sábado, abril 18, 2009
La andadera de Obama
'Quiero ser tu amigo', le dice Hugo Chávez; habla durante una hora Daniel Ortega
Roberto Zamarripa/ Enviado, El Norte
Puerto España, Trinidad y Tobago (18 abril 2009).- Pegado al micrófono como si estuviera en la Plaza de la Revolución de Managua y no ante sus colegas del continente americano encerrados en un refrigerado salón del Hotel Hyatt, Daniel Ortega empezó a cobrar la deuda que Estados Unidos tiene con Managua según la sentencia de la Corte Internacional de La Haya, emitida hace 15 años, por el bloqueo impuesto por el gobierno de Ronald Reagan contra el gobierno sandinista; recordó que un 17 de abril, pero de 1962, inició la invasión de Bahía de Cochinos patrocinada por Washington con el fin de derrocar a Fidel Castro. Y también el 11 de abril, de hace cuatro años, se produjo el efímero golpe de Estado contra Hugo Chávez "que apoyó el gobierno de Estados Unidos". La fatalidad de abril. Hilaba Ortega sin parar, con más rollo que sustancia.
Barack Obama, el Presidente estadounidense, el más ovacionado en la pasarela de la Quinta Cumbre de las Américas, de traje oscuro, camisa blanca y corbata azul marino, pasó al micrófono con su andar rítmico parecido más a un percusionista o un rapero que a un político tradicional. El salón enmudeció cuando llegó al micrófono. Y saldó la cuenta: "no vengo a discutir el pasado; vengo aquí para pensar el futuro". Salpicaron los aplausos y luego instó a sus homólogos a "que no nos atrape la historia; hay que hacer la agenda del siglo 21".
Pero donde Obama cautivó y dio la vuelta a la andanada fue cuando ofreció una alianza de iguales.
"Si bien Estados Unidos ha hecho mucho en favor de la paz y la prosperidad en el continente, a veces también nos hemos desentendido o hemos tratado de dictar nuestras condiciones. Les prometo que yo busco una alianza de iguales", expresó Obama.
Puntualizó: "No hay un socio grande ni socios pequeños en nuestras relaciones. Tenemos intereses comunes y valores compartidos. Estoy para lanzar un nuevo capítulo... Y para seguir adelante no nos podemos permitir ser prisioneros de los discursos del pasado".
La Quinta Cumbre de las Américas: la que inevitablemente marcará un hito, una vuelta de tuerca en la región.
Desde el Air Force One, en un briefing ofrecido por el jefe de prensa de la Casa Blanca, Robert Gibbs, se anticipaba el tema. Los periodistas norteamericanos, según la versión oficial, instaban antes del aterrizaje en Puerto España a una respuesta sobre el tema del embargo a Cuba.
-¿Piensa el Presidente que el embargo comercial ha servido? le preguntaron
-Pienso que el Presidente está menos preocupado con el debate acerca del pasado y más preocupado acerca de cómo llevar hacia adelante nuestra relación (con Cuba).
Y a Obama le pusieron el fantasma: Cuba. Lo defendieron en el micrófono Cristina Kirchner y Ortega. Afuera, en declaraciones, Hugo Chávez, quien por cierto protagonizó la fotografía de la cumbre, pero no tanto por su iniciativa como por los pasos largos que dio Obama para ganarle la partida y acercársele sin rubor. Aunque Chávez disparó verbalmente primero: "con esta mano saludé a George Bush" le dijo, quien sabe si para espantar o para señalar arrepentimiento. "Quiero ser tu amigo", le espetó el venezolano.
Luego entraron al salón y participaron en una pasarela, como cuando entran los jugadores de basquetbol al escenario y se lee uno a uno a los integrantes del equipo. Así inauguraron la Cumbre. Se cantaba el nombre del mandatario y su país y seguidos por una luz cruzaban por una rampa hasta el presidium semicircular. Chávez partió plaza con aplausos importantes, luego el comunista Tabaré Vázquez, después seis gobernantes caribeños, seguidos por Alán García de Perú, Martín Torrijos de Panamá, Daniel Ortega y pasos atrás Felipe Calderón, sonriente, saludando al aire, tan animado que incluso perdió el paso al voltear para mandar un saludo a alguien que le llamó a lo lejos. Desfilaron 20 más. Cuando llegó Obama, el penúltimo de la fila, la ovación en el salón estalló. Sólo le ganó el Presidente de Trinidad y Tobago, George Maxwell Richards.
Vino después el discurso de apertura de la ceremonia inaugural. La presidenta de Argentina, Cristina Fernández, apeló a no desperdiciar el momento histórico.
"Debemos abordarlo sin estridencias, pirotecnia o artillería verbal que radicaliza las posiciones y no encuentra soluciones", dijo en un terso discurso.
"Es un anacronismo el bloqueo a la hermana Cuba y pedimos su levantamiento", expresó de entrada, al minuto de iniciado su alocución. Apeló: "estamos ante una segunda oportunidad de construir una nueva relación que no es posible dejar escapar".
Ella hizo la radiografía del cambio: "era impensable que un dirigente sindical como Lula y un integrante de pueblos originarios como Evo Morales en Bolivia fueran presidentes en la década de los 90" y, también, que un negro como Obama gobernara Estados Unidos.
Después pasó Ortega a tribuna y justificó su discurso de una hora de duración con la apelación a la libertad de expresión y porque, dijo, "esperé más tiempo, tres horas, arriba del avión a mi llegada por el congestionamiento en el aeropuerto".
El mal humor de sus tres horas perdidas lo endilgó a los mandatarios con una retahíla que terminó siendo cómoda para Obama. "Qué bueno que no me culpó de lo que hizo Estados Unidos cuando yo tenía tres meses de edad", ironizó Obama en referencia al ejemplo del apoyo de Estados Unidos a la invasión de Bahía de Cochinos en 1962.
Entonces Ortega asaltaba bancos con el Frente Sandinista y la juventud latina estaba enamorada del Ché Guevara. ¿Obama? Bailaba en su andadera.
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Notable la diferencia entre los discursos de un estadista y los de un populista demagogo, ¿verdad?