martes, julio 11, 2006

 

Es hora de ser correctos y valerosos

El viernes próximo por la mañana, habré de dar una charla en Cancún. Una vez que supe esto, me vino el arrebato lírico y me dije: ¡chinsumá!, me voy a ir desde el lunes para aliviarme un poco de las patrióticas quejas de Manuel Camacho, la valerosa y permanente defensa de la ética por cuenta de Monreal y los desatados discursos de Fernández Noroña que denuncia el fraude electoral como si le hubieran robado su caballo. De todo esto quiero aliviarme.

Es lunes por la tarde y el azul caribe está levemente inquieto. La brisa sopla con suavidad, pero avisa que, de tiempo en tiempo, puede tornarse brutal e implacable. Diría Agustín Yáñez que estoy, que estamos, al filo del agua.

"Respetar el proceso" e impugnar 50 mil casillas es una malévola contradicción y, en su significado estricto, una grosería. El paso siguiente podría ser la invalidación de esas casillas impugnadas y, entonces sí, proceder al "escrupuloso" recuento voto por voto; o sea, el desmadre (esto también en su sentido estricto). Como ya comentaba aquí, de lo que se trata es de encontrar la salvífica fórmula para que AMLO gane porque gane y el sustento de esto es la profunda y delirante convicción que tienen López Obrador y sus discípulos de que ellos son México y que si se diera el catastrófico caso de que ellos perdieran, México se perdería y nada quedaría de la antigua grandeza de los tenochcas. Dan ganas de decirles: ¡achíquenle, manitos!, ya aguantamos desde los sacrificios humanos hasta al PRI y a Doña Marta Pompadour; no van a ser ustedes los políticos y su morralla autoadherida los que nos salven, o los que nos pierdan; mírense bien y verán que son muy poquita cosa junto a una voluntad ciudadana que va despertando y que opta, no por la confrontación, sino por la creación de un espacio democrático donde como mexicanos podamos convivir los pobres que AMLO dice amar tanto (al grado de becarlos para que no pierdan su estatus de pobres) y los "pirrurris" que el gran Peje desprecia tanto que los considera inexistentes o desechables, aunque seamos, como ya fuimos, más de un millón de ciudadanos que libre y voluntariamente marchamos por las calles para pedirle esa seguridad que él no nos procuró, ni antes, ni después de la marcha. Dan ganas de decir: Andrés Manuel, sal de tus delirios y date cuenta de que no pudiste con una ciudad a la que dejaste hecha un chiquero, endeudada, a merced del hampa, sin salud y sin esperanzas de futuro, hambrienta y sedienta, ganada por el narco y por la corrupción, ¿jamás te enteraste de todos los trafiques que ocurrían en esas Delegaciones supuestamente a tu cargo? Andrés Manuel, no pudiste con una ciudad ¿y quieres poder con el país? Te cito un caso: el Sindicato del Metro, un gallo al que no le quitaste ni una pluma, y ante el cual te declaraste vencido y te pusiste a hacer segundos pisos y así ¿quieres o pretendes poder con Hernández Juárez, o Napoleoncito, o la Gordillo? Despierta, Andrés Manuel y deja de venderle a los pobres la falacia de que tú eres su único y legítimo representante; si así fuera, pobres de los pobres. Tú no lo creerás, pero los pirrurris estamos dispuestos, por la vía de la educación y del trabajo, a hacer cuanto sea necesario "hasta que la justicia se siente entre nosotros". No sólo se trata de una deuda moral, sino de un deber de salvación.

Eso me darían ganas de decir; pero, por lo pronto, esta torcida bola ensalivada la tiene que cachar el TRIFE; de él esperamos que proceda con estricta legalidad. Si sus decisiones contrarían a AMLO y lo hacen decir ¡esto es legal, pero no es justo y entonces no lo obedezco!, peor para AMLO. Es hora de ser correctos y valerosos.

 
¿Qué tal durmió? DCCCXXXIII (833)

 
Mientras tanto, MONTIEL y el Precioso siguen durmiendo de maravilla.
 
Cualquier correspondencia con esta columna al filo del agua, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx
German Dehesa, El Norte

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