domingo, julio 18, 2010

 

Elba "Estalin" Gordillo

José Stalin es recordado como el líder prototipo del estado totalitario, una autoridad omnipresente que busca controlar todo el dinamismo de la vida social. En el totalitarismo no hay individuos ni ciudadanos libres, sólo clientelas y multitudes subyugadas a la voluntad oficial.

En México, la Ley General de Educación promulgada en 1993 establece la creación de consejos de participación social en las escuelas públicas. Tres sexenios más tarde y siete secretarios de Educación después, finalmente el mes pasado se plantearon los lineamientos básicos de estos consejos escolares. Durante 17 años, Elba Esther Gordillo y el SNTE lograron marginar a los padres de familia de la toma de decisiones en las escuelas de sus hijos. La líder magisterial no sólo inhibe la participación social, sino también mantiene una influencia determinante sobre los presupuestos y autoridades educativas.

Doña Elba es como Stalin, pero con esteroides. Sin tener un cargo formal dentro de la estructura de gobierno, la señora ejerce su poder político sobre la administración pública, el sistema de partidos, el Congreso y los gobiernos estatales. Su debilidad por el nepotismo colocó a su yerno en una de las subsecretarías más poderosas del Gobierno federal. Cada año, cuando el sindicato magisterial y la SEP se sientan a negociar el aumento salarial, Elba Esther tiene representantes en ambos lados de la mesa.

La lideresa magisterial no tiene suficientes hijas para tener un yerno sentado en cada una de las 32 secretarías de Educación de las entidades federativas. Sin embargo, al menos una docena de titulares de dichas dependencias tienen una doble cachucha: funcionarios de gobierno y miembros del sindicato magisterial. Si la SEP parece una institución capturada por el magisterio, la situación es aún más preocupante en varios gobiernos estatales.

Esta condición de juez y parte en la negociación salarial se refleja en un crecimiento importante en los ingresos reales del gremio magisterial. Una investigación del IMCO comparó el crecimiento en el número de estudiantes en educación básica, el número de maestros contratados y el aumento en el monto de recursos para cubrir la nómina magisterial. Entre 1998 y 2008, el número de niños en primaria y secundaria aumentó en 5 por ciento y el número de profesores se incrementó en 11 por ciento.

En esa misma década, los recursos del fondo federal dedicado a cubrir los salarios de los profesores (FAEB) tuvo un crecimiento real del 51 por ciento. Descontando la inflación, en 1998 el gasto promedio por maestro era de 230 mil pesos, para 2008 esa cifra se elevó a 299 mil pesos anuales. Esto nos da un salario bruto mensual de 23 mil pesos mensuales, incluyendo un mes de aguinaldo.

Como aún no contamos con un padrón completo de maestros es imposible saber cuánto dinero gana cada uno de los profesores que dedican su vida a educar a los niños mexicanos. Tampoco sabemos cuánto dinero del presupuesto magisterial es desviado para fines políticos, magisteriales o actos de corrupción. Los verdaderos educadores son los más perjudicados por la falta de transparencia. Se puede suponer que la aristocracia sindical y varios gobernadores ordeñan las rentas de esta opacidad.

La organización civil Mexicanos Primero va a la vanguardia en el esfuerzo por transparentar las finanzas de la educación en México. Su consigna revolucionaria se resume en una pregunta muy sencilla: ¿dónde está mi maestro? La creación de un padrón de maestros claro y completo es la lucha más importante por la transparencia en el sexenio de Felipe Calderón; 14 centavos de cada peso del presupuesto federal se destinan a la educación y la verdad no tenemos idea cómo se ejerce este dinero. La vieja Unión Soviética se transformó hasta los cimientos con una revolución política basada en la transparencia. A nuestra versión femenina de Stalin le hace falta su glasnost y su perestroika.
 
Juan E. Pardinas

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Para que México tenga una transformación es requisito indispensable una reforma educativa radical que acabe con el poder del sindicato. Si queremos que el nivel educativo de los mexicanos (en el mediano y largo plazo, las futuras generaciones) mejore, los maestros deben dejar de ser un obstáculo. Hoy la mayoría de los profesores no ven su trabajo como una vocación, como un servicio que brindan, sino como una manera de vivir del Erario sin grandes presiones. Trabajan pocas horas, tienen muchas prestaciones, y se vive sin riesgos laborales. No hay incentivos, motivación, que impulse la mejora educativa. No hay espíritu de competencia entre escuelas, entre grupos, entre zonas.
 
El SNTE y la CNTE se han vuelto una mafia que sólo quieren seguir mantiendo sus canonjías. ¿Hasta cuándo?

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