martes, agosto 01, 2006
Ni modo ...
Marcelo Ebrard. De entrada tengo que decir que Marcelo y yo somos buenos cuates y que en verdad me apenó enormemente no haber asistido a su boda a la que de modo tan gentil me invitó. Aunque sea un poco tarde, espero que Mariagna y Marcelo reciban mis parabienes.
Vamos ahora al domingo 30 de julio. Andrés Manuel acaba de pronunciar un discurso cuya redacción, cosa rara, es casi impecable. Comenzó en tono de homilía evangélica (Hombres y mujeres de buena voluntad); y para no romper esta bella ilustración de San Francisco predicando a las aves, también nos dijo que quería, en primer lugar, darle las gracias a los humildes y mi amiga la de Tacubaya (para el Rayo de Esperanza, tenemos a la Raya de Tacubaya) y yo nos preguntamos ¿de dónde demonios sacaron la idílica noción de que los pobres son humildes?, por lo menos, hay que dejarlos ser como se les dé la gana; los habrá humildes y los habrá altivos y arrabiados y todos tendrán derecho a ser. Vuelvo al discurso: prosiguió el largo proemio con una revisión, incompleta pero verídica, de la larga y difícil historia de la lucha de los mexicanos por la democracia y la justicia que de ella emana. De pasadita le dio un machucón a Fox, invocó a Madero (¡ya dejen en paz a los cadáveres!), volvió a fregar con lo de la ¡transparencia! y de manera ciertamente sofística y tramposa nos vino a decir que en el momento actual, sólo quedan dos caminos: la sumisión o la violencia (¿la inteligencia no sería otro buen camino?). Dicho esto, optó de facto por la no sumisión, o sea por la violencia, al plantear ese proyectazo, esa parida mental, dirían en España, del bloqueo de la Avenida Reforma (¿para esto, para pensar tan magna tarugada, se habrán reunido días y noches los cerebros del PRD?).
Procedió luego a hacer una votación a brazo alzado entre los concurrentes al Zócalo y vías aledañas (lectora lector querido, ¿te imaginas cómo le iba a ir al que se atreviera a no alzar el brazo?). Aquí, para que vean, no fue necesario hacer un recuento brazo por brazo y callecilla por callecilla. Ya autorizado para el disparate, el Peje procedió a repartir lotes en el Zócalo y en Reforma y a esto le llamaron asamblea permanente. Jamás había presenciado yo un suicidio político tan fulminante. Como dice mi amigo Luis Esteban Islas (a) el Polituzo (porque es politólogo y es de Pachuca) y lo cito de memoria: es claro que Andrés Manuel ya no quiere ser Presidente; lo único que quiere es que Felipe no lo sea. Creo que estamos asistiendo a la absurda y veloz dilapidación de un capital político. Y así con la toma de Reforma y la muy probable toma de otras vías primarias, comenzó el funeral vikingo de López Obrador. Allá él.
Nosotros, la enorme mayoría de nosotros, quedamos del otro lado de la acera y vemos el aterrador panorama de una ciudad descabezada. Alejandro Encinas, supuesto Jefe de Gobierno, sólo sirve para decirle a AMLO lo que decía Cantinflas: ¡asssórdensjefeee! Luis Ruiz, el mero mero de SETRAVI, informa que hoy lunes ya pasaron a perjudicar a cien mil usuarios de Reforma y calles aledañas; pero que no hay purrún, porque todo se resuelve saliendo de nuestra casa con 20 o mejor 30 minutos de anticipación. Señor Ruiz: que salga su mamacita. Consagrado por la Constitución y por un bando que emitió López Obrador, nuestro derecho de tránsito está por encima del derecho a manifestarse pacíficamente. Nada más nos falta quien lo haga valer.
Aquí es donde entra a la historia Marcelo Ebrard, futuro Jefe de Gobierno quien al serle planteado este caos, respondió breve, pero enérgicamente lo siguiente: ni modo (¡dobabesbadito!).
¿Nos vamos a dejar, o iniciamos la Operación DesPEJE? Corazón: tú dirás lo que hacemos.
Cualquier correspondencia con esta despejada columna, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx
German Dehesa, El Norte
Vamos ahora al domingo 30 de julio. Andrés Manuel acaba de pronunciar un discurso cuya redacción, cosa rara, es casi impecable. Comenzó en tono de homilía evangélica (Hombres y mujeres de buena voluntad); y para no romper esta bella ilustración de San Francisco predicando a las aves, también nos dijo que quería, en primer lugar, darle las gracias a los humildes y mi amiga la de Tacubaya (para el Rayo de Esperanza, tenemos a la Raya de Tacubaya) y yo nos preguntamos ¿de dónde demonios sacaron la idílica noción de que los pobres son humildes?, por lo menos, hay que dejarlos ser como se les dé la gana; los habrá humildes y los habrá altivos y arrabiados y todos tendrán derecho a ser. Vuelvo al discurso: prosiguió el largo proemio con una revisión, incompleta pero verídica, de la larga y difícil historia de la lucha de los mexicanos por la democracia y la justicia que de ella emana. De pasadita le dio un machucón a Fox, invocó a Madero (¡ya dejen en paz a los cadáveres!), volvió a fregar con lo de la ¡transparencia! y de manera ciertamente sofística y tramposa nos vino a decir que en el momento actual, sólo quedan dos caminos: la sumisión o la violencia (¿la inteligencia no sería otro buen camino?). Dicho esto, optó de facto por la no sumisión, o sea por la violencia, al plantear ese proyectazo, esa parida mental, dirían en España, del bloqueo de la Avenida Reforma (¿para esto, para pensar tan magna tarugada, se habrán reunido días y noches los cerebros del PRD?).
Procedió luego a hacer una votación a brazo alzado entre los concurrentes al Zócalo y vías aledañas (lectora lector querido, ¿te imaginas cómo le iba a ir al que se atreviera a no alzar el brazo?). Aquí, para que vean, no fue necesario hacer un recuento brazo por brazo y callecilla por callecilla. Ya autorizado para el disparate, el Peje procedió a repartir lotes en el Zócalo y en Reforma y a esto le llamaron asamblea permanente. Jamás había presenciado yo un suicidio político tan fulminante. Como dice mi amigo Luis Esteban Islas (a) el Polituzo (porque es politólogo y es de Pachuca) y lo cito de memoria: es claro que Andrés Manuel ya no quiere ser Presidente; lo único que quiere es que Felipe no lo sea. Creo que estamos asistiendo a la absurda y veloz dilapidación de un capital político. Y así con la toma de Reforma y la muy probable toma de otras vías primarias, comenzó el funeral vikingo de López Obrador. Allá él.
Nosotros, la enorme mayoría de nosotros, quedamos del otro lado de la acera y vemos el aterrador panorama de una ciudad descabezada. Alejandro Encinas, supuesto Jefe de Gobierno, sólo sirve para decirle a AMLO lo que decía Cantinflas: ¡asssórdensjefeee! Luis Ruiz, el mero mero de SETRAVI, informa que hoy lunes ya pasaron a perjudicar a cien mil usuarios de Reforma y calles aledañas; pero que no hay purrún, porque todo se resuelve saliendo de nuestra casa con 20 o mejor 30 minutos de anticipación. Señor Ruiz: que salga su mamacita. Consagrado por la Constitución y por un bando que emitió López Obrador, nuestro derecho de tránsito está por encima del derecho a manifestarse pacíficamente. Nada más nos falta quien lo haga valer.
Aquí es donde entra a la historia Marcelo Ebrard, futuro Jefe de Gobierno quien al serle planteado este caos, respondió breve, pero enérgicamente lo siguiente: ni modo (¡dobabesbadito!).
¿Nos vamos a dejar, o iniciamos la Operación DesPEJE? Corazón: tú dirás lo que hacemos.
Cualquier correspondencia con esta despejada columna, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx
German Dehesa, El Norte