viernes, noviembre 19, 2010

 

La bola (el mito de la Revolución)

"Igual que se abandonó el monumento, se abandonó la revolución". Marcelo Ebrard
 
Durante buena parte del siglo 19, mientras crecía fuertemente la población de Estados Unidos, la de México se mantuvo estable en alrededor de 8 millones. Esto fue en buena medida consecuencia de una declinación del ingreso real per cápita de 11 por ciento entre 1820 y 1870.

El Gobierno de Porfirio Díaz que empezó en 1877 significó el primer periodo de expansión económica del México independiente. Díaz logró evitar los golpes de Estado y el bandolerismo que habían marcado la vida del País. Promovió, además, la inversión nacional y extranjera. El resultado fue una expansión económica muy importante que contrastaba con la declinación del medio siglo anterior.

La prosperidad se reflejó en el primer crecimiento demográfico de México desde la conquista. Al comenzar el Gobierno de Díaz la población del País se calculaba en 9 millones. Para 1910, según el censo de ese año, se había alcanzado una cifra de 15.2 millones. Con esto el País apenas regresaba al nivel de población que se había tenido antes de la conquista: entre 16 y 20 millones de habitantes.

Quizá el mejor indicador del gran retroceso que vivió México durante la Revolución de 1910-1920 es la contracción demográfica. El censo de 1921 registró una población de 14.3 millones de personas, 900 mil menos que en 1910, a pesar de que lógicamente hubo muchos nacimientos en esos 11 años. De esto ha surgido el dogma tantas veces repetido que la Revolución dejó un millón de muertos.

No fueron los combates los que provocaron este descenso poblacional. A pesar de su importancia política, las batallas de la Revolución fueron relativamente pequeñas. Las bajas se elevaban apenas a algunos centenares, incluso en las batallas más importantes, como las de Celaya de 1915.

La caída de la población fue una consecuencia indirecta de la guerra. Muchos murieron de hambre o enfermedades, como la influenza, que se vieron acentuadas por las condiciones económicas y sociales generadas por la Revolución. Muchos también huyeron del País y se establecieron en Estados Unidos.

Los políticos han descrito la Revolución como una gesta gloriosa que construyó una democracia y un país más próspero y más justo. Las historias que la gente del pueblo ha contado a lo largo de casi un siglo, sin embargo, han sido muy distintas. Nos han hablado más bien de una "bola" que atacaba rancherías para robar, matar y violar. La caída en la población sugiere que esta visión popular es más correcta que la de los políticos.

Hay guerras que pueden ser dolorosas, pero que al final dejan transformaciones positivas. No fue éste el caso de la Revolución Mexicana. La democracia que según algunos se logró tras la renuncia de Díaz, en mayo de 1911, concluyó en febrero de 1913 con el derrocamiento y asesinato de Francisco Madero. Tendríamos que esperar muchas décadas más, por lo menos hasta 1997, para que el país empezara a vivir en democracia.

En cuanto a la prosperidad, la Revolución destruyó antes que edificar. Hasta la fecha, el 47 por ciento de los mexicanos vive en pobreza y el 18 por ciento en la miseria. Sin duda ha habido avances desde 1910, pero éstos han sido mucho menores de los de otros países del mundo que no tuvieron una revolución.

Al recordar los 100 años del inicio de la Revolución, deberíamos reconocer que esa contienda trajo destrucción sin cumplir ninguno de sus objetivos fundamentales. No parece que haya mucho que festejar este 20 de noviembre. Más bien deberíamos aprender las lecciones generadas por el gran fracaso de la Revolución Mexicana.
 
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
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La Revolución Mexicana es un mito. Lo he escrito muchas veces antes. Sólo causó destrucción económica y pérdida de vidas. Ninguno de los así llamados héroes de la revolución fueron tales. Se mataron entre sí por dinero y/o poder político. Al final ganó Obregón y a punta de balazos o dinero aplacó a todos los demás. Así nació el PRI y ellos crearon el mito revolucionario con el cual adoctrinaron a generaciones. Ya basta de mentiras. Vale la pena que todos conozcamos la verdad y nos quitemos ese lastre. Lastre que está bien metido en la Constitución, en las leyes, y en muchos usos y costumbres de la política y sociedad mexicana. Lastres que no nos dejan avanzar, crecer como nación. Medítenlo en estos días.
 
Dany Portales


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