jueves, febrero 18, 2010

 

Lo esencial y lo accesorio

Hay cosas accesorias que cambian en nuestra economía. Las esenciales siguen igual. Pareciera que de repente empiezan a brotar las buenas noticias económicas para este año.

Hacienda ya aumentó su perspectiva de crecimiento de 3.0 a 3.9 por ciento para 2010. La producción de autos en México creció 102 por ciento en enero. El empleo formal aumentó en 69 mil 875 trabajadores el mes pasado y pronto veremos datos muy favorables de las exportaciones.

¿Todo esto quiere decir que ya sacamos la cabeza y que vamos directamente a la recuperación?

Obviamente no. Pero eso no significa que no vayamos a seguir observando datos muy favorables. El próximo lunes seguramente el INEGI nos dirá que oficialmente la recesión se detuvo en el tercer trimestre del año pasado porque en los últimos tres meses ya tuvimos crecimiento. El próximo 23 de febrero observaremos que las exportaciones manufactureras crecieron en enero quizá más de 20 por ciento respecto al primer mes de 2009. Y le anticipo que tendremos buenos indicadores económicos en las siguientes semanas, de los que le iremos comentando.

Pero eso no va a significar que vayamos mejor. En lo esencial, las cosas no van a ser muy diferentes de lo que eran el año pasado. Seguimos empantanados. La diferencia es que antes nos sumergíamos más y ahora ya hasta flotamos. Pero no hay nada esencial que nos permita pensar que en algún momento próximo vamos a salir del pantano.

Lo esencial de los sistemas económicos tiene que ver con los arreglos institucionales que determinan el comportamiento de las personas.

Es ese viejo misterio de por qué los paisanos son altamente productivos en Estados Unidos y no aquí o por qué los mexicanos cambian su comportamiento en cuanto cruzan la frontera, tiene que ver con la diferencia del entorno.

Así que aunque el PIB haya vuelto a crecer o las exportaciones mejoren, en México los niños seguirán saliendo de la educación básica sin saber lo elemental de las matemáticas y sin las habilidades básicas para expresarse.

Las empresas, sobre todo las más pequeñas, seguirán invirtiendo una gran parte de su energía en librarse de la burocracia que las ahoga.

La corrupción seguirá viento en popa en los cuerpos policíacos, pese a todas las limpias que se han hecho en los últimos años.
Los partidos y en general los políticos seguirán pensando en su interés particular y no en el del País.

Lo esencial en la dinámica de una economía tiene que ver con las causas y no con los resultados.

Y, más allá de las que se han calificado como reformas estructurales, tales como la fiscal, la energética, la laboral, la política, en realidad, ocurran o no, lo que no parece que vaya a cambiar son las reglas del juego que condicionan el día a día de millones de ciudadanos y cientos de miles de empresas. A pesar de los buenos indicadores económicos, la perspectiva que se nos abre no es optimista.

Eso no significa que no vaya a haber personas, empresas y aun sectores muy exitosos. No puede dejar de impresionar que las ventas de autos a los Estados Unidos hayan crecido en 138 por ciento durante enero. Si eso no es éxito, entonces ya nada lo es. Pero desafortunadamente esos casos se van a hacer notar por ser excepciones.

Y la regla será, por ejemplo, la caída real de las ventas de las tiendas de autoservicio en 2.6 por ciento en enero. Ni modo, allí está en buena medida la realidad de nuestra economía.

Enrique Quintana
enrique.quintana@reforma.com

 

 


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