martes, octubre 09, 2012
Chávez triunfa (populismo)
"Para saber ganar hay que saber perder." Henrique Capriles
Si ha habido una elección injusta en América Latina en los últimos tiempos no ha sido la de México sino la de Venezuela. El Presidente Hugo Chávez utilizó constantemente los medios electrónicos, que se enlazaban a través de cadenas nacionales, para promoverse. La enorme mayoría de los canales de radio y televisión, que están bajo control absoluto de Chávez, ya que éste ha expropiado aquellos que no estaban de acuerdo con sus políticas, dedicaban buena parte de su tiempo a alabar al Presidente y a cuestionar al candidato de la oposición, Henrique Capriles. Chávez utilizó sin remilgos el gasto público para promover su candidatura. Sus incondicionales lanzaron amenazas, veladas o no, en contra de quienes pudieran considerar la posibilidad de votar por la oposición.
Una vez que se emitieron los votos, sin embargo, Capriles reconoció el resultado. La diferencia era enorme: de 10 puntos porcentuales. Pudo el candidato de oposición haber reclamado la existencia de un complot en su contra, y vaya que tenía pruebas, pero aceptó el resultado de la elección muy poco después de que cerraron las casillas electorales.
De hecho, Hugo Chávez ha demostrado que se puede tomar el control de un país de manera democrática y mantenerlo de manera indefinida volviéndolo cada vez más personal. Chávez está a punto de cumplir 14 años en el poder. Su reelección le garantiza la silla presidencial otros seis años, con lo cual llegará a 20 en 2019. Pero él mismo ha señalado que su intención es permanecer en la Presidencia de Venezuela de manera vitalicia.
Chávez ha hecho cambios en la Constitución y en las leyes para garantizar su permanencia en el poder, deshacerse de las voces críticas y desmantelar el sistema de libre competencia en la economía. Ha contado con un aliado enorme en los altos precios del petróleo, que durante años le han permitido pagar o compensar todos sus excesos. No se puede negar, sin embargo, que su populismo con dinero le ha permitido ganarse el apoyo de una parte importante de la población venezolana, el 54 por ciento según el resultado de la elección del 7 de octubre. Lo sorprendente es que en estas circunstancias haya habido un 44 por ciento que se haya atrevido a sufragar en su contra.
No debe sorprender que los caciques populistas hayan sido una parte habitual del paisaje político latinoamericano a lo largo de siglos. La fórmula que estos personajes ofrecen es muy atractiva: gobierno fuerte y generosidad del Estado. Los costos de largo plazo usualmente no se notan, especialmente cuando, como es el caso de Chávez, una bonanza en el precio de una materia prima llena las arcas gubernamentales sin necesidad de realizar algún esfuerzo.
La experiencia nos dice, sin embargo, que tarde o temprano Venezuela tendrá que pagar el costo del despilfarro y de haber ahuyentado en gran medida a la inversión productiva. De hecho, a pesar de los recursos petroleros Venezuela sufre ya apagones eléctricos, una alta inflación, enorme violencia criminal y escasez de una gran variedad de productos de todo tipo, incluso los básicos que el Estado custodia de manera prioritaria.
Los caciques populistas no se preocupan por estas situaciones porque siempre piensan que las cosas pueden arreglarse por un nuevo decreto. Y quizá esto funcione en un principio: cuando los productores o importadores de alimentos, por ejemplo, aceptan echar para atrás algún alza de precios ante el temor de enfrentar multas o cárcel. Pero como estas medidas también inhiben la inversión productiva, es sólo cuestión de tiempo para que la escasez se vuelva imposible de resolver. Es una regla del mercado que tarde o temprano se impone, aunque los caciques populistas no crean en los mercados.
Temas faltantes
Reintroducir los temas de democracia sindical y rendición de cuentas en el Senado probablemente haría que los líderes sindicales priistas trataran de aliarse con la izquierda para frenar toda la reforma.
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
Si ha habido una elección injusta en América Latina en los últimos tiempos no ha sido la de México sino la de Venezuela. El Presidente Hugo Chávez utilizó constantemente los medios electrónicos, que se enlazaban a través de cadenas nacionales, para promoverse. La enorme mayoría de los canales de radio y televisión, que están bajo control absoluto de Chávez, ya que éste ha expropiado aquellos que no estaban de acuerdo con sus políticas, dedicaban buena parte de su tiempo a alabar al Presidente y a cuestionar al candidato de la oposición, Henrique Capriles. Chávez utilizó sin remilgos el gasto público para promover su candidatura. Sus incondicionales lanzaron amenazas, veladas o no, en contra de quienes pudieran considerar la posibilidad de votar por la oposición.
Una vez que se emitieron los votos, sin embargo, Capriles reconoció el resultado. La diferencia era enorme: de 10 puntos porcentuales. Pudo el candidato de oposición haber reclamado la existencia de un complot en su contra, y vaya que tenía pruebas, pero aceptó el resultado de la elección muy poco después de que cerraron las casillas electorales.
De hecho, Hugo Chávez ha demostrado que se puede tomar el control de un país de manera democrática y mantenerlo de manera indefinida volviéndolo cada vez más personal. Chávez está a punto de cumplir 14 años en el poder. Su reelección le garantiza la silla presidencial otros seis años, con lo cual llegará a 20 en 2019. Pero él mismo ha señalado que su intención es permanecer en la Presidencia de Venezuela de manera vitalicia.
Chávez ha hecho cambios en la Constitución y en las leyes para garantizar su permanencia en el poder, deshacerse de las voces críticas y desmantelar el sistema de libre competencia en la economía. Ha contado con un aliado enorme en los altos precios del petróleo, que durante años le han permitido pagar o compensar todos sus excesos. No se puede negar, sin embargo, que su populismo con dinero le ha permitido ganarse el apoyo de una parte importante de la población venezolana, el 54 por ciento según el resultado de la elección del 7 de octubre. Lo sorprendente es que en estas circunstancias haya habido un 44 por ciento que se haya atrevido a sufragar en su contra.
No debe sorprender que los caciques populistas hayan sido una parte habitual del paisaje político latinoamericano a lo largo de siglos. La fórmula que estos personajes ofrecen es muy atractiva: gobierno fuerte y generosidad del Estado. Los costos de largo plazo usualmente no se notan, especialmente cuando, como es el caso de Chávez, una bonanza en el precio de una materia prima llena las arcas gubernamentales sin necesidad de realizar algún esfuerzo.
La experiencia nos dice, sin embargo, que tarde o temprano Venezuela tendrá que pagar el costo del despilfarro y de haber ahuyentado en gran medida a la inversión productiva. De hecho, a pesar de los recursos petroleros Venezuela sufre ya apagones eléctricos, una alta inflación, enorme violencia criminal y escasez de una gran variedad de productos de todo tipo, incluso los básicos que el Estado custodia de manera prioritaria.
Los caciques populistas no se preocupan por estas situaciones porque siempre piensan que las cosas pueden arreglarse por un nuevo decreto. Y quizá esto funcione en un principio: cuando los productores o importadores de alimentos, por ejemplo, aceptan echar para atrás algún alza de precios ante el temor de enfrentar multas o cárcel. Pero como estas medidas también inhiben la inversión productiva, es sólo cuestión de tiempo para que la escasez se vuelva imposible de resolver. Es una regla del mercado que tarde o temprano se impone, aunque los caciques populistas no crean en los mercados.
Temas faltantes
Reintroducir los temas de democracia sindical y rendición de cuentas en el Senado probablemente haría que los líderes sindicales priistas trataran de aliarse con la izquierda para frenar toda la reforma.
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com