domingo, diciembre 17, 2006
Los problemas de Ebrard
Ganar las elecciones no es lo mismo que acceder al poder y Marcelo Ebrard lo ha venido sufriendo en carne propia. Oficialmente es el jefe de gobierno del Distrito Federal, pero en la realidad política no se sabe bien a bien si es un títere de López Obrador o un rehén de los conflictos que animan a las tribus perredistas.
La lógica del poder es implacable y el PRD está viviendo una escisión entre sus gobernadores y el resto del partido. La abierta actitud de Felipe Calderón ha logrado que los gobernadores de Baja California Sur, Chiapas, Guerrero, Michoacán y Zacatecas estén empezando a gravitar más en la órbita del poder federal que en las terquedades que Leonel Cota y López Obrador siguen defendiendo en su partido.
La excepción parece ser Ebrard, que a pesar de las respuestas generosas que ha recibido del Presidente -como haber aprobado en fast track los nombramientos de su Procurador y su Secretario de Seguridad Pública-, no consigue desbancar a su antecesor, ni adueñarse realmente de las riendas del gobierno capitalino, ni aquietar las luchas intestinas que siguen dividiendo a su partido.
Una vieja anécdota explica parte de su caso. Se cuenta que la noche del 30 de noviembre de 1934, después de rendir su protesta como Presidente, ya con la banda tricolor, Lázaro Cárdenas fue a sentarse junto a Plutarco Elías Calles para ver el resto de la ceremonia.
Mientras sucedían unos bailables -esto ocurría en el Estadio Nacional-, el nuevo Presidente se inclinó hacia el jefe Calles para decirle que debían reunirse cuanto antes para decidir los integrantes del gabinete. Y se dice que Calles, sonriente, le contestó que no era necesario. Si se gastaba cinco centavos en comprar el periódico, encontraría a los que él ya había nombrado.
Ebrard no tuvo que comprar un diario para enterarse que su Secretario de Seguridad Pública había sido nombrado por AMLO desde años atrás, ni que la importante Secretaría de Desarrollo Social -el instrumento que manipula los apoyos corporativos del jefe de gobierno-, era de otro de los incondicionales del antiguo jefe de gobierno, Martí Batres.
La Secretaría de Desarrollo Económico, la Procuraduría Social y la nueva Secretaría de Equidad para las Comunidades Étnicas estaban ocupadas por bejaranistas leales en todo a López Obrador. La nueva Secretaria de Turismo del DF, Alejandra Barrales, rechazada como delegada de Benito Juárez por el fino olfato de los votantes, había sido cómplice de Batres en muchas maniobras políticas y a Marcelo no le quedó sino apechugar con la designación.
El nuevo jefe de gobierno estaría en un lecho de rosas si sus problemas se redujeran a la pasión de AMLO por seguir conectado en línea directa a las mieles del presupuesto, pero por otro lado tiene el dolor de cabeza que representa Nueva Izquierda, o sea la tribu de "los Chuchos", que encabezan Jesús Ortega y Jesús Zambrano.
Nadie cometería el error de considerarlos patriotas bien intencionados, pero entre sus méritos debe contarse que en asociación con el Senador René Arce consiguieron desbancar a los "pejistas" de la Asamblea Legislativa y tras de una votación casi arrasadora, lograron imponer como coordinador a Víctor Hugo Círigo.
La escena se repitió en la Cámara de Diputados, donde Javier González Garza, alias "El Güero", derrotó con el apoyo de Nueva Izquierda al candidato de AMLO. Y en la de senadores se dio el reestreno: Carlos Navarrete, también de "los Chuchos", borró al candidato del líder tabasqueño.
Total, el haber sido el delfín impuesto por López Obrador en tierras perredistas; un jefe de policía de tal ineptitud que Fox -imagínese, Vicente Fox, el inepto por excelencia-, lo corrió por la tragedia de los policías incinerados en Tláhuac; el niño bien que hizo el esfuerzo de propagandearse como "el carnal Marcelo"; el nuevo jefe de una administración formada por reintegros -a no ser por la Procu y el secretario de Transportes y Vialidad, Armando Quintero, que controla con mano de hierro las cuotas de los taxis piratas-, es un rehén de su propio gabinete, no controla la Asamblea Legislativa y por guardarle una lealtad inútil a López Obrador, ha empezado a malquistarse con el nuevo Presidente.
La situación de Ebrard es todavía más trágica porque el pastel tiene cereza. El nuevo titular de la Jefatura de Gobierno quería que uno de sus hombres, Alejandro Rojas Díaz, presidiera el PRD en el DF. No lo consiguió: "los Chuchos" lo bloquearon y sólo gracias a un desayuno que tuvo lugar hace tres días en el Sheraton Alameda, Batres, Jesús Ortega y López Obrador pudieron ponerse de acuerdo en nombrar a Ricardo Ruiz Suárez, alfil del tabasqueño y otra pinza más para someter a Marcelo.
El primer deber de un político elegido para un cargo es obedecer el mandato del electorado y hacerse del poder.
Si no lo consigue estará obedeciendo a quienes no lo eligieron y será incapaz de servir a quienes sí lo eligieron.
Si Marcelo Ebrard no entiende que debe ser leal a la población capitalina y no a quien lo rescató de la nada para usarlo, hará un gobierno peor que el de López Obrador -lo que es decir mucho-, y tendrá que renunciar a su ambición de contarse entre los candidatos a la Presidencia dentro de seis años.
Rafael Ruiz Harrell, El Norte, 17 de diciembre 2006
La lógica del poder es implacable y el PRD está viviendo una escisión entre sus gobernadores y el resto del partido. La abierta actitud de Felipe Calderón ha logrado que los gobernadores de Baja California Sur, Chiapas, Guerrero, Michoacán y Zacatecas estén empezando a gravitar más en la órbita del poder federal que en las terquedades que Leonel Cota y López Obrador siguen defendiendo en su partido.
La excepción parece ser Ebrard, que a pesar de las respuestas generosas que ha recibido del Presidente -como haber aprobado en fast track los nombramientos de su Procurador y su Secretario de Seguridad Pública-, no consigue desbancar a su antecesor, ni adueñarse realmente de las riendas del gobierno capitalino, ni aquietar las luchas intestinas que siguen dividiendo a su partido.
Una vieja anécdota explica parte de su caso. Se cuenta que la noche del 30 de noviembre de 1934, después de rendir su protesta como Presidente, ya con la banda tricolor, Lázaro Cárdenas fue a sentarse junto a Plutarco Elías Calles para ver el resto de la ceremonia.
Mientras sucedían unos bailables -esto ocurría en el Estadio Nacional-, el nuevo Presidente se inclinó hacia el jefe Calles para decirle que debían reunirse cuanto antes para decidir los integrantes del gabinete. Y se dice que Calles, sonriente, le contestó que no era necesario. Si se gastaba cinco centavos en comprar el periódico, encontraría a los que él ya había nombrado.
Ebrard no tuvo que comprar un diario para enterarse que su Secretario de Seguridad Pública había sido nombrado por AMLO desde años atrás, ni que la importante Secretaría de Desarrollo Social -el instrumento que manipula los apoyos corporativos del jefe de gobierno-, era de otro de los incondicionales del antiguo jefe de gobierno, Martí Batres.
La Secretaría de Desarrollo Económico, la Procuraduría Social y la nueva Secretaría de Equidad para las Comunidades Étnicas estaban ocupadas por bejaranistas leales en todo a López Obrador. La nueva Secretaria de Turismo del DF, Alejandra Barrales, rechazada como delegada de Benito Juárez por el fino olfato de los votantes, había sido cómplice de Batres en muchas maniobras políticas y a Marcelo no le quedó sino apechugar con la designación.
El nuevo jefe de gobierno estaría en un lecho de rosas si sus problemas se redujeran a la pasión de AMLO por seguir conectado en línea directa a las mieles del presupuesto, pero por otro lado tiene el dolor de cabeza que representa Nueva Izquierda, o sea la tribu de "los Chuchos", que encabezan Jesús Ortega y Jesús Zambrano.
Nadie cometería el error de considerarlos patriotas bien intencionados, pero entre sus méritos debe contarse que en asociación con el Senador René Arce consiguieron desbancar a los "pejistas" de la Asamblea Legislativa y tras de una votación casi arrasadora, lograron imponer como coordinador a Víctor Hugo Círigo.
La escena se repitió en la Cámara de Diputados, donde Javier González Garza, alias "El Güero", derrotó con el apoyo de Nueva Izquierda al candidato de AMLO. Y en la de senadores se dio el reestreno: Carlos Navarrete, también de "los Chuchos", borró al candidato del líder tabasqueño.
Total, el haber sido el delfín impuesto por López Obrador en tierras perredistas; un jefe de policía de tal ineptitud que Fox -imagínese, Vicente Fox, el inepto por excelencia-, lo corrió por la tragedia de los policías incinerados en Tláhuac; el niño bien que hizo el esfuerzo de propagandearse como "el carnal Marcelo"; el nuevo jefe de una administración formada por reintegros -a no ser por la Procu y el secretario de Transportes y Vialidad, Armando Quintero, que controla con mano de hierro las cuotas de los taxis piratas-, es un rehén de su propio gabinete, no controla la Asamblea Legislativa y por guardarle una lealtad inútil a López Obrador, ha empezado a malquistarse con el nuevo Presidente.
La situación de Ebrard es todavía más trágica porque el pastel tiene cereza. El nuevo titular de la Jefatura de Gobierno quería que uno de sus hombres, Alejandro Rojas Díaz, presidiera el PRD en el DF. No lo consiguió: "los Chuchos" lo bloquearon y sólo gracias a un desayuno que tuvo lugar hace tres días en el Sheraton Alameda, Batres, Jesús Ortega y López Obrador pudieron ponerse de acuerdo en nombrar a Ricardo Ruiz Suárez, alfil del tabasqueño y otra pinza más para someter a Marcelo.
El primer deber de un político elegido para un cargo es obedecer el mandato del electorado y hacerse del poder.
Si no lo consigue estará obedeciendo a quienes no lo eligieron y será incapaz de servir a quienes sí lo eligieron.
Si Marcelo Ebrard no entiende que debe ser leal a la población capitalina y no a quien lo rescató de la nada para usarlo, hará un gobierno peor que el de López Obrador -lo que es decir mucho-, y tendrá que renunciar a su ambición de contarse entre los candidatos a la Presidencia dentro de seis años.
Rafael Ruiz Harrell, El Norte, 17 de diciembre 2006
ruizharrell@gmail.com
Comments:
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Entiende: Ganó el PRD con 70% en el DF. No le busques. Ganamos. Arrasamos porque lo hacemos mejor en cultura, en educación y en desarrollo social.
Responde: ¿Por qué los recortes a educación y cultura de FeCal? ¿Por qué el recorte a la UNAM?
Responde: ¿Por qué los recortes a educación y cultura de FeCal? ¿Por qué el recorte a la UNAM?
Pues que los perredistas entiendan que Felipe ganó la presidencia, y todos contentos, no?
Yo sí estoy de acuerdo que recorten el presupuesto a la universidad mas no a investigación. Lo no cuesta no se aprecia.
Salu2
Yo sí estoy de acuerdo que recorten el presupuesto a la universidad mas no a investigación. Lo no cuesta no se aprecia.
Salu2
Hola Luis Ricardo!
Quien esta negando el triunfo legitimo, en las urnas, de Ebrard? El mismo día y la misma elección que la de Felipe Calderón, por cierto.
Aquí sólo estamos comentando la crisis que hay al interior del PRD. Punto. No le busques mas.
¿Por qué el recorte a la educación y la UNAM? Te invito a leer mi opinión en mi otro blog, el primer link a la izquierda.
Saludos
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Quien esta negando el triunfo legitimo, en las urnas, de Ebrard? El mismo día y la misma elección que la de Felipe Calderón, por cierto.
Aquí sólo estamos comentando la crisis que hay al interior del PRD. Punto. No le busques mas.
¿Por qué el recorte a la educación y la UNAM? Te invito a leer mi opinión en mi otro blog, el primer link a la izquierda.
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