martes, octubre 17, 2006

 

Derrota en Tabasco

"Quienes crean que esto implica la puntilla, una derrota para el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, están totalmente equivocados."
 Alejandro Encinas
 
 
Las encuestas -esas encuestas que tanto desprecia Andrés Manuel López Obrador- confirmaron nuevamente su corrección. El priista Andrés Granier ha ganado la elección al gobierno de Tabasco por esos mismos 10 puntos porcentuales que preveían los sondeos.

Según el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP) de Tabasco el candidato del PRI ha obtenido el 53 por ciento de los sufragios contra el 43 por ciento del aspirante de la coalición Por el Bien de Todos, César Raúl Ojeda. Falta por contabilizar un 5 por ciento de las casillas y hay otro 4 por ciento con inconsistencias que tampoco se ha considerado todavía. Pero las posibilidades de que estos votos reviertan el triunfo de Granier son virtualmente nulas.

El contraste con lo ocurrido hace poco más de tres meses en las elecciones presidenciales es realmente dramático. El 2 de julio López Obrador obtuvo en Tabasco su segundo mejor resultado electoral en las entidades del país (sólo el Distrito Federal, que le dio 58 por ciento de sus sufragios por la Presidencia a López Obrador, superó el porcentaje de Tabasco). En ese entonces la coalición Por el Bien de Todos ganó el 56 por ciento de los votos que se sufragaron en Tabasco para presidente de la república contra el 38 por ciento del también tabasqueño Roberto Madrazo postulado por la Alianza por México que incluía al PRI.

¿Cómo pudo cambiar un resultado electoral en un estado de manera tan dramática en apenas 100 días? Para López Obrador y los dirigentes del PRD la respuesta es muy sencilla: hubo un fraude monumental en la elección al gobierno estatal de este 15 de octubre. Pero si el PRI tenía realmente la capacidad para ese fraude, ¿por qué no la empleó para ganar la elección del 2 de julio cuando menos en Tabasco?

Quizá el problema fue que el tres veces derrotado Ojeda no fue un buen candidato, como lo empiezan a argumentar algunos perredistas. Pero si bien López Obrador nunca ha estado dispuesto a aceptar que una derrota electoral sea culpa suya, quizá en esta ocasión la responsabilidad sea fundamentalmente suya.

Es verdad que las semanas previas a la elección fueron muy complicadas. Hubo acusaciones mutuas entre perredistas y priistas. Hay un video en que el entonces subsecretario de transporte, José del Carmen Domínguez Náres, les ofrecía a taxistas renovar sus concesiones a cambio de apoyar a Granier. Domínguez Nárez fue destituido de inmediato y el PRI ha sido sancionado con una multa de 43 mil 500 pesos por este hecho. Perredistas y priistas, por otra parte, se han acusado mutuamente de comprar y coaccionar el voto. Hubo también arrestos de perredistas llegados de otros estados que buscaban apoyar a Ojeda. Pero difícilmente se puede atribuir a estos hechos el enorme cambio en el resultado electoral. Y esto lo saben los propios perredistas.

López Obrador ha logrado revivir en muy poco tiempo la imagen del PRD como un partido violento que manda al diablo a las instituciones y utiliza los bloqueos de vías de comunicación como arma de presión política. Esa imagen, que empezó a generar el propio Andrés Manuel con sus bloqueos de pozos petroleros en las protestas por sus derrotas como candidato al gobierno de Tabasco en 1988 y 1994, se había desvanecido en los últimos años como consecuencia del surgimiento de un PRD más comprometido con las instituciones democráticas. López Obrador, sin embargo, se ha encargado personalmente de echar para atrás la imagen del PRD moderado con sus protestas y descalificaciones posteriores al proceso electoral del 2 de julio. El daño producido por las "chachalacas" de la campaña no ha hecho sino profundizarse con la toma del corredor Reforma-centro histórico y con los epítetos de "traidor a la democracia" y "pelele" dirigidos a Vicente Fox y Felipe Calderón de los últimos meses.

Ayer Alejandro Encinas buscó minimizar las consecuencias políticas para López Obrador de la derrota en Tabasco. Pero el mismo esfuerzo del jefe de gobierno es indicativo de la preocupación que hoy existe entre los grupos demócratas -que los hay-del PRD. A pesar del control que Andrés Manuel ha tomado sobre el partido, muchos de sus integrantes consideran que, si se continúa en el camino de la radicalización, el PRD se quedará nuevamente solo con esos seguidores radicales que pueden entusiasmar a los políticos, pero que no son suficientes para ganar elecciones.

La derrota del PRD en Tabasco revela que ni en el terruño de López Obrador es posible construir candidaturas exitosas solamente sobre una base de radicales. Andrés Manuel bien puede despreciar a las instituciones de nuestro país. Pero si el PRD quiere seguir siendo un partido relevante en una sociedad democrática, tendrá que empezar a mostrar un mayor respeto a las instituciones mexicanas.

Sergio Sarmiento, El Norte, 17 de Octubre
 
sarmiento.jaquemate@gmail.com

Comments:
... y mañana, en mi blog.

Saludos

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra
 
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