lunes, abril 24, 2006

 

Desaire y desprecio ...

El que diga necesitar sólo "dos recámaras y un baño" para vivir en Palacio Nacional no exime al señor López, candidato presidencial del PRD, de mostrar el debido respeto y sumisión al electorado.

Pretender ser modesto en los hábitos personales es bueno, pero mejor aún resulta ser cumplido y respetuoso con los ciudadanos a quienes les pide -no, ¡ordena!- que voten por él.

Aunque resulte sumamente ilustrativo conocer por anticipado cómo piensa vivir el señor López de Presidente -si llegara a serlo- lo que los mexicanos necesitan saber realmente es ¡¡¡CÓMO PIENSA GOBERNAR!!!

El vivir modestamente en dos recámaras y un baño, como ofreciera el sábado el candidato perredista, realmente nada resuelve de la actual problemática de México y los mexicanos.

Ello porque de lo que necesitamos enterarnos los ciudadanos no es cómo piensa él acomodar su recinto personal, sino qué piensa hacer respecto al alto costo de los energéticos, por citar un tema.

Necesitamos los ciudadanos, antes de decidir por quién votar, conocer a detalle cómo contempla el señor López impulsar la creación de empleos, promover la inversión nacional y extranjera, incrementar la competitividad de nuestra sociedad, reducir la carga impositiva para los ciudadanos, impulsar la TRANSPARENCIA y la apertura, combatir burocratismos, así como restaurar la SEGURIDAD en nuestras ciudades reconstruyendo los organismos policiacos, en muchos casos rebasados por la inseguridad y/o carcomidos por la corrupción.

Igualmente crucial resulta para los mexicanos conocer en íntimo detalle cómo piensa -y con quién- conducir el señor López la economía y las altas finanzas nacionales.

En suma: los tiempos requieren que difunda en forma abierta y detallada su plan de gobierno.

Como jefe de Gobierno del DF, López dejó cierto sabor amargo respecto a la seguridad, las finanzas capitalinas, la transparencia y la corrupción en su equipo de Gobierno.

Cuando los ciudadanos de la capital protestaron con una marcha masiva la inseguridad capitalina, la respuesta de López fue sarcástica y despreciativa para con los ciudadanos.

Cuando surgieron los escándalos de corrupción en su equipo de gobierno con los Bejarano, los Ahumada y su Tesorero-tahúr, López desvió la atención y sacó a relucir su constante del "compló", evadiendo por completo la responsabilidad que le recaía en la SUPERVISIÓN de dos CERCANOS colaboradores que él nombró y encumbró.

Bajo su gobierno, tanto él en lo personal como en la Asamblea que controlaba vía el partido, se recurrió repetidamente a la OPACIDAD en las finanzas públicas y en la conducción de los asuntos de gobierno que más atañen a la ciudadanía.

López evadió compromiso alguno con la apertura y la transparencia como Jefe de Gobierno capitalino: ¿Se conducirá igual de llegar a la Presidencia?

Éstas, y muchas otras, preguntas vitales son a las que López debe responder: y precisamente para que lo hiciera junto con los otros aspirantes presidenciales dentro del más puro espíritu democrático, es que se instituyó formalmente en nuestro país el DEBATE presidencial.

Fórmula ésta aceptada y pactada para que en igualdad de circunstancias y en un solo foro de frente a la ciudadanía los candidatos presenten sus soluciones, su visión, y concreten de cara al pueblo sus compromisos al tiempo que solidifiquen en la seriedad de un testimonio público las promesas que en campaña ofrendan a la sociedad.

Al decidir NO ASISTIR al Primer Debate Presidencial 2006 el martes, quesque "por estrategia", López evade un compromiso democrático formal y arma al unísono un eslabón más en una larga cadena de DESAIRES y DESPRECIOS que como político le ha extendido reiteradamente a los ciudadanos.

En actitud rebelde, chiflada, caprichuda, le lanza López una bofetada al rostro del electorado, le receta una patada al esquema democrático que pretendemos fortalecer en México.

Además de perder una oportunidad de oro para responder a las dudas de la ciudadanía respecto a su generalizado y difuso plan de Gobierno, López insulta con su desprecio a los mexicanos, a quienes hace sentir que somos poca cosa como para merecer de él las respuestas y explicaciones que le demandamos a consecuencia de su solicitud de voto.


Fricase, El abogado del pueblo, El Norte
opinion@elnorte.com

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