miércoles, octubre 01, 2008
¿Dónde están?
Tuve una larga conversación con mi amiga Josefina Vázquez Mota. La sentí más decidida pero también más agobiada que nunca. El rechazo que ha surgido en Morelos a la Alianza Educativa es grotesco. Desgraciadamente lo que ocurre con el "magisterio" de ese Estado es apenas una pequeña muestra del nivel de corrupción que ha alcanzado el sindicalismo en México, muy en particular, el sindicalismo oficial.
En los años dorados del PRI (que pronto estará de regreso con todos sus antiguos vicios), uno de los principales pilares que apuntalaba la "democracia" priista era el movimiento obrero. Esto explica por qué PRI y sindicatos cohabitaron de la sórdida manera en que lo hicieron. Los obreros, tutelados por sus líderes, le ofrecían al gobierno su apoyo irrestricto; éste a cambio les concedía cuanta locura y demasía se le ocurriera al líder para tener contenta a su borregada. Yo he leído el contrato de trabajo de varios de estos sindicatos y todavía no me repongo ni del horror de su redacción, ni mucho menos de las concesiones onerosas, lesivas y absurdas que se le hacen a los trabajadores.
Leer estos contratos ayuda mucho a entender el retraso de México y la magna ineficiencia de nuestra burocracia. Habiendo escalafón, ¿quién quiere prosperar mediante sus méritos y su eficiencia personales? Venimos prohijando a una amplia multitud de chambistas mediocres y esto no comenzó en Morelos hace unas cuantas semanas; esto viene de antiguo.
Esto suscita una pregunta que es clave: mientras todo esto pasaba, ¿qué hacían la ciudadanía, la sociedad, la gente de bien? Lo que hacían era mirar para otra parte y, tarde o temprano, apechugar con el inescapable absurdo de nuestros sindicatos y su burocracia. No estaban bien enterados, no querían líos con el gobierno, preferían llevar la fiesta en paz... Todo esto aducían los ciudadanos para disfrazar su pereza y/o su cobardía.
Así llegamos al año de 2008. De muchos modos me consta que la ciudadanía ha cambiado para bien, pero todavía no alcanzamos la lucidez suficiente como para entender que, más allá del retobo y de la opinión de sobremesa, hay que retomar la calle y manifestarnos. Aquí es donde encaja perfectamente la absurda rebelión de los "maestros" morelenses que quieren disponer de sus plazas como si fueran éstas el entrañable centro de sus propiedades. ¡Es absurdo!, ¡es inmoral!, ¡el gobierno no debe permitirlo!, ¡ya estuvo bueno!, esto y más decimos las buenas conciencias que pueblan este país. Todavía no pensamos que como ciudadanía y como sociedad tenemos que pasar a la acción. Y no se trata de ir a golpear maestros morelenses (aunque a mí y como diría mi mamá: cosquillitas me hacen las manos), sino de manifestar públicamente nuestro apoyo a la Alianza Educativa y nuestro rechazo por todas las antiguas formas, en particular, el mercado negro de las plazas. A mí me parece excelente que un maestro obtenga su plaza mediante examen de oposición y también celebro que los mejores maestros, los que ofrezcan mejores resultados, ganen más que los jumentos.
De esto hablábamos Josefina y yo en la referida conversación. Ella me decía con azoro: todos dicen que apoyan esta lucha en contra del viejo sindicalismo y estos pasos a favor de la mejoría sustancial de nuestra educación. Todos me manifiestan su apoyo, pero ¿dónde están?
Mi compromiso público con la Secretaria es encontrar los caminos para que esta voluntad ciudadana se manifieste. Te pido, lectora lector querido, que me ayudes a respaldar la gran transformación de la educación en México. ¿O vamos a dejar sola a la Secretaria?
Germán Dehesa
Cualquier correspondencia con esta columna que por fin avanza, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx (D.R)
En los años dorados del PRI (que pronto estará de regreso con todos sus antiguos vicios), uno de los principales pilares que apuntalaba la "democracia" priista era el movimiento obrero. Esto explica por qué PRI y sindicatos cohabitaron de la sórdida manera en que lo hicieron. Los obreros, tutelados por sus líderes, le ofrecían al gobierno su apoyo irrestricto; éste a cambio les concedía cuanta locura y demasía se le ocurriera al líder para tener contenta a su borregada. Yo he leído el contrato de trabajo de varios de estos sindicatos y todavía no me repongo ni del horror de su redacción, ni mucho menos de las concesiones onerosas, lesivas y absurdas que se le hacen a los trabajadores.
Leer estos contratos ayuda mucho a entender el retraso de México y la magna ineficiencia de nuestra burocracia. Habiendo escalafón, ¿quién quiere prosperar mediante sus méritos y su eficiencia personales? Venimos prohijando a una amplia multitud de chambistas mediocres y esto no comenzó en Morelos hace unas cuantas semanas; esto viene de antiguo.
Esto suscita una pregunta que es clave: mientras todo esto pasaba, ¿qué hacían la ciudadanía, la sociedad, la gente de bien? Lo que hacían era mirar para otra parte y, tarde o temprano, apechugar con el inescapable absurdo de nuestros sindicatos y su burocracia. No estaban bien enterados, no querían líos con el gobierno, preferían llevar la fiesta en paz... Todo esto aducían los ciudadanos para disfrazar su pereza y/o su cobardía.
Así llegamos al año de 2008. De muchos modos me consta que la ciudadanía ha cambiado para bien, pero todavía no alcanzamos la lucidez suficiente como para entender que, más allá del retobo y de la opinión de sobremesa, hay que retomar la calle y manifestarnos. Aquí es donde encaja perfectamente la absurda rebelión de los "maestros" morelenses que quieren disponer de sus plazas como si fueran éstas el entrañable centro de sus propiedades. ¡Es absurdo!, ¡es inmoral!, ¡el gobierno no debe permitirlo!, ¡ya estuvo bueno!, esto y más decimos las buenas conciencias que pueblan este país. Todavía no pensamos que como ciudadanía y como sociedad tenemos que pasar a la acción. Y no se trata de ir a golpear maestros morelenses (aunque a mí y como diría mi mamá: cosquillitas me hacen las manos), sino de manifestar públicamente nuestro apoyo a la Alianza Educativa y nuestro rechazo por todas las antiguas formas, en particular, el mercado negro de las plazas. A mí me parece excelente que un maestro obtenga su plaza mediante examen de oposición y también celebro que los mejores maestros, los que ofrezcan mejores resultados, ganen más que los jumentos.
De esto hablábamos Josefina y yo en la referida conversación. Ella me decía con azoro: todos dicen que apoyan esta lucha en contra del viejo sindicalismo y estos pasos a favor de la mejoría sustancial de nuestra educación. Todos me manifiestan su apoyo, pero ¿dónde están?
Mi compromiso público con la Secretaria es encontrar los caminos para que esta voluntad ciudadana se manifieste. Te pido, lectora lector querido, que me ayudes a respaldar la gran transformación de la educación en México. ¿O vamos a dejar sola a la Secretaria?
Germán Dehesa
Cualquier correspondencia con esta columna que por fin avanza, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx (D.R)
Etiquetas: burocracia, calidad, CNTE, educación, PRI, reaccionario, reformas, sindicatos, SNTE