miércoles, julio 19, 2006
La violencia de AMLO ya empezo
"Con el puño cerrado no se puede intercambiar un apretón de manos".
Mahatma Gandhi
En su gran concentración política de este domingo 16 de julio en el Zócalo de la ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador hizo un llamado a sus seguidores a una "resistencia civil pacífica". Resistencia, sin duda, pero lo de civil y pacífica está quedando en la misma categoría que su promesa de aceptar una derrota aunque fuera por un solo voto. Son promesas hechas para romperse.
Ayer, Felipe Calderón fue objeto de una agresión física tras salir del Club de Periodistas del centro de la ciudad de México, donde se había reunido con miembros de la Alianza Sindical Mexicana. Acosado por un grupo de simpatizantes de López Obrador, y custodiado por escoltas del Estado Mayor Presidencial, se subió a su vehículo, el cual fue golpeado y pateado por los activistas.
El episodio no pasó a mayores, en parte gracias a la prudencia de Calderón y del equipo de seguridad. Pero lo realmente grave no fue eso, sino la posición de López Obrador, quien se negó a criticar la agresión: "No, no lo condeno -dijo-. Condeno el fraude electoral".
La señal es peligrosa, sobre todo cuando se añade a otras que se han dado en los últimos días. En una entrevista ayer para Carlos Loret de Mola en W Radio, López Obrador señaló: "Si queremos paz social, estabilidad política, económica, social en el país, que se cuenten los votos".
En la concentración del domingo, Andrés Manuel lanzó también una advertencia a Calderón, pero ominosamente incluyó a su familia: "Le recomiendo -dijo-, por él, por sus familiares, por su gente más cercana, le recomiendo que piense muy bien que la mancha de una elección fraudulenta no se borra ni con todas las aguas de los océanos".
El candidato de la alianza Por el Bien de Todos ha buscado suavizar esta declaración. En una entrevista el lunes negó que hubiera realmente amenazando a la familia de Calderón. Pero su rechazo a condenar la agresión de ayer simplemente ratifica la idea de que está promoviendo un clima de violencia.
Esto le empieza a quedar claro incluso a una prensa internacional que durante mucho tiempo se ha mostrado incondicional de López Obrador. El respetado diario El País, el de mayor circulación en España, apuntó ayer en su editorial "Agitación en México": "El derrotado candidato populista tiene todo el derecho a disputar los resultados de unos comicios tan ajustados. Pero... pretender trasladar esa reivindicación a la calle... es una política irresponsable". El artículo concluye que el antagonismo que se está provocando "conduce exclusivamente al enfrentamiento".
López Obrador afirma que no busca la violencia, pero sus acciones son más convincentes que sus palabras. Se ha negado, por ejemplo, a mantener su impugnación por los comicios del 2 de julio en el marco del derecho y del Tribunal Electoral. Sus movilizaciones políticas se han convertido en desplantes de fuerza.
La amenaza de violencia se vuelve más fuerte conforme se debilitan las pruebas del fraude. Hasta esta semana, después incluso que su equipo jurídico presentó sus recursos de impugnación, López Obrador todavía estaba tratando de decidir si el supuesto fraude había sido cibernético o "a la antigüita". El recurso ante el Tribunal Electoral, por otra parte, tiene la grave debilidad de incluir muy pocas actas de protesta levantadas por sus representantes de casilla.
López Obrador está siguiendo un camino destinado a provocar violencia. Si a una multitud se le hace creer que ha habido un fraude electoral, y se le dice además que la única decisión realmente democrática sería el reconocimiento de un triunfo que los conteos legales no ofrecen, la confrontación se hace inevitable.
No es la primera vez que Andrés Manuel juega con la violencia. Lo hizo ya en 1994 y 1995 tras su derrota en las elecciones de Tabasco. Sus bloqueos de pozos petroleros en ese entonces proporcionaron a la televisión imágenes que durante años han alimentado la fama de violencia del PRD. Los dirigentes del partido afirman que su reputación de agresividad es producto de una guerra sucia en su contra, pero la memoria nos dice otra cosa.
La elección de Tabasco de 1994, sin embargo, es completamente distinta a la de hoy. Un estudio llevado a cabo por los entonces consejeros electorales Santiago Creel y José Agustín Ortiz Pinchetti documentó un fraude en ese estado. La reforma electoral de 1996, empero, cambió de manera radical las reglas del juego. Hoy no sólo hay recursos legales para impugnaciones, sino que son muy poderosos. Recordemos simplemente que el Tribunal Electoral anuló la nueva elección de Tabasco en el 2000.
Lo que no puede hacer ningún sistema electoral democrático es garantizar el triunfo de un partido o un candidato en especial. Pero eso es lo que exigen López Obrador y sus colaboradores. Y mientras lo hacen, como bien lo advierte El País, están empujando a México a un peligroso abismo de violencia.
Correo
Me pregunta el lector Sergio Colunga: "¿A dónde puedo acudir para defender mi voto? Me siento desesperado. Me siento asustado, temeroso. ¡Quiero defender mi voto!, el cual está dentro de los 27.5 millones que no votamos por López Obrador... Por favor, ayúdeme. ¿Dónde puedo hacerme escuchar, así como los simpatizantes de López Obrador?".
Sergio Sarmiento, El Norte
sarmiento.jaquemate@gmail.com
Mahatma Gandhi
En su gran concentración política de este domingo 16 de julio en el Zócalo de la ciudad de México, Andrés Manuel López Obrador hizo un llamado a sus seguidores a una "resistencia civil pacífica". Resistencia, sin duda, pero lo de civil y pacífica está quedando en la misma categoría que su promesa de aceptar una derrota aunque fuera por un solo voto. Son promesas hechas para romperse.
Ayer, Felipe Calderón fue objeto de una agresión física tras salir del Club de Periodistas del centro de la ciudad de México, donde se había reunido con miembros de la Alianza Sindical Mexicana. Acosado por un grupo de simpatizantes de López Obrador, y custodiado por escoltas del Estado Mayor Presidencial, se subió a su vehículo, el cual fue golpeado y pateado por los activistas.
El episodio no pasó a mayores, en parte gracias a la prudencia de Calderón y del equipo de seguridad. Pero lo realmente grave no fue eso, sino la posición de López Obrador, quien se negó a criticar la agresión: "No, no lo condeno -dijo-. Condeno el fraude electoral".
La señal es peligrosa, sobre todo cuando se añade a otras que se han dado en los últimos días. En una entrevista ayer para Carlos Loret de Mola en W Radio, López Obrador señaló: "Si queremos paz social, estabilidad política, económica, social en el país, que se cuenten los votos".
En la concentración del domingo, Andrés Manuel lanzó también una advertencia a Calderón, pero ominosamente incluyó a su familia: "Le recomiendo -dijo-, por él, por sus familiares, por su gente más cercana, le recomiendo que piense muy bien que la mancha de una elección fraudulenta no se borra ni con todas las aguas de los océanos".
El candidato de la alianza Por el Bien de Todos ha buscado suavizar esta declaración. En una entrevista el lunes negó que hubiera realmente amenazando a la familia de Calderón. Pero su rechazo a condenar la agresión de ayer simplemente ratifica la idea de que está promoviendo un clima de violencia.
Esto le empieza a quedar claro incluso a una prensa internacional que durante mucho tiempo se ha mostrado incondicional de López Obrador. El respetado diario El País, el de mayor circulación en España, apuntó ayer en su editorial "Agitación en México": "El derrotado candidato populista tiene todo el derecho a disputar los resultados de unos comicios tan ajustados. Pero... pretender trasladar esa reivindicación a la calle... es una política irresponsable". El artículo concluye que el antagonismo que se está provocando "conduce exclusivamente al enfrentamiento".
López Obrador afirma que no busca la violencia, pero sus acciones son más convincentes que sus palabras. Se ha negado, por ejemplo, a mantener su impugnación por los comicios del 2 de julio en el marco del derecho y del Tribunal Electoral. Sus movilizaciones políticas se han convertido en desplantes de fuerza.
La amenaza de violencia se vuelve más fuerte conforme se debilitan las pruebas del fraude. Hasta esta semana, después incluso que su equipo jurídico presentó sus recursos de impugnación, López Obrador todavía estaba tratando de decidir si el supuesto fraude había sido cibernético o "a la antigüita". El recurso ante el Tribunal Electoral, por otra parte, tiene la grave debilidad de incluir muy pocas actas de protesta levantadas por sus representantes de casilla.
López Obrador está siguiendo un camino destinado a provocar violencia. Si a una multitud se le hace creer que ha habido un fraude electoral, y se le dice además que la única decisión realmente democrática sería el reconocimiento de un triunfo que los conteos legales no ofrecen, la confrontación se hace inevitable.
No es la primera vez que Andrés Manuel juega con la violencia. Lo hizo ya en 1994 y 1995 tras su derrota en las elecciones de Tabasco. Sus bloqueos de pozos petroleros en ese entonces proporcionaron a la televisión imágenes que durante años han alimentado la fama de violencia del PRD. Los dirigentes del partido afirman que su reputación de agresividad es producto de una guerra sucia en su contra, pero la memoria nos dice otra cosa.
La elección de Tabasco de 1994, sin embargo, es completamente distinta a la de hoy. Un estudio llevado a cabo por los entonces consejeros electorales Santiago Creel y José Agustín Ortiz Pinchetti documentó un fraude en ese estado. La reforma electoral de 1996, empero, cambió de manera radical las reglas del juego. Hoy no sólo hay recursos legales para impugnaciones, sino que son muy poderosos. Recordemos simplemente que el Tribunal Electoral anuló la nueva elección de Tabasco en el 2000.
Lo que no puede hacer ningún sistema electoral democrático es garantizar el triunfo de un partido o un candidato en especial. Pero eso es lo que exigen López Obrador y sus colaboradores. Y mientras lo hacen, como bien lo advierte El País, están empujando a México a un peligroso abismo de violencia.
Correo
Me pregunta el lector Sergio Colunga: "¿A dónde puedo acudir para defender mi voto? Me siento desesperado. Me siento asustado, temeroso. ¡Quiero defender mi voto!, el cual está dentro de los 27.5 millones que no votamos por López Obrador... Por favor, ayúdeme. ¿Dónde puedo hacerme escuchar, así como los simpatizantes de López Obrador?".
Sergio Sarmiento, El Norte
sarmiento.jaquemate@gmail.com