lunes, octubre 09, 2006

 

La semana que viviremos en peligro

Esta semana será, en muchos sentidos, decisiva para el futuro inmediato del país. Será, también, una de las semanas más peligrosas para la estabilidad, porque existen fuerzas decididas a provocar enfrentamientos y violencia. Y todo girará en torno a las elecciones del próximo domingo en Tabasco, teniendo como escenario privilegiado el conflicto oaxaqueño que para hoy ya estará trasplantado a la ciudad de México.

El domingo hay elecciones en Tabasco y todas las encuestas, sin excepción, anticipan una debacle del PRD pero más particularmente de Andrés Manuel López Obrador, que el dos de julio ganó con amplitud las elecciones federales en el estado y que el domingo 15, a pesar de haber tomado la campaña local como suya y haber desplazado al candidato César Raúl Ojeda, terminará perdiendo por unos 10 puntos ante el priista Andrés Granier. Es la demostración de que la sociedad no apoya (incluyendo su estado) ni la tesis del fraude electoral, ni la llamada resistencia civil ni mucho menos el absurdo de verlo hacer campaña enfundado en una banda presidencial de a mentiritas.  La gente en Tabasco lo que quiere es trabajar, aprovechar el buen momento de las finanzas petroleras, las posibilidades de fuertes inversiones en el sector energético en el estado. Ya ha comprobado los costos de las “luchas” de López Obrador durante años, los de la distancia con la federación por el enfrentamiento López Obrador-Madrazo y de éste con el entonces presidente Zedillo. Ha visto, también, el costo de la anulación de una elección para gobernador y, por otra parte, cómo puede avanzar, pese a todo, cuando existe una buena comunicación entre el gobierno federal y el local, como se dio en los últimos tiempos entre el presidente Fox y el gobernador Manuel Andrade que, además, tuvo el tino de dejar que llegara a la candidatura priista no su preferido sino el mejor candidato: ése es Granier y ello se refrendará en los resultados electorales del domingo...si no sucede algo extraño.

Porque existe el interés, bastante transparente, del lopezobradorismo de reventar las elecciones para no exponerse a otra derrota. Para ello la gente más radical del ex candidato se ha trasladado a Tabasco para tomar el control de la campaña de Ojeda Zubieta, que ha quedado desplazado al papel de acompañante de López Obrador y que incluso ha tenido que abandonar el discurso conciliador que había manejado en los últimos tiempos, sabiendo que la postura de López Obrador no tiene apoyo popular,  quedando en un mundo extraño, donde en unos espacios dice que apoya al autodenominado presidente legítimo y en otros asegura que acepta los resultados electorales y se compromete a trabajar con el presidente Felipe Calderón. En lugar de mejorar su posición ello, evidentemente, la empeora y López Obrador hace todo lo posible por terminar de arruinar las cosas. El problema es que los costos para su partido son cada día más altos y ya hay sectores decididos, en el PRD a comenzar a exigir cuentas: en Chiapas, la posición de López casi hizo perder a Juan Sabines, que se ha apresurado a reconocer a Calderón como presidente y deslindarse de las posiciones del lopezobradorismo. En Tabasco los está llevando, en línea recta, a la derrota. En las cámaras y en la vida política, el PRD está haciendo un desfiguro tras otro, porque su posición es cada día más contradictoria: la semana pasada, después de hacer un escándalo para tratar de que el presidente no fuera este 10 de octubre a entregar la medalla Belisario Domínguez, asistieran sólo tres de sus senadores a la sesión para designar al acreedor de la misma; Javier González Garza se hace bolas cuando habla de apoyar o no proyectos de otras fuerzas y hasta despierta ternura tanta confusión del coordinador de los diputados, que se ha impuesto a un lenguaje cantinflesco para no tener que explicar qué opina de verdad sobre estos temas; mientras todos los mandatarios de origen socialdemócrata del continente estaban reuniéndose con Calderón y haciendo planes para el futuro, apareció en el foro de Biarritz, Muñoz Ledo (que hasta el año pasado asistía al mismo con embajador de Fox) hablando de una dictadura en México, demostrando la distancia que se ha instalado entre el ex embajador y la realidad. En el DF, los talibanes de Martí Batres y Fernández Noroña están buscando expulsar a una joven diputada que cometió el pecado de decir que se debe trabajar con Calderón. Todo ello demuestra, en última instancia, la desesperación de esa corriente ultra que sigue radicalizando su lenguaje porque, como ha perdido casi todo, considera que esa es ya su única apuesta posible: la coerción a los miembros de su propio partido para que no haya disidencia alguna. Pero la disidencia allí está y estallará pasado el desastre tabasqueño.

Por eso también, este lunes la APPO rechazará la propuesta gubernamental y radicalizará aún más sus acciones, esperando que el gobierno, finalmente, haga uso de la fuerza pública y pueda utilizar ese argumento para calentar Tabasco. Lo hace, además, conciente de que al traer el conflicto a la ciudad de México con la complicidad de las autoridades locales, tratará de generar un estallido mediático que fortalezca las debilitadas posiciones del lopezobradorismo. Allí está el peligro y allí también, el costo de la cerrazón de sectores del priismo que no quieren asumir responsabilidad alguna en Oaxaca, cuando podrían capitalizarlo políticamente en su favor y sumarlo, de esa manera, al triunfo en Tabasco.

La popularidad y aceptación de Calderón ha crecido; su gira por Centro y Sudamérica fue exitosa; excepto puntos muy específicos, la estabilidad del país es la norma; la popularidad de López Obrador se derrumba, perderá las elecciones locales y su tiempo se acaba. Necesita reventar el escenario político: intentará hacerlo esta semana utilizando Oaxaca y las elecciones tabasqueñas.

Por: Jorge Fernández Menéndez
Publicado en: Periódico Excelsior Fecha: Lunes, 9 de Octubre de 2006

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