lunes, diciembre 02, 2013

 

¿Quién paga los impuestos? (realmente)

En relación con la polemizada reforma tributaria, un estimado amigo mío me recordó hace poco el certero dicho de un distinguido economista: "en la sociedad sólo hay dos clases de personas: las que pagan impuestos y las que viven de los impuestos". Desafortunadamente, a menudo no está claro quiénes integran la primera categoría.

En la literatura sobre finanzas públicas una cosa es "el impacto" de un impuesto y otra cosa, muy distinta con frecuencia, es "la incidencia". La diferencia estriba en que el pagador formal del tributo puede "trasladarlo" en muchas ocasiones. Por ejemplo, el impuesto sobre la gasolina, vendida a nivel de bomba, lo paga claramente el consumidor a través del precio (incidencia), aunque sea el vendedor quien tiene la obligación de enterarlo (impacto) al fisco. La historia no acaba ahí en realidad, pero basta y sobra como ilustración.

En todo caso, el ejemplo anterior sirve para enfatizar un punto clave: todos los impuestos recaen "a fin de cuentas" sobre las personas físicas. Las empresas son simplemente agentes recaudadores. Eso es cierto no sólo en lo que toca a gravámenes como el mencionado, sino también en lo que respecta al impuesto sobre las utilidades de las empresas (ISU, para propósitos de esta nota).

A primera vista, el ISU lo pagan los propietarios de la empresa gravada. Esa era precisamente la visión tradicional -aunque no todas las opiniones de los economistas coincidieran. Sin embargo, los avances de la teoría y la acumulación de resultados de ciertos estudios empíricos, han llegado a conformar un nuevo consenso: es muy probable que los trabajadores y los clientes de la empresa terminen pagando una buena parte del ISU. (Vale reconocer que el asunto es cualquier cosa, menos sencillo).

Lo señalado es apenas una primera regla elemental en cuanto a la incidencia de un ISU. La empresa, como tal, no paga impuestos. Una segunda regla es que el gravamen se distribuye en función de la movilidad de los involucrados. Si el impuesto reduce la rentabilidad del capital y éste se puede desplazar con facilidad entre actividades y entre países -como sucede en la economía global- la carga del tributo se traslada, en parte, a los trabajadores. En todo caso, no hay duda de que, en el mundo actual, el capital es más móvil que la mano de obra.

La apertura de la economía (el grado de competencia) limita también la posibilidad de que el impuesto se traslade a los consumidores: el producto afectado puede encontrar la competencia de bienes parecidos, pero producidos en economías donde el ISU es menor. De nueva cuenta, el peso del tributo puede caer sobre los trabajadores.

Una consideración adicional es relevante. Si un ISU propicia la adopción de métodos de producción menos intensivos en capital, ello puede resultar en un crecimiento más lento de la productividad de la mano de obra, en perjuicio de los salarios reales.

Hace poco, en algún otro escrito, cité la conclusión de un trabajo realizado por la Oficina de Análisis Tributario (OTA) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. A la letra, la OTA dice que los resultados de diversos estudios "sugieren reconsiderar el supuesto de que el impuesto sobre el ingreso de las empresas incide sobre los propietarios del capital; los trabajadores quizá reciben una porción sustancial de la carga...". El "quizá" contenido en la frase constituye una advertencia lógica: en estos temas, nunca hay juicios definitivos, hay sólo respuestas razonables.

Así pues, la noción popular de que un ISU lo pagan "los de arriba", es cuando menos cuestionable.
 
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Se ha señalado, con razón, que la recién aprobada reforma tributaria, al reducir la deducibilidad de los gastos de las empresas en previsión social y en aportaciones a los fondos de pensión, causará un aumento del costo de la mano de obra. Eso desalentará, muy probablemente, la creación de empleos formales.

 

Everardo Elizondo

 

 

Entre más carga fiscal tengan las empresas, al final el que paga es el trabajador. Por un lado con productos/servicios más caros. Pero por el otro, y quizá el más grave, con menos inversión productiva (que es la que genera empleos) lo que causa desempleo y, por ende, reducción de los salarios reales. Los salarios no es más que otro precio en el mercado. Es el precio del trabajo. Y a mayor oferta de empleo (vacantes) los salarios suben. Pero si no hay crecimiento económico, si no se generan empleos a un ritmo mayor al del crecimiento de la población, los sueldos bajarán pues habrá más gente dispuesta a aceptar un empleo con un sueldo menor.

 


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