viernes, julio 21, 2006
Los democratas ...
Anónimo
Las cosas eran distintas en ese entonces. Jorge Alcocer, director general de la revista Voz y Voto, rememora en el programa de televisión Quinto Poder la situación que vivían los representantes del Frente Democrático Nacional que apoyó la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas en los comicios de 1988.
En uno de los consejos de distrito, cuando se cantaban los resultados que había que sumar, el secretario general simplemente añadía un cero a las cifras del PRI. Los representantes del FDN protestaron por ese fraude que se realizaba directamente frente a sus ojos y que podía verificarse nada más con cotejar los resultados y las cifras de las actas.
El presidente del consejo no aceptó las protestas y pidió, en cambio, que se sometiera a votación "democrática" si debían o no quedar los resultados tal y como los había asentado el secretario general. La automática mayoría priista en el consejo aprobó mansamente las cifras "enriquecidas".
Más adelante, cuando los representantes del FDN volvieron a protestar porque el secretario general seguía añadiendo ceros a los resultados del PRI, un molesto presidente del consejo se volvió hacia ellos y los increpó: "¿En qué quedamos? ¿Qué no somos democráticos? Eso ya se votó".
Tenemos que reconocer que las cosas hoy son muy distintas. Pretender comparar el 88 con el 2006 es simplemente cerrar los ojos a la realidad. Pero hay muchos que no quieren aceptarlo. A veces parece que, tras conseguir la democracia, nos hemos quedado sin demócratas.
Afortunadamente no es así. Gilberto Rincón Gallardo, ese legendario luchador por la democracia y las causas sociales, encarcelado en 1968 por el régimen de Gustavo Díaz Ordaz, advierte en ese mismo programa de Quinto Poder que hay que tener mucho cuidado de no echar para atrás los logros de muchos años de sacrificio para construir una democracia real.
Que haya manifestaciones y protestas, eso no importa, dice Rincón Gallardo. El problema fundamental de este momento es que, por tratar de deslegitimar un resultado electoral, se eche para atrás el esfuerzo de muchos años por crear un sistema en que los ciudadanos son los responsables de contar los votos.
José Woldenberg, luchador también en las causas democráticas de los años 70 y 80, miembro del comité ejecutivo del Partido Mexicano Socialista que formó parte del FDN en 1988 y un magnífico presidente del Instituto Federal Electoral de 1996 a 2003, descarta en varias entrevistas la posibilidad de que haya habido un fraude en los comicios de este 2006.
La idea de que exista un algoritmo que haya podido cambiar los votos de López Obrador por sufragios a favor de Calderón en un fraude cibernético la desecha como una simple fantasía. Y en cuanto al conteo físico de los votos, señala que no es posible comprar a todos los que estuvieron en las casillas. "Yo sí confío en los ciudadanos", afirma.
En medio de la cacofonía que nos invade en este momento, me da gusto escuchar las voces de viejos demócratas como éstos. No son gente que se deje llevar por el último caudillo o por el imperio de lo políticamente correcto. No son políticos que acepten dogmas.
En 1988 ellos estaban en la trinchera luchando contra un fraude electoral real y tratando de construir una democracia cuando muchos de quienes hoy afirman que ha habido un fraude en contra de López Obrador defendían las burdas maniobras del Estado priista. Y es saludable ver que, aun con el paso del tiempo, incluso cuando los antiguos defraudadores protestan contra el supuesto fraude de este 2 de julio, ellos se siguen colocando inequívocamente del lado de la democracia.
Hay voces que se lamentan que México esté hoy viviendo una democracia sin demócratas. Y es verdad que muchos políticos no tienen pudor en atacar a la democracia en supuesto nombre de la democracia si eso les permite llegar al poder.
Pero deberíamos también celebrar que, a pesar de todo, seguimos teniendo a muchos demócratas a nuestro alrededor. Son hombres y mujeres que están dispuestos a defender el principio de que una elección se gana o se pierde por un voto: que aceptan que los ciudadanos se pueden equivocar, y que precisamente por eso se ha creado un Tribunal Electoral que ventile las quejas surgidas de los comicios, pero que saben que un millón de ciudadanos no participarían en un fraude sin protestar.
En estos últimos días que he tenido oportunidad de escuchar a Rincón Gallardo, a Alcocer y a Woldenberg he dejado atrás el pesimismo que empezaba a invadirme. Quizá tenemos una democracia imperfecta: finalmente todas lo son. Pero mientras contemos en nuestro medio con demócratas como éstos, que fueron objeto de persecución real por sus esfuerzos para construir la democracia y que hoy siguen creyendo en ella aunque ya no sea políticamente correcto, no me queda duda de que la democracia aún tiene futuro en nuestro país.
Sergio Sarmiento, El Norte
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Dany Osiel Portales Castro
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