lunes, octubre 22, 2007

 

Incentivos y respuestas económicas

Los incentivos como núcleo del enfoque económico

Steven Landsburg es un profesor de economía de la Universidad de Rochester. En 1993 publicó un libro pequeño pero notable, que tituló The Armchair Economist y que le ganó fama bien merecida. Se trata de una obra cuyo propósito es aplicar el enfoque analítico de los economistas -de los buenos economistas- a solucionar problemas (enigmas) de la vida diaria.

Por cierto, acabo de recibir su obra más reciente, que no he leído y que ostenta un título muy provocativo: More Sex is Safer Sex: The Unconventional Wisdom of Economics. (Desafortunadamente, he tenido que ocuparme de asuntos más áridos, como la política monetaria).

La lectura de "El Economista de Sillón" vale la pena. Sirve, entre otras cosas, para destacar lo que es el núcleo del pensamiento económico. En palabras de Landsburg: "La gente responde a los incentivos. Todo lo demás es sólo comentario a lo anterior". Desde luego, Landsburg no se refiere a cosas como los "incentivos fiscales" que conocemos en México, sino a los estímulos que genera un cierto arreglo de las instituciones en un sistema económico.

Para entender ese planteamiento, conviene notar que la ciencia económica distingue para sus propósitos dos clases de incentivos:

1) incentivos "positivos o virtuosos", que inducen a las personas a comportarse de manera tal que el resultado es benéfico específicamente para ellas, pero también para la sociedad en general; y,

2) incentivos "negativos o perversos", que motivan conductas individuales o grupales que resultan en provecho privado, pero en perjuicio del bienestar social.

Puede ser que los conceptos previos le parezcan muy abstractos al lector. Para explicarlos -ojalá que con claridad- quizá sea útil recurrir a un par de ilustraciones tomadas de la vida diaria en nuestro País.



La economía del 'ambulantaje'

Desde el punto de vista comercial, las calles del centro de las grandes ciudades resultan particularmente valiosas. El flujo de transeúntes que las recorre es por lo común tan intenso, que cualquier emprendedor entiende que ofrecen una oportunidad extraordinaria para la venta de mercancías y de servicios. En consecuencia, los propietarios de los lotes a lo largo de las avenidas (sea la 5ª Avenida de Nueva York o el Eje Central del D.F.) pueden demandar de los usuarios potenciales rentas muy altas.

Sin embargo, las aceras no son propiedad privada; más bien, pertenecen a la ciudad. Aquí empieza el problema. Si las autoridades no hacen valer sus derechos de propiedad, alguien descubre rápidamente esa "ganga" y usa el espacio como punto de venta. El ejemplo cunde y, muy pronto, frente a la pasividad de los gobernantes, los supuestos comerciantes ambulantes proliferan y se transforman en permanentes. Su número creciente los convierte casi de inmediato en un formidable grupo de interés y, por tanto, en actores políticos de mucho peso.

¿Qué ha sucedido? Simplemente, que la falta de respeto a los derechos de propiedad ha enviado un "incentivo perverso" a los particulares: aprovechar la falla resulta en provecho propio, aunque implica sin remedio un deterioro social. Este último adopta distintas formas, entre las que conviene distinguir las siguientes: 1) la extensión de la informalidad; 2) el entorpecimiento del tránsito peatonal y vehicular; 3) la acumulación de desperdicios; 4) el aumento de la inseguridad; 5) la facilitación de un ambiente propenso a la ilegalidad ... y así, ad nauseam.

El Gobierno del D.F. acaba de recuperar la propiedad de las banquetas del centro histórico, e incluso algunos tramos de sus calles. Con ello, desaparece el "incentivo perverso" al que me he referido. (Ojalá que la situación no sea transitoria).



Un impuesto 'ecológico'

Siguiendo la línea de argumentación anterior, y en contraste, es muy fácil pensar en un ejemplo de "incentivos positivos". Me refiero a un impuesto a los cigarrillos.

Un gravamen sobre la producción y venta de cigarrillos constituye lo que en finanzas públicas se llama un impuesto específico. Los cigarrillos constituyen un artículo adecuado para la aplicación de un tributo de esa naturaleza por dos razones: 1) su demanda es bastante inelástica; y, 2) su consumo ha llegado a ser "socialmente incorrecto". Lo primero quiere decir que el gravamen no altera mucho la conducta del consumidor y, por tanto, es él quien lo paga; lo segundo implica que tiene un obvio atractivo político.

A las características aludidas hay que agregar el hecho de que fumar genera un tipo de efecto que en la literatura económica se conoce como "deseconomías externas". El término es muy impresionante, pero todo lo que quiere decir es que fumar cigarrillos molesta a algunos prójimos y causa perjuicios (cuestionables) que no pagan por completo los fumadores, sino el público en general.

Un impuesto sobre los cigarrillos tiene, en consecuencia, la posibilidad de inducir la conducta correcta desde el punto de vista social: encarece su uso para los fumadores, lo que probablemente contribuirá a moderar su consumo. O bien, si la cantidad demandada es insensible al precio, el gravamen puede generar una abundante recaudación, quizá utilizable para aliviar los daños causados a la salud.

Gravámenes de esta naturaleza existen en todas partes del mundo. No están exentos de problemas, por supuesto. Pero es obvio que ofrecen ventajas sobre otras medidas destinadas a combatir la contaminación y el tabaquismo, tales como las prohibiciones autoritarias y los ineficaces llamados a la prudencia.



¿Cuál es la moraleja de los comentarios anteriores? Muy sencilla: en el diseño de las políticas públicas, conviene alinear los incentivos privados con los beneficios sociales. Para ello, es útil seguir el consejo de un especialista en la materia: "Corazón caliente y cabeza fría" (Alan Blinder). (De esto último existe una variante borgiana: "menos combativo y más documentado").


Everardo Elizondo

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Comments:
Populismo?????
no se confundan.
a caso conocen el Humanismo??
se perecen pero no son iguales.
ver video..
http://es.youtube.com/watch?v=f45SnQGuRu8
 
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