viernes, enero 11, 2008
Campo y TLCAN
"Cultivemos el trigo de nuestro pequeño campo, sin ocuparnos de la cebada que se eleva en el campo del vecino".
Marcel Prevost
Nuestros políticos han aprovechado nuevamente toda oportunidad para gritar: "Ahí viene el lobo". Ahora lo han hecho con motivo de la entrada en vigor este 1o. de enero del 2008 de la última etapa del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el TLCAN.
En las últimas semanas hemos visto una verdadera avalancha de declaraciones de políticos en periódicos y otros medios de comunicación que nos anuncian que se aproxima el fin de la agricultura mexicana como consecuencia de la apertura total del mercado norteamericano para productos del campo.
Entre las declaraciones que he leído en los últimos días se cuentan algunas que señalan que se perderán millones de empleos por la apertura, que cientos de miles tendrán que migrar a los Estados Unidos, que la agricultura mexicana se desplomará, que los pobres del campo se multiplicarán, que los precios de alimentos subirán y que los precios de los alimentos bajarán (depende de quién lo diga).
La verdad es que estos escenarios catastrofistas son tan falsos como los que originalmente se lanzaron cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio.
Lo que está ocurriendo hoy es que se da el último paso en un acuerdo comercial que entró en vigor hace 14 años para eliminar lo que quedaba de aranceles en unos cuantos productos, entre ellos el maíz, el frijol y el azúcar. La principal atención se ha prestado al caso del maíz. Distintos grupos políticos han organizado movilizaciones para exigir que se cierren las puertas a la importación libre de maíz porque esto, supuestamente, amenaza no sólo nuestra agricultura sino nuestra identidad nacional.
Quienes organizan estas protestas, sin embargo, al parecer no se han dado cuenta que desde hace años México ha estado ya importando maíz libre de aranceles... y exportándolo también. ¿Por qué? Simplemente por el hecho de que así lo han exigido los mercados.
México es autosuficiente en maíz blanco, el cual se utiliza preferentemente para el consumo humano y en especial para la producción de tortillas. De hecho, vendemos un pequeño excedente a Estados Unidos, que virtualmente no tiene producción de maíz blanco.
La situación es completamente distinta en el caso del maíz amarillo. En éste tenemos y hemos tenido siempre un déficit por lo que importamos millones de toneladas al año de Estados Unidos. Este maíz amarillo no se utiliza en general para consumo humano sino como forraje para ganado y como insumo para la producción de alta fructosa. Hasta ahora la importación de este maíz estaba nominalmente sujeta al pago de un arancel, pero el gobierno ha ampliado unilateralmente los cupos de importación sin arancel debido a que necesitamos el producto.
A principios de este 2007, cuando se registró un aumento en la tortilla como reflejo de un alza en el precio del maíz en Estados Unidos, el gobierno mexicano tuvo que hacer malabares para traer a nuestro país una mayor cantidad de maíz amarillo. Para eso amplió los cupos de importación sin arancel. Ya estamos importando maíz sin arancel.
¿Que el campo mexicano es pobre? Claro. Pero eso no es culpa de una medida que apenas entrará en vigor este 1o. de enero o del Tratado de Libre Comercio que se ha aplicado a lo largo de los últimos 14 años y que ha permitido un aumento muy importante en las exportaciones de productos agropecuarios y alimentos de México a Estados Unidos.
La pobreza del campo mexicano es producto de otros factores. Uno de ellos es estructural. México no ha concluido la transición poblacional que todos los países del mundo han llevado a cabo en su proceso de desarrollo y que implica la transformación de una sociedad rural a una urbana. Quienes piensan que de alguna mágica manera México puede quedar exento de este proceso mundial simplemente están tratando de engañarse a sí mismos o a los demás. Lo que necesitamos como país es tomar medidas que permitan la generación de empleos en la industria y los servicios en el campo y no a tratar de mantener, a base de subsidios, una actividad agrícola; es imposible conservar 20 o 25 millones de campesinos en nuestro país.
La otra razón de la pobreza del campo mexicano es la fragmentación de la tierra. La reforma agraria, motivo de orgullo para tantos políticos, es responsable en buena medida de la pobreza del campo porque ha dejado la geografía mexicana desgarrada en parcelas diminutas, de un promedio de cinco hectáreas, que no permiten la inversión ni la productividad.
Éstas no son faltas del Tratado de Libre Comercio. Ni este acuerdo comercial traerá consigo este año el desplome de la agricultura nacional. Quienes lo anuncian sólo buscan el aumento de subsidios a sus organizaciones.
Subsidios
El gobierno de Estados Unidos gasta una enorme cantidad de dinero de los impuestos en subsidios al campo y especialmente al maíz amarillo. Esto es un abuso para los contribuyentes estadounidenses, pero los mexicanos nos beneficiamos. ¿Por qué? Porque tenemos que importar de todas maneras el maíz amarillo para forraje que no producimos. Si el gobierno estadounidense no diera estos subsidios, los mexicanos simplemente tendríamos que pagar más por este maíz y subirían los precios del pollo y la carne que consumimos.
Sergio Sarmiento
Marcel Prevost
Nuestros políticos han aprovechado nuevamente toda oportunidad para gritar: "Ahí viene el lobo". Ahora lo han hecho con motivo de la entrada en vigor este 1o. de enero del 2008 de la última etapa del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el TLCAN.
En las últimas semanas hemos visto una verdadera avalancha de declaraciones de políticos en periódicos y otros medios de comunicación que nos anuncian que se aproxima el fin de la agricultura mexicana como consecuencia de la apertura total del mercado norteamericano para productos del campo.
Entre las declaraciones que he leído en los últimos días se cuentan algunas que señalan que se perderán millones de empleos por la apertura, que cientos de miles tendrán que migrar a los Estados Unidos, que la agricultura mexicana se desplomará, que los pobres del campo se multiplicarán, que los precios de alimentos subirán y que los precios de los alimentos bajarán (depende de quién lo diga).
La verdad es que estos escenarios catastrofistas son tan falsos como los que originalmente se lanzaron cuando entró en vigor el Tratado de Libre Comercio.
Lo que está ocurriendo hoy es que se da el último paso en un acuerdo comercial que entró en vigor hace 14 años para eliminar lo que quedaba de aranceles en unos cuantos productos, entre ellos el maíz, el frijol y el azúcar. La principal atención se ha prestado al caso del maíz. Distintos grupos políticos han organizado movilizaciones para exigir que se cierren las puertas a la importación libre de maíz porque esto, supuestamente, amenaza no sólo nuestra agricultura sino nuestra identidad nacional.
Quienes organizan estas protestas, sin embargo, al parecer no se han dado cuenta que desde hace años México ha estado ya importando maíz libre de aranceles... y exportándolo también. ¿Por qué? Simplemente por el hecho de que así lo han exigido los mercados.
México es autosuficiente en maíz blanco, el cual se utiliza preferentemente para el consumo humano y en especial para la producción de tortillas. De hecho, vendemos un pequeño excedente a Estados Unidos, que virtualmente no tiene producción de maíz blanco.
La situación es completamente distinta en el caso del maíz amarillo. En éste tenemos y hemos tenido siempre un déficit por lo que importamos millones de toneladas al año de Estados Unidos. Este maíz amarillo no se utiliza en general para consumo humano sino como forraje para ganado y como insumo para la producción de alta fructosa. Hasta ahora la importación de este maíz estaba nominalmente sujeta al pago de un arancel, pero el gobierno ha ampliado unilateralmente los cupos de importación sin arancel debido a que necesitamos el producto.
A principios de este 2007, cuando se registró un aumento en la tortilla como reflejo de un alza en el precio del maíz en Estados Unidos, el gobierno mexicano tuvo que hacer malabares para traer a nuestro país una mayor cantidad de maíz amarillo. Para eso amplió los cupos de importación sin arancel. Ya estamos importando maíz sin arancel.
¿Que el campo mexicano es pobre? Claro. Pero eso no es culpa de una medida que apenas entrará en vigor este 1o. de enero o del Tratado de Libre Comercio que se ha aplicado a lo largo de los últimos 14 años y que ha permitido un aumento muy importante en las exportaciones de productos agropecuarios y alimentos de México a Estados Unidos.
La pobreza del campo mexicano es producto de otros factores. Uno de ellos es estructural. México no ha concluido la transición poblacional que todos los países del mundo han llevado a cabo en su proceso de desarrollo y que implica la transformación de una sociedad rural a una urbana. Quienes piensan que de alguna mágica manera México puede quedar exento de este proceso mundial simplemente están tratando de engañarse a sí mismos o a los demás. Lo que necesitamos como país es tomar medidas que permitan la generación de empleos en la industria y los servicios en el campo y no a tratar de mantener, a base de subsidios, una actividad agrícola; es imposible conservar 20 o 25 millones de campesinos en nuestro país.
La otra razón de la pobreza del campo mexicano es la fragmentación de la tierra. La reforma agraria, motivo de orgullo para tantos políticos, es responsable en buena medida de la pobreza del campo porque ha dejado la geografía mexicana desgarrada en parcelas diminutas, de un promedio de cinco hectáreas, que no permiten la inversión ni la productividad.
Éstas no son faltas del Tratado de Libre Comercio. Ni este acuerdo comercial traerá consigo este año el desplome de la agricultura nacional. Quienes lo anuncian sólo buscan el aumento de subsidios a sus organizaciones.
Subsidios
El gobierno de Estados Unidos gasta una enorme cantidad de dinero de los impuestos en subsidios al campo y especialmente al maíz amarillo. Esto es un abuso para los contribuyentes estadounidenses, pero los mexicanos nos beneficiamos. ¿Por qué? Porque tenemos que importar de todas maneras el maíz amarillo para forraje que no producimos. Si el gobierno estadounidense no diera estos subsidios, los mexicanos simplemente tendríamos que pagar más por este maíz y subirían los precios del pollo y la carne que consumimos.
Sergio Sarmiento
Etiquetas: campo, demagogia, economia, inflacion, pobreza, populismo, precios, subsidios, TLCAN
Comments:
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Como puede existir un bloc con una entrada como la se ponen en este?
Creo que la persona que lo puso necesita un minimo de conciencia y de informacion, los juicios que se den en un medio como internet deben estar susutentados de forma prectimante cientifica y no en cuestiones de FE
Creo que la persona que lo puso necesita un minimo de conciencia y de informacion, los juicios que se den en un medio como internet deben estar susutentados de forma prectimante cientifica y no en cuestiones de FE
Estimado anónimo, te invito a leer los "posteos" de este bloG, sobre todo los del 2006, para que veas que esos "juicios" tienen sustento y no hay nada de fe en el asunto.
Saludos
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Saludos
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