miércoles, octubre 04, 2006
Dos Felipes
"La palabra es mitad de quien la habla y mitad de quien la escucha".
Michel de Montaigne
Felipe González, el ex presidente del gobierno español, se reunió ayer con Felipe Calderón, el presidente electo de México. No fue obstáculo el hecho de que el primero sea miembro del Partido Socialista Obrero Español, una organización que pertenece a la Internacional Socialista, y el segundo del Partido Acción Nacional, cuyos lazos son con la democracia cristiana y con los partidos de centro-derecha del mundo. De hecho, Calderón ha sido tradicionalmente mucho más cercano a José María Aznar, quien fue presidente del Partido Popular español y ha sido un crítico acérrimo de González y de los socialistas.
Todo lo anterior no hace sino darle mayor realce a la visita de Felipe el español a Felipe el mexicano. Con esta acción González recalca su posición, compartida por José Luis Rodríguez Zapatero, el actual presidente del gobierno español, también socialista, de que no se han encontrado las pruebas del fraude del que Andrés Manuel López Obrador afirma haber sido víctima. Ambos le han recomendado al perredista aceptar el resultado de la elección y emplear la enorme fuerza obtenida por el PRD en el Congreso para impulsar una agenda de izquierda y para prepararse para gobernar en el futuro.
Felipe González es un representante muy importante de la izquierda moderna. Su posición la ha reiterado en innumerables ocasiones y en foros muy diversos. Es un hombre de izquierda, profundamente convencido de la necesidad de combatir la pobreza y la desigualdad, pero cree igualmente en las instituciones democráticas. Es un socialista, por supuesto, pero uno que rechazó el marxismo en un momento crucial de su carrera y que entiende que vivimos en una economía globalizada. González entiende la necesidad de crear riqueza tanto como lo comprende la derecha. Pero comprende también el papel que debe tener el Estado en el reparto de esa riqueza.
Hay buenas razones para pensar que González habría preferido un triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Con el tabasqueño, él comparte muchos de los principios de la izquierda. Con Calderón su relación no será de afinidad ideológica. Pero González entiende que la regla fundamental de la democracia es aceptar los resultados de los procesos electorales. Se trata, además, de un hombre profundamente decente y convencido de la necesidad de lograr acuerdos entre los rivales políticos para bien de la comunidad.
La reunión de los dos Felipes ayer es muy significativa. Ratifica el creciente reconocimiento internacional a esas instituciones democráticas mexicanas que López Obrador ha mandado al diablo. Casi todos los jefes de estado y de gobierno del mundo han felicitado ya a Calderón y reconocen la legitimidad de su triunfo. Gradualmente, Hugo Chávez se está quedando como el único mandatario extranjero que se niega a reconocer a Calderón como presidente legítimo de México. Pero Chávez, ese presidente que se persignó en la tribuna de la Asamblea General de las Naciones Unidas y afirmó que el lugar olía a azufre, no es necesariamente un aliado cómodo para López Obrador.
La reunión entre uno de los estadistas más respetados del mundo y un joven que apenas acaba de ser electo presidente de México, sin embargo, debe servir también para otra cosa. Calderón no está llegando a la Presidencia de la República con el mandato que le permita hacer lo que quiere. Su margen de victoria fue muy pequeño: lo suficiente para darle el gobierno en el sistema electoral mexicano, pero no para darle un mandato para aplicar sus ideas sin buscar consensos.
Mucho se ha dicho que Felipe Calderón tendrá que moverse hacia la izquierda. Los mexicanos no votaron por un presidente de derecha. Los sufragios que recibió López Obrador son indicio de que un porcentaje muy importante de los ciudadanos considera importante un cambio hacia la izquierda. Muchos de quienes votaron por Calderón, por otra parte, lo hicieron más para impedir que López Obrador llegara al poder que por pensar que Felipe representaba la mejor opción para el país.
A pesar de las descalificaciones de López Obrador y de su gente, que no dejaron en toda la campaña de referirse a Calderón como el "candidato de la derecha", hay razones para pensar que el michoacano no tendrá grandes dificultades para moverse hacia el centro o incluso al centro-izquierda. Cuando fue presidente nacional del PAN, de hecho, hizo todo lo que estaba en su poder para llevar el partido hacia esa posición. Tendrá que ser, sin embargo, un centro-izquierda inteligente, que entienda, como lo ha hecho Felipe González, la forma en que funciona la economía en estos tiempos modernos.
El encuentro de los dos Felipes ratifica los instintos democráticos del estadista español, pero también la necesidad de Calderón de ir más allá de su círculo tradicional. Debería ser también una lección para López Obrador, que con su rechazo a la democracia y a la sensatez política, se está cerrando las puertas, incluso en los círculos de la izquierda democrática que durante tanto tiempo cultivó.
Tolerancia
Andrés Manuel López Obrador la ha emprendido ahora contra un grupo de periodistas que no han estado de acuerdo con algunas de sus posiciones. Entre ellos se cuentan Carlos Marín y Ciro Gómez Leyva de Milenio. Reforma hace tiempo que fue descalificado. Es una lástima. La izquierda fue tradicionalmente la parte tolerante de la sociedad mexicana. Hoy López Obrador quiere cambiar también esa tradición.
Sergio Sarmiento, El Norte, 3 de octubre 2006
sarmiento.jaquemate@gmail.com
Michel de Montaigne
Felipe González, el ex presidente del gobierno español, se reunió ayer con Felipe Calderón, el presidente electo de México. No fue obstáculo el hecho de que el primero sea miembro del Partido Socialista Obrero Español, una organización que pertenece a la Internacional Socialista, y el segundo del Partido Acción Nacional, cuyos lazos son con la democracia cristiana y con los partidos de centro-derecha del mundo. De hecho, Calderón ha sido tradicionalmente mucho más cercano a José María Aznar, quien fue presidente del Partido Popular español y ha sido un crítico acérrimo de González y de los socialistas.
Todo lo anterior no hace sino darle mayor realce a la visita de Felipe el español a Felipe el mexicano. Con esta acción González recalca su posición, compartida por José Luis Rodríguez Zapatero, el actual presidente del gobierno español, también socialista, de que no se han encontrado las pruebas del fraude del que Andrés Manuel López Obrador afirma haber sido víctima. Ambos le han recomendado al perredista aceptar el resultado de la elección y emplear la enorme fuerza obtenida por el PRD en el Congreso para impulsar una agenda de izquierda y para prepararse para gobernar en el futuro.
Felipe González es un representante muy importante de la izquierda moderna. Su posición la ha reiterado en innumerables ocasiones y en foros muy diversos. Es un hombre de izquierda, profundamente convencido de la necesidad de combatir la pobreza y la desigualdad, pero cree igualmente en las instituciones democráticas. Es un socialista, por supuesto, pero uno que rechazó el marxismo en un momento crucial de su carrera y que entiende que vivimos en una economía globalizada. González entiende la necesidad de crear riqueza tanto como lo comprende la derecha. Pero comprende también el papel que debe tener el Estado en el reparto de esa riqueza.
Hay buenas razones para pensar que González habría preferido un triunfo de Andrés Manuel López Obrador. Con el tabasqueño, él comparte muchos de los principios de la izquierda. Con Calderón su relación no será de afinidad ideológica. Pero González entiende que la regla fundamental de la democracia es aceptar los resultados de los procesos electorales. Se trata, además, de un hombre profundamente decente y convencido de la necesidad de lograr acuerdos entre los rivales políticos para bien de la comunidad.
La reunión de los dos Felipes ayer es muy significativa. Ratifica el creciente reconocimiento internacional a esas instituciones democráticas mexicanas que López Obrador ha mandado al diablo. Casi todos los jefes de estado y de gobierno del mundo han felicitado ya a Calderón y reconocen la legitimidad de su triunfo. Gradualmente, Hugo Chávez se está quedando como el único mandatario extranjero que se niega a reconocer a Calderón como presidente legítimo de México. Pero Chávez, ese presidente que se persignó en la tribuna de la Asamblea General de las Naciones Unidas y afirmó que el lugar olía a azufre, no es necesariamente un aliado cómodo para López Obrador.
La reunión entre uno de los estadistas más respetados del mundo y un joven que apenas acaba de ser electo presidente de México, sin embargo, debe servir también para otra cosa. Calderón no está llegando a la Presidencia de la República con el mandato que le permita hacer lo que quiere. Su margen de victoria fue muy pequeño: lo suficiente para darle el gobierno en el sistema electoral mexicano, pero no para darle un mandato para aplicar sus ideas sin buscar consensos.
Mucho se ha dicho que Felipe Calderón tendrá que moverse hacia la izquierda. Los mexicanos no votaron por un presidente de derecha. Los sufragios que recibió López Obrador son indicio de que un porcentaje muy importante de los ciudadanos considera importante un cambio hacia la izquierda. Muchos de quienes votaron por Calderón, por otra parte, lo hicieron más para impedir que López Obrador llegara al poder que por pensar que Felipe representaba la mejor opción para el país.
A pesar de las descalificaciones de López Obrador y de su gente, que no dejaron en toda la campaña de referirse a Calderón como el "candidato de la derecha", hay razones para pensar que el michoacano no tendrá grandes dificultades para moverse hacia el centro o incluso al centro-izquierda. Cuando fue presidente nacional del PAN, de hecho, hizo todo lo que estaba en su poder para llevar el partido hacia esa posición. Tendrá que ser, sin embargo, un centro-izquierda inteligente, que entienda, como lo ha hecho Felipe González, la forma en que funciona la economía en estos tiempos modernos.
El encuentro de los dos Felipes ratifica los instintos democráticos del estadista español, pero también la necesidad de Calderón de ir más allá de su círculo tradicional. Debería ser también una lección para López Obrador, que con su rechazo a la democracia y a la sensatez política, se está cerrando las puertas, incluso en los círculos de la izquierda democrática que durante tanto tiempo cultivó.
Tolerancia
Andrés Manuel López Obrador la ha emprendido ahora contra un grupo de periodistas que no han estado de acuerdo con algunas de sus posiciones. Entre ellos se cuentan Carlos Marín y Ciro Gómez Leyva de Milenio. Reforma hace tiempo que fue descalificado. Es una lástima. La izquierda fue tradicionalmente la parte tolerante de la sociedad mexicana. Hoy López Obrador quiere cambiar también esa tradición.
Sergio Sarmiento, El Norte, 3 de octubre 2006
sarmiento.jaquemate@gmail.com
Comments:
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Apreciado Dany Portales,
¿Realmente vives en México?
Foxilandia o en Martilla en el país de las marvillas, eso era un cuento. Sal a la calle, escuchar, mirar, oler... verás que ese México es muy diferente de que: "todos esos grupos violentos y minoritarios" que no te dejan en paz.
Paz se la deseo a esos gruos minoritarios, esos números de scandalo de pobreza extrema que hay en el país, de esos números de niños fallecidos por desnutrición, por esos niños fallecidos por falta de atenciones médicas, por todos esos... que son la inmensa mayoría, silenciosa y no violenta.
Espero que te den la lata a tu conciencia el resto de tu vida.
Jamás olvides los crimenes de estado, el hambre, la miseria, el expolio y cmo no! los crimenes de Aguas Blancas, Pasta del Concho, Acteal, Oaxaca... y tantos otros.
Que lástima que este bello país hoy se llama narcoMéxico y se olviden de ese grave problema, uno de los que causa más muertes a diario. ¿La APPO ha causado alguna?
¿Realmente vives en México?
Foxilandia o en Martilla en el país de las marvillas, eso era un cuento. Sal a la calle, escuchar, mirar, oler... verás que ese México es muy diferente de que: "todos esos grupos violentos y minoritarios" que no te dejan en paz.
Paz se la deseo a esos gruos minoritarios, esos números de scandalo de pobreza extrema que hay en el país, de esos números de niños fallecidos por desnutrición, por esos niños fallecidos por falta de atenciones médicas, por todos esos... que son la inmensa mayoría, silenciosa y no violenta.
Espero que te den la lata a tu conciencia el resto de tu vida.
Jamás olvides los crimenes de estado, el hambre, la miseria, el expolio y cmo no! los crimenes de Aguas Blancas, Pasta del Concho, Acteal, Oaxaca... y tantos otros.
Que lástima que este bello país hoy se llama narcoMéxico y se olviden de ese grave problema, uno de los que causa más muertes a diario. ¿La APPO ha causado alguna?
¿Que, es tan dificil de creer que vivo en Mexico? No te cabe en la cabeza que hay gente que piense distinto a ti y como respuesta creas que no vivo en Mexico?
Si, la APPO ha asesinado a varias personas. Tan ciego estas? O que, los muertos causados por la APPO no cuentan porque la "causa es justa"??
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Si, la APPO ha asesinado a varias personas. Tan ciego estas? O que, los muertos causados por la APPO no cuentan porque la "causa es justa"??
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