lunes, octubre 15, 2012

 

Elección de Estado, y tan calladitos

El domingo 7 de octubre en Venezuela, el candidato a la Presidencia opositor, Henrique Capriles, se enfrentó a todo el aparato del poder, con Hugo Chávez a la cabeza como candidato por cuarta ocasión, ¡cuarta! Un aparato de poder absoluto que ha doblegado los poderes Judicial y Legislativo, y se ha apropiado de los medios de comunicación principales en prensa escrita, radio y televisión: la demanda de los YoSoy132.

 

El opositor a Chávez por supuesto perdió y, con todo y la evidencia del empleo sin disimulo de los medios, los fondos y la organización del gobierno de Chávez a favor de Chávez, aceptó su derrota cuando aún no se terminaban de contar los votos, pero ya la ventaja del oficialismo era irreversible. Esto ocurre cuando, así salieran a su favor todos los votos faltantes, no superaría la ventaja ya contabilizada.

 

El motivo es evidente: el candidato opositor en Venezuela, Capriles, aceptó las reglas, pésimas y desventajosas reglas, pero aún así fue a la elección, confiando, quizás, en que podría derrotar la enorme aplanadora oficialista con la sola presión del voto, libre y secreto. No lo consiguió y la noche misma de la elección, Capriles aceptó su derrota. Sin lloriqueos, sin retobos ni pataleos: aposté y perdí. Punto final. Es un demócrata. Como decía mi abuela: "Te voy a dar de sus meados": los del bienportado para el malportado.

 

El pretexto para estatizar medios en Venezuela ha sido el menos novedoso: defensa de la Revolución, en este caso la bolivariana (sea eso lo que sea). Lo mismo se dice en Cuba y Corea del Norte, y alguna vez fue la tesis principal en la Unión Soviética y sus países satélites. El descaro fue completo hacia el final de la jornada electoral: altavoces llamando a votar por Chávez, autobuses dispuestos para el acarreo, presión para "no perder las conquistas" otorgadas por Chávez a los pobres, como aquí los viejitos que llevan a votar por López bajo la amenaza de que podrían perder su magra mensualidad: en Venezuela hubo de todo, como en elección del México pre-IFE, una elección de Estado llana y simple, sin ánimo siquiera de ocultar la mano metida en el dinero público.

 

Supo Capriles que jugaba en desventaja y aun así aceptó las reglas desfavorables. La noche misma del domingo 7, cuando los resultados fueron irreversibles a favor de Chávez, aceptó su derrota… Sin haber firmado ante la nación su compromiso de aceptar cualquier resultado, ante una imposición sin sombra de duda y a la vista del mundo. Capriles hizo más: felicitó a Chávez. Es que hay hombres y hay rajones, decíamos en primaria.

 

Fango sobre la democracia es el ilustrador título de Roger Bartra para su revisión de las elecciones del 2006: una elección ejemplar enlodada por quien nunca ha aceptado una derrota, ni cuando quería ser alcalde de Macuspana (¿o de Huimanguillo o de Macondo?): jamás, jamás. Probado que el fraude en las urnas era imposible (título filoso de José Woldenberg en Reforma) dio una marometa en el aire para saltar del trampolín fraude al trampolín imposición. Y ya ha vuelto a deslizar con disimulo la expresión fraude: Freud que lo socorra.

Es profundamente ofensivo para el pueblo de México que se le considere venal y, además, barato: se vende por una tarjeta de carga para teléfono celular (hay 90 millones de teléfonos móviles en México). Pero eso no lo ven los y las radical chic que se equivocan una y otra vez y no escarmientan. "Poniatowska acompaña a Chávez en jornada electoral", tituló Excélsior (¡!)… A la vejez, viruelas.

 

El daño a la democracia mexicana tardará una generación en repararse porque los hoy jóvenes, que no vivieron las épocas del PRI, están convencidos de que vivimos en el peor de los mundos: y salen en manifestación cuando quieren, y bloquean avenidas o carreteras en acto que no justifica ninguno de los derechos ciudadanos: nadie tiene derecho a cerrar calles o tomar casetas de pago en autopistas. Y cuando la policía los dispersa con gases lacrimógenos para liberar la autopista México-Acapulco, llega el señor este como-se-llame, que preside Derechos Humanos y regaña a la policía, no a los que delinquen con total impunidad.

 

GONZALO RIVAS. ¿Y cómo va la investigación sobre el asesinato de Gonzalo Rivas, quemado vivo por los normalistas de Ayotzinapa que incendiaron la gasolinera donde él trabajaba?

 

Luis González de Alba

Mi sitio web: www.luisgonzalezdealba.com


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