miércoles, octubre 20, 2010

 

Clasemedieros

Justo hace una semana, Luis de la Calle y Luis Rubio presentaron su libro "Clasemediero", publicado por CIDAC. Se trata de un muy breve texto que tiene como objetivo principal, entiendo, llamar la atención al cambio profundo que se ha vivido en México en las últimas dos décadas, y que ha dado como resultado que prácticamente el 80% de los mexicanos se considere a sí mismo precisamente como clasemediero.

Sin embargo, para un país que suele asumirse como pobre, y como habitado por pobres, esta afirmación de De la Calle y Rubio resulta chocante. En un par de artículos de este columnista haciendo referencia al tema, abundaron los comentarios de lectores que consideraban dicha afirmación como una muestra clara de locura del columnista, de total miopía social que hacía que este escribidor pareciera más vivir en Disneylandia que en la terrible y espantosa realidad nacional.

Desafortunadamente para esos lectores, y para miles más que consideran que somos cada día más pobres, toda la evidencia con que contamos indica exactamente lo contrario. México ha avanzado notoriamente en las últimas dos décadas en prácticamente cualquier medición que hagamos. Indudablemente, en esos cerca de veinte años tenemos la crisis de 1995, que empobreció a millones, y el alza de precios de bienes básicos de 2006 a 2008, que también tuvo un costo importante en bienestar, y finalmente la crisis externa de 2008-2009, que no salió gratis. Pero, con todo y ello, los mexicanos vivimos mejor, en general, que en cualquier época anterior. Más aún, 4 de cada 5 mexicanos se considera a sí mismo de clase media.

La definición de clase media es inexistente. Y ahí empiezan los problemas. Cuando uno habla de clase media, cada quien entiende lo que quiera, porque no hay una definición que todo mundo acepte. El concepto de una clase que no es ni rica ni pobre, aunque tiene milenios (De la Calle y Rubio recuerdan que Aristóteles hablaba de ese tercer grupo), en tiempos modernos es un subproducto de las ideas marxistas. Cuando Marx define a la sociedad en términos de la disputa entre burgueses (capitalistas, dueños, como les quiera llamar) y proletarios (obreros), le sobran muchas personas que no tienen cabida en su explicación. Todos ellos acaban siendo clase media, pero sin ninguna explicación de cuál es su papel en esa sociedad imaginaria de Carlos Marx.

En consecuencia, no sabemos qué es clase media. Le decimos así a quienes no son pobres ni ricos, pero como tampoco sabemos bien cómo definir pobreza, pues estamos arreglados. Dependiendo de la definición de pobreza, todos los que no caigan ahí serán clase media, a menos que sean ricos, que tampoco sabemos cómo definir.

Precisamente una de las críticas al libro de De la Calle y Rubio es que parten de la autoclasificación de las personas. Si alguien se considera a sí mismo de clase media, pues así será. Esta decisión de los autores, sin embargo, no es ni arbitraria ni puede descalificarse así nada más. Si la clase media no es un asunto de ingresos únicamente, sino sobre todo de forma de vida, entonces la autoclasificación de las personas es mucho más importante que su ingreso. Dicho de otra manera, si formar parte de la clase media es tener un comportamiento diferente al de pobres y ricos, lo relevante no es si un externo nos considera clasemedieros o no, sino cómo es que nosotros nos consideramos, porque eso coincidirá con nuestro comportamiento.

De cualquier forma, cuando uno hace estudios acerca de la clase media utilizando información de ingresos, el asunto no cambia mucho. Hay un par de documentos de trabajo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, de este año, que tratan el tema. Uno de ellos, de Hertova, López Calva y Ortiz Juarez, ("Bigger… but Stronger? The middle class in Chile and Mexico in the Last Decade" ID-02-2010), después de luchar un rato con diferentes definiciones de ingreso, la conclusión de los investigadores es que efectivamente hay un incremento notorio en la clase media de inicios de los noventa a mediados de la década pasada. Por las definiciones utilizadas, la clase media no es el 80% de la autoclasificación, pero sí es cercana al 60%. Un dato interesante adicional es que encuentran que la movilidad entre grupos (pobres, clase media y ricos) es similar en Chile y México, de alrededor de 16%. Ese porcentaje se mueve entre grupos, clasemedieros que empobrecen, pobres que se hacen clase media, clasemedieros que enriquecen, etc.

El otro texto del PNUD, de Cruces, López Calva y Battiston ("Down and Out or Up and in? In search of Latin America's Elusive Middle Class", ID-03-2010) intenta encontrar una medición más sólida de la clase media haciendo uso de técnicas estadísticas poco comunes en economía, pero muy frecuentes en mercadotecnia. Lo que encuentran es que, con base en el ingreso, la clase media es mucho más pequeña de lo que reporta el otro documento. Es una muestra muy clara de que los datos determinan el resultado, de forma que los autores terminan su texto sugiriendo que hay que incluir otras cosas, además del ingreso, para definir bien la clase media.

Precisamente por ello estos trabajos no aportan mucho, porque reducen su análisis solamente al ingreso de las personas. Y en esto, el libro de De la Calle y Rubio es mucho más útil. Si clase media implica ciertas características en lo que se consume, vale la pena incorporar ese consumo para entender mejor de lo que hablamos. Y De la Calle y Rubio presentan estos datos. Por ejemplo, la vivienda: en el 2000, 80% de los mexicanos vivía ya en casa propia. A diferencia de lo que uno se imagina, 29% vive en una casa con cuatro o más habitaciones, frente a 23% que vive en una casa de una sola habitación. Compare con 1960, cuando sólo 10% tenía 4 habitaciones, y 56% vivían en un cuarto. Hoy hay 19 millones de autos, frente a 4 millones en 1980.

Macario Schettino

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Macario Schettino se dedica al análisis de la realidad, en particular la de México, desde una perspectiva multidisciplinaria: social, política y económica.

Actualmente es profesor de la División de Humanidades y Ciencias Sociales del Tecnológico de Monterrey, en la ciudad de México. Ha sido director de investigación en la misma institución, así como coordinador de planeación en el Gobierno del Distrito Federal y en el periódico EL UNIVERSAL, en donde también se desempeñó como director de Negocios.

Macario Schettino estudió la carrera de Ingeniero Químico y de Sistemas en el Tecnológico de Monterrey; la maestría en Economía en el CIDE, y el doctorado en Administración del programa ITESM-Universidad de Texas en Austin. Es candidato al doctorado en Historia por la Universidad Iberoamericana.

Ha publicado artículos en revistas especializadas y de divulgación. Ha impartido conferencias en diversas universidades de México y el extranjero, así como en congresos de organismos empresariales. Es colaborador editorial y financiero de EL UNIVERSAL. Colabora también como editorialista con Joaquín López Dóriga, en Televisa. Es colaborador de W Radio.

Ha publicado quince libros, entre ellos: "Para Reconstruir México" y "Paisajes del 'nuevo régimen'", con editorial Océano, además de varios libros de texto con Prentice-Hall. El libro más reciente es "Cien años de confusión. México en el siglo XX", con editorial Taurus.


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