sábado, septiembre 16, 2006
Negociación y acuerdo
"... la decisión del Presidente Fox de dar el Grito en Dolores Hidalgo, en vez de darlo desde el Palacio Nacional, fue juzgada por muchos un acto de claudicación, una derrota. Sin embargo, yo creo que esa determinación fue una de las mejores que ha tomado en su sexenio. En efecto, el Presidente de México no puede ser causa de enfrentamiento entre los mexicanos. Que otros sean los provocadores, no él. Si por principio de autoridad mal entendido, por orgullo o amor propio hubiese insistido Fox en presidir en el Zócalo la ceremonia tradicional del Grito, no sólo se habría expuesto a manifestaciones de agravio a su investidura, y aun a peligrosos riesgos, sino muy posiblemente habría dado ocasión a algún choque entre la fuerza pública y los seguidores de López Obrador, que en su "resistencia pacífica" han demostrado ser capaces de todas las violencias. Las consecuencias de ese enfrentamiento habrían podido ser graves, dado el ambiente que priva. En estos casos una chispa basta para causar una conflagración.
Ciertamente a la mayoría de los mexicanos nos duele mucho que otra vez haya sido secuestrado el corazón de México, que se haya impedido con artería la celebración ahí de un entrañable rito nacional, y que una fiesta mexicana se haya convertido en un festejo lopezobradorista. Pero a final de cuentas el saldo de lo sucedido será favorable a Fox y desfavorable a AMLO, que sigue precipitándose en el despeñadero, aunque para él lo sucedido haya tenido traza de victoria. Espero, en mi ingenuidad, que esto haya sido resultado de una negociación: el Presidente aceptó ir a Dolores y López Obrador cedió en la pretensión de echar su grito en el Zócalo. De ser así también él habría mostrado prudencia, y ésta sería una buena señal para el futuro: la negociación y el acuerdo como vía para evitar violencias. Algo debo añadir: se puede transigir en lo simbólico, en aquello que no está prescrito por la ley, como es el caso de la ceremonia del Grito. En lo que no se puede ni se debe ceder es en lo que atañe al respeto al orden jurídico, a las instituciones de la República, al cumplimiento de los rituales solemnes en que se finca la vida nacional. Hablo del acto de toma de posesión del Presidente electo. En eso sí la autoridad debe imponerse. Ojalá lo sucedido en relación con la ceremonia del Grito sirva de base para un entendimiento en que ni una parte eche mano a la violencia ni la otra deba recurrir al uso legítimo de la fuerza del Estado. ..."
Extracto de la columna de Armando Fuentes Aguirre, Catón, publicada hoy en El Norte