sábado, abril 10, 2010

 

México sin aspiraciones

La recuperación económica y el crecimiento tienen una liga muy poderosa con un elemento que toda nación posee: sus aspiraciones. ¿Cuáles son las aspiraciones de México? ¿A qué aspiramos los mexicanos dentro de nuestro ambiente inmediato y dentro de la sociedad global?

La crisis financiera mundial ha dejado muchas lecciones. Ha puesto en entredicho no sólo los principios de la economía, sino también el quehacer de los gobiernos, los ciudadanos y las empresas.

Las ideas sobre la competencia económica, el libre mercado y los acuerdos comerciales empiezan hoy a dejar estelas de incompatibilidad que no se han resuelto.

Los bloques comerciales, por ejemplo, hoy empiezan a cimbrarse en sus raíces. El TLCAN propuso una zona de libre comercio entre las tres naciones de América del Norte para procurar su dinamismo económico y un mejor desarrollo. La Unión Europea se enfocó a crear un bloque transnacional para fomentar su desarrollo y crecimiento económico ordenados. El Mercosur buscaba lo mismo, así como la integración de países asiáticos.

El mundo, a pesar de sus bloques comerciales que buscaban crecer más dinámicamente, hoy no tiene chispa. A excepción de un puñado de naciones, el resto del orbe no crece económicamente por encima de un 2 por ciento.

Parecería que falta algo. Ese dinamismo que hace que las sociedades inviertan más, produzcan más, sean más competitivas y puedan crecer más, vaya, no está presente.

Dinamismo económico, desarrollo y aspiraciones de los países parecería ser el nuevo rostro del futuro. Se dice con razón que las aspiraciones son el ingrediente que hace que las sociedades avancen más.

Me pregunto cuáles son hoy las aspiraciones de nuestra clase política, a la que no le interesa el ciudadano, sino la permanencia en el poder.

Desde 1997, cuando se instauró la pluralidad en el Congreso, y en el 2000 que se iluminó a México con un cambio de partido en el poder y llenó por unos momentos a los ciudadanos de aspiraciones nuevas, nada parece avanzar. Es la misma clase política que por su falta de aspiraciones y liderazgo produjo un desencanto.

Un desencanto que obliga al repliegue, que desentona completamente con la energía que debiéramos transmitir y el orgullo por cumplir 200 años de independencia y 100 de no sé qué revolución entre caudillos.

Cuáles son las aspiraciones de sindicatos que, como rémoras, sólo les preocupa seguir colgados del presupuesto de los organismos y del salario de los trabajadores que dicen servir. Todo a cambio de vender sus fidelidades a los partidos políticos que están de compras todos los años.

Cuáles son las aspiraciones de los grupos empresariales que, a pesar de la crisis, buscaron elevar su competitividad, salir a competir a nuevos mercados, llevar más México al mundo.

Cuáles serían las aspiraciones de un familia mexicana que no puede pensar en el mañana y que sabe que sus hijos probablemente no reciban la educación que necesitan, porque a sus maestros y al sindicato que dice controlarlos no les interesa el estudiante como motor y promotor del cambio, sino como justificación de su existencia.

Las aspiraciones de México no están ahí. No nos vemos conquistando los mercados con mejores productos, con un mejor servicio a nuestros clientes, con una mayor pasión en lo que hacemos. No nos vemos exportando programas de gobierno, ni políticas públicas bien hechas y mejor implementadas que sean ejemplo para otros, porque nuestros funcionarios públicos no se ponen de acuerdo para llevarlas a cabo.

No nos vemos reduciendo el índice de corrupción anualmente o elevando la competitividad en cualquiera de los más de 100 indicadores que año con año se miden para ello.

Criticamos sin proponer, porque no sabemos hacerlo, porque somos más rápidos para juzgar que para estudiar a detalle nuestros problemas. Porque no tenemos aspiraciones para cuestionar, proponer, y preferimos seguir como espectadores.

Es cierto, sobran diagnósticos de los problemas que padece el País, pero faltan mexicanos con aspiraciones y liderazgo para resolverlos, para ceder con humildad ante el contrario, para sacrificar sus tiempos más allá de lo cotidiano, para procurar el bien de todos, no el de pocos.

Los programas antipobreza en México son programas de asistencia permanentemente diseñados como para no sacar a nuestras familias marginadas de su círculo de pobreza. Son programas que no buscan que el mexicano tenga mejores aspiraciones, mejores capacidades, sino que se conforme con lo que tiene.

Nuestro crecimiento económico está ligado a nuestras aspiraciones. Si no vemos más allá del esfuerzo diario, si no nos involucramos con mayor energía y determinación para hacer mejor lo que hacemos, seguiremos siendo una sociedad que culpa al mundo entero de nuestra propia ausencia de aspiraciones.

Vidal Garza 
vidalgarza@yahoo.com

 

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Y lo peor de todo es que las pocas propuestas/ideas para que México avance, mejore, son detenidas por las fuerzas reaccionarias, conservadoras, que quieren que todo siga igual para seguir enriqueciéndose a costa de todos. ¿Identificas quienes son los conservadores de hoy que se oponen a los cambios para mantener sus canonjías? Medítalo.

 


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