sábado, junio 01, 2013
Movilidad Social
Una forma de ver qué tan efectivo es el desarrollo de una nación es observar la facilidad con la que la movilidad se da en los estratos sociales.
La medición de la movilidad social se coloca como la herramienta para evaluar cómo la sociedad reduce sus desigualdades y permite el ascenso en la escala social a quienes menos tienen.
Por décadas se ha considerado a la educación como el mejor vehículo para facilitar la movilidad social: a mayores niveles de educación y calidad de la misma, los miembros de una sociedad pueden escalar mejor los diferentes niveles sociales y tener un mayor desarrollo.
Inevitablemente, una condición necesaria para la movilidad social es el crecimiento de la economía, la expansión de la actividad económica; pero no es una condición suficiente. No basta con que el crecimiento económico se realice, sino que más ciudadanos contribuyan con él y logren beneficiarse del mismo.
En México, la movilidad social se ha vuelto un tema preocupante de acuerdo con la evaluación más reciente, pues permite observar las deficiencias enormes que tenemos como país para lograr que se reduzca la desigualdad tan lacerante.
La semana pasada fue presentado en la Ciudad, en la UR, el más reciente estudio sobre la movilidad social en México, realizado por convocatoria del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, que dirige el reconocido economista Enrique Cárdenas, y es el primero en su tipo que contempla una revisión de la movilidad social no sólo de los hombres, sino también de las mujeres en este país.
El "Informe de Movilidad Social de México 2013: Imagina tu Futuro" hace una revisión de los obstáculos y las motivaciones que permiten a la sociedad avanzar en su movilidad, para alcanzar mejores niveles de bienestar.
El mensaje central del documento es considerar viable imaginar un futuro donde las personas, independientemente de sus características personales -posición socioeconómica de la madre y el padre, género, culto o religión, preferencias sexuales- y físicas -talla, peso, color de piel-, reciban las mismas oportunidades y puedan competir en igualdad de condiciones por un puesto de trabajo. Así, el esfuerzo y talento deberán ser el motivo de su remuneración y no las características mencionadas.
Las dos principales conclusiones del estudio son: primero, que la sociedad mexicana se caracteriza por altas tasas de movilidad social en los sectores de clase media y una alta inmovilidad en los sectores más bajos, pero también en el más alto de la estructura socioeconómica.
Segundo, que los resultados en términos de la dimensión que refleja las condiciones de competencia de las personas son consistentes con lo que se observa en la movilidad ocupacional.
También se demuestra que el origen de las personas, aunque no condiciona el logro educativo para el nivel básico y medio, sí lo está haciendo para el nivel bachillerato y superior.
En cuanto a las diferencias entre hombres y mujeres, el estudio revela que aún tenemos un tema de desigualdad grave en cuanto al género.
Es más probable que las hijas de padres pobres se mantengan en pobreza, que si los hijos son varones. En el otro extremo, las hijas de padres de niveles socioeconómicos altos tienen más probabilidades de perder movilidad hacia abajo que los descendientes varones de estos padres que tienden en México a permanecer en su nivel socioeconómico alto.
Somos 30 millones de familias las que conformamos nuestro México. Analizando lo que significa la movilidad social para ellas, quiere decir que las 6 millones más pobres tienen menos posibilidades de ascender en la escala social que las de otros países latinoamericanos estudiados, como Chile o Perú. Igualmente, las 6 millones de familias más ricas de México tienen poca movilidad, por lo que permanecen en este nivel socioeconómico más tiempo.
La movilidad más dinámica en México se encuentra en los 18 millones de familias de la clase media. Sin embargo, son precisamente estos mexicanos los que menos programas sociales o de orientación pública tienen.
Este estudio refleja que los programas de atención a los grupos vulnerables en México no han ayudado en nada a mover a estas familias en la escala social. Al contrario, parecería que lo que buscan es mantenerlos en ese nivel de pobreza.
Es momento de reenfocar los programas sociales para fomentar la movilidad social de mejor manera. Al final, el mejor objetivo de cualquier sociedad es precisamente reducir la desigualdad y quitar los obstáculos para el crecimiento y movilidad social.
Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com
La medición de la movilidad social se coloca como la herramienta para evaluar cómo la sociedad reduce sus desigualdades y permite el ascenso en la escala social a quienes menos tienen.
Por décadas se ha considerado a la educación como el mejor vehículo para facilitar la movilidad social: a mayores niveles de educación y calidad de la misma, los miembros de una sociedad pueden escalar mejor los diferentes niveles sociales y tener un mayor desarrollo.
Inevitablemente, una condición necesaria para la movilidad social es el crecimiento de la economía, la expansión de la actividad económica; pero no es una condición suficiente. No basta con que el crecimiento económico se realice, sino que más ciudadanos contribuyan con él y logren beneficiarse del mismo.
En México, la movilidad social se ha vuelto un tema preocupante de acuerdo con la evaluación más reciente, pues permite observar las deficiencias enormes que tenemos como país para lograr que se reduzca la desigualdad tan lacerante.
La semana pasada fue presentado en la Ciudad, en la UR, el más reciente estudio sobre la movilidad social en México, realizado por convocatoria del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, que dirige el reconocido economista Enrique Cárdenas, y es el primero en su tipo que contempla una revisión de la movilidad social no sólo de los hombres, sino también de las mujeres en este país.
El "Informe de Movilidad Social de México 2013: Imagina tu Futuro" hace una revisión de los obstáculos y las motivaciones que permiten a la sociedad avanzar en su movilidad, para alcanzar mejores niveles de bienestar.
El mensaje central del documento es considerar viable imaginar un futuro donde las personas, independientemente de sus características personales -posición socioeconómica de la madre y el padre, género, culto o religión, preferencias sexuales- y físicas -talla, peso, color de piel-, reciban las mismas oportunidades y puedan competir en igualdad de condiciones por un puesto de trabajo. Así, el esfuerzo y talento deberán ser el motivo de su remuneración y no las características mencionadas.
Las dos principales conclusiones del estudio son: primero, que la sociedad mexicana se caracteriza por altas tasas de movilidad social en los sectores de clase media y una alta inmovilidad en los sectores más bajos, pero también en el más alto de la estructura socioeconómica.
Segundo, que los resultados en términos de la dimensión que refleja las condiciones de competencia de las personas son consistentes con lo que se observa en la movilidad ocupacional.
También se demuestra que el origen de las personas, aunque no condiciona el logro educativo para el nivel básico y medio, sí lo está haciendo para el nivel bachillerato y superior.
En cuanto a las diferencias entre hombres y mujeres, el estudio revela que aún tenemos un tema de desigualdad grave en cuanto al género.
Es más probable que las hijas de padres pobres se mantengan en pobreza, que si los hijos son varones. En el otro extremo, las hijas de padres de niveles socioeconómicos altos tienen más probabilidades de perder movilidad hacia abajo que los descendientes varones de estos padres que tienden en México a permanecer en su nivel socioeconómico alto.
Somos 30 millones de familias las que conformamos nuestro México. Analizando lo que significa la movilidad social para ellas, quiere decir que las 6 millones más pobres tienen menos posibilidades de ascender en la escala social que las de otros países latinoamericanos estudiados, como Chile o Perú. Igualmente, las 6 millones de familias más ricas de México tienen poca movilidad, por lo que permanecen en este nivel socioeconómico más tiempo.
La movilidad más dinámica en México se encuentra en los 18 millones de familias de la clase media. Sin embargo, son precisamente estos mexicanos los que menos programas sociales o de orientación pública tienen.
Este estudio refleja que los programas de atención a los grupos vulnerables en México no han ayudado en nada a mover a estas familias en la escala social. Al contrario, parecería que lo que buscan es mantenerlos en ese nivel de pobreza.
Es momento de reenfocar los programas sociales para fomentar la movilidad social de mejor manera. Al final, el mejor objetivo de cualquier sociedad es precisamente reducir la desigualdad y quitar los obstáculos para el crecimiento y movilidad social.
Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com