miércoles, enero 08, 2014
Tirar dinero al campo
“Enfatizar el resultado es la clave para aumentar la productividad, mientras que incrementar la actividad puede resultar en lo opuesto". Paul Gauguin
Al igual que el año pasado, el Presidente Enrique Peña Nieto utilizó el aniversario de la Ley Agraria de 1915 para reiterar su compromiso de impulsar "una profunda reforma en el campo, que lo ponga al día y que lo haga más competitivo". La verdad, sin embargo, es que una de las principales razones de la pobreza del campo es precisamente esa ley redactada por Luis Cabrera y promulgada por Venustiano Carranza el 6 de enero de 1915.
Tirar dinero al campo no ha servido para resolver los problemas de la improductividad o la pobreza. El Presidente se vanaglorió este 6 de enero que en 2014 la Secretaría de Agricultura (Sagarpa) "ejercerá el presupuesto más alto de su historia: 82 mil 900 millones de pesos". Esto representa un aumento de 7 mil 500 millones de pesos, casi 10 por ciento, sobre 2013. Si se considera el gasto de todas las dependencias y programas, el Gobierno federal "apoyará al campo con más de 338 mil 600 millones de pesos... Este monto supera en 32 mil 700 millones de pesos al que se tenía al inicio de esta Administración".
Los Gobiernos mexicanos, es cierto, han incrementado de manera espectacular los presupuestos para el campo. El gasto de Sagarpa se ha elevado de 15 mil 128 millones de pesos en 1995 a 75 mil 111 en 2013 según el apéndice estadístico del Primer Informe de Gobierno. La cifra de 2013 es cinco veces superior a la de 1995. En contraste, la producción de los 52 principales cultivos de nuestro país, que representan el 95 por ciento del total nacional, pasó de 123 millones a 185 millones de toneladas, un aumento de apenas 50 por ciento en 18 años.
Si por gastar fuera, México sería campeón mundial en producción agrícola y en muchas otras actividades. Como he señalado antes, el gasto público para combatir la pobreza subió de 15 mil 888 millones de pesos en 1994 a 310 mil 302 millones en 2012, casi 20 veces en 18 años. En ese periodo, sin embargo, la pobreza se redujo apenas de 52.4 a 52.3 por ciento de la población.
Los políticos tienen un incentivo perverso para aumentar el gasto gubernamental, ya que de él obtienen poder y construyen su patrimonio, pero no para resolver los problemas sociales. De hecho, les conviene mantener los problemas porque eso les permite justificar más gasto. El que en 2014 el presupuesto gubernamental esté alcanzando los niveles más altos de la historia no significa que se vayan a resolver los problemas del país.
Ni la falta de productividad ni la pobreza del campo se superarán por el gasto. El único resultado será una mayor burocracia y un mayor desperdicio de recursos. El obstáculo fundamental para el aumento de la productividad del campo mexicano es esa misma Ley Agraria que el Presidente estaba festejando con la Confederación Nacional Campesina el 6 de enero. Esta ley ha generado la falta de derechos de propiedad y la fragmentación del territorio nacional que han debilitado el agro mexicano.
El 59 por ciento de la tierra en México es ejidal o comunal. Cada ejidatario tiene 29 hectáreas para producir. En el sur del país los predios se reducen a 5 hectáreas. Las dificultades para adquirir tierra ejidal y consolidar unidades de producción de mayor tamaño son enormes. Ahí radica el meollo del problema.
Si el Presidente realmente quisiera aumentar la productividad agropecuaria, tendría que derogar todo el entramado surgido de la Ley Agraria de 1915 y crear un sistema de propiedad privada rural como el que existe en los países con éxito en esta actividad. Pero siempre es más fácil, y más provechoso para los políticos, aumentar el gasto público.
Sergio Sarmiento