viernes, marzo 24, 2006
Modelo nuevo con ropaje viejo
Los 50 compromisos de campaña de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sus documentos de apoyo (DA), la Plataforma Electoral 2006 de la "Coalición por el Bien de Todos" (PE), y sus declaraciones y acciones desde el año 2000 sirven de base para evaluar su "Proyecto Alternativo de Nación" y, en particular, su supuesto "nuevo modelo" económico.
Considero que como AMLO encabeza las preferencias electorales y se perfila como vencedor en los comicios del 2 de julio, es importante que mis lectores tengan una semblanza, tan amplia como este espacio lo permite, de sus políticas públicas al llegar a la Presidencia. Para ello, dedicaré varias semanas a comentarlas, comenzando hoy con una visión general y abordando en mis próximas columnas varios de sus compromisos electorales que me parecen más relevantes por sus repercusiones en el terreno económico.
Es importante señalar desde el principio que el "modelo" de AMLO no tiene nada de novedoso, como lo pudimos apreciar la semana pasada en mi columna "Las profecías de Bastiat". Su modelo es una mezcla de las políticas keynesianas más elementales, los programas sociales de Gobiernos anteriores, o de las acciones y medidas asistenciales e intervencionistas que aplicaron con resultados económicos muy decepcionantes las naciones socialistas y las latinoamericanas en el siglo pasado, así como las que instrumentaron para nuestro infortunio Luis Echeverría Álvarez (LEA) y José López Portillo (JLP).
Uno pensaría que esas lecciones de la historia fueran suficientes para desalentar a nuestros políticos de repetir los mismos errores, pero ese no es el caso de AMLO, quien al ignorar la historia está condenado a repetirla. Varios ejemplos muestran las similitudes de sus propuestas con las acciones de los Gobiernos de LEA y JLP. Por un lado, sus programas de infraestructura majestuosos como el corredor que comunicaría a los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos para impulsar la demanda y el empleo, tienen su contraparte histórica en los proyectos públicos de LEA, que incluyeron el Complejo Lázaro Cárdenas, Las Truchas.
Sus planteamientos sobre la "soberanía alimentaria" y la política industrial tienen muchas similitudes con el "Sistema Alimentario Mexicano" y el "Plan Nacional de Desarrollo Industrial" de JLP. Ni siquiera su preocupación por los pobres es original, como tampoco es el usar al sector energético como palanca del crecimiento. JLP en su discurso de toma de posesión el 1 de diciembre de 1976 pidió perdón a los "desposeídos", ofreciendo sacarlos de su miseria con políticas públicas que "administrarían la abundancia" que en esa época aparentemente nos proporcionaba el petróleo, algo muy parecido a la oferta de AMLO de usar al sector energético como palanca del desarrollo en los albores del Siglo 21.
Sus ideas para impulsar el campo mexicano son un regreso a políticas públicas que fueron ineficientes y tuvieron efectos negativos sobre la productividad y la asignación de recursos, como es el caso de los precios de garantía, los créditos subsidiados, los subsidios fiscales, etcétera... Por otra parte, en su PE nos dice que el estancamiento, la pobreza y la desigualdad se deben al tránsito "de una política económica de desarrollo (la que imperó antes de 1982) a otra en busca de la estabilidad de precios y del tipo de cambio ignorando sus efectos sobre el empleo y el bienestar social".
Por ello, sus políticas para un "crecimiento con desarrollo sustentable y equidad social" son una mezcla de las políticas de los Gobiernos de LEA y JLP, las acciones "nacionalistas" e "intervencionistas" que caracterizaron a los Gobiernos de Lázaro Cárdenas y sus sucesores, y una ampliación de las acciones en vivienda, salud y educación de los Gobiernos más recientes. El "modelo nuevo" es, por tanto, un híbrido de políticas viejas.
No dudo que algunas de esas políticas, si las instrumenta bien y se quedan en el terreno de lo posible, más que en el de los sueños inalcanzables, tengan resultados favorables, en especial en los campos de educación y salud. Pero si intenta hacer todo lo que promete, acabará desperdiciando recursos e interfiriendo en la actividad económica, por lo que sus políticas sólo tendrán resultados favorables efímeros, para luego generar más trastornos que beneficios para la economía y el bienestar de las personas.
Las políticas públicas de AMLO, además de ser una evocación nostálgica de un pasado desastroso, reflejan una confusión elemental. No distinguen entre el ciclo económico, que es un asunto de coyuntura, y el crecimiento potencial de una economía, que determina su expansión sostenible de largo plazo.
Sus propuestas de política económica que aparecen en sus compromisos, DA y PE están orientadas, en su gran mayoría, al estímulo de corto plazo de la demanda agregada con fuertes dosis de gasto público, que incluye medidas asistenciales, como las transferencias a los adultos mayores y los discapacitados; políticas keynesianas primitivas, como la siembra de un millón de hectáreas maderables; y proyectos grandiosos pero inútiles y económicamente inviables, como el tren bala, cuyo pasaje costaría más que un boleto de avión.
En contraste, brillan por su ausencia en los planteamientos de AMLO reformas estructurales como la laboral y la energética, que elevarían el potencial de crecimiento de nuestra economía. Es por ello que no debe sorprendernos que sus acciones se traduzcan en un incremento temporal del crecimiento económico que, al no ser sostenible, acabe por desembocar en presiones inflacionarias, alza de tasas de interés, depreciación del tipo de cambio, desaliento de la inversión y freno a la actividad económica.
Salvador Kalifa es doctor en economía y consultor económico y financiero. Su e-mail es salvadorkalifa@prodigy.net.mx
Por cierto, Everardo Elizondo, Subgobernador del Banxico, ha escrito mucho sobre el tema de la inflacion baja y el empleo. El ha probado con datos historicos que las inflaciones altas no generan mas empleos. Y cuando ha habido altos crecimientos economicos, sostenidos, la inflacion ha estado baja.
saludos
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