de Trump y me equivoqué en mis estimaciones. Aunque numéricamente el voto popular favoreció a Hillary Clinton, el sistema norteamericano de votación indirecta, por Estado, le dio el triunfo a Trump. Ahora la apuesta es que Trump siga con su perfil de mentiroso crónico y que sus declaraciones incendiarias de campaña resulten también mentiras.
Otra de las razones de su triunfo, en retrospectiva, fue la catalización del Tánatos (dimensión agresiva, opuesta al Eros y que juntas dominan el psique) que se aprecia en varias dimensiones: la inflamación nacionalista (al estilo de la escuela fascista); la unificación tribal que genera el miedo y el odio (directamente del manual Mein Kampf de Hitler); la corriente mundial de repudio hacia el establishment (los de siempre). Quizá la razón toral de su victoria fue el grado de hastío de una gran parte de la sociedad ("Trumpanos" de closet), donde considero que hasta el mismo Trump no se la cree y apenas dimensiona el tamaño de la fibra nerviosa que tocó.
Un factor clave adicional fue la exagerada cobertura de medios. Un estudio de Harvard Kennedy School, a través de Shorestain Center, asegura que la cobertura en medios es el aspecto de mayor peso en determinar el triunfo de un candidato. El estudio concluye que "Trump es el primer candidato relevante producido por los medios".
En un país que desde Hollywood manufactura celebridades, que lanza al estrellato a nuevos héroes y crea nuevas mitologías, donde imperan las Karda-shian con su inexplicable y vana fama, emerge una nueva y controversial figura.
Trump se convirtió en entretenimiento. El morbo y el estilo caricaturesco de un tipo de pelo naranja, peinado de una manera curiosa, con movimientos de manos chistosos, lo convirtieron en un personaje con utilidad noticiosa: "vamos a ver qué dice/hace este loco... jajaja". Susto: ya es presidente electo.
Trump fue creado y alimentado por los medios que vieron sus ratings crecer. Había que explotarlo. Además, traía en el paquete a la sexy esposa modelo y a sus anexados hijos fresas emulando a una monarquía europea. Para completar el cuadro estelar, le rondan Giuliani y Gingrich, un par de veteranos con cara de malos.
Llegó por fin el cierre de la 1era. temporada de Reality TV "Quiero ser Presidente". Hubo de todo: odio, venganzas, golpes bajos, sexo, complots, el FBI, así como los arquetípicos enfrentamientos entre el bien y el mal, ricos vs. pobres, una tribu vs. otra, y hasta la clásica lucha entre religiones. No hay muchos guionistas capaces de crear una trama como la que vimos y ni González Iñárritu, Cuarón o J.J. Abrams, hubieran podido orquestar una producción de esta magnitud.
Por lo pronto ya se concibieron cuatro temporadas más, a una por año. House of Cards parece rosita comparado con este drama de la vida real. Pareciera que la industria del entretenimiento y la fuga de atención es el bálsamo adecuado para un sistema capitalista opresivo, quizá decadente.
Finalmente, quiero clarificar como mexicano: no es que lleguen inmigrantes, es que les dan trabajo. No es que lleguen las drogas, es que las compran y las consumen. No es que nos "robemos" los trabajos a los norteamericanos, es que nos subcontratan para que ellos paguen precios más bajos. Somos un planeta irremediablemente vinculado y tampoco "América" puede ser grande si es xenofóbica y temerosa.
Por nuestra parte, no es que dependamos de Estados Unidos, es que no hemos aprendido a depender de nosotros mismos.
Horacio Marchand