jueves, julio 20, 2006

 

Ligereza de AMLO

Hay quienes se molestan al advertir las contradicciones en que continuamente incurre López Obrador. La última fue haber declarado en una entrevista radiofónica que el fraude electoral de que se dice víctima no fue cibernético -cosa que siempre había sostenido-, sino "a la antigüita", cometido en las casillas el día de la elección. Seguramente sus asesores le hicieron ver la inconveniencia de afirmar tal cosa en vista de la naturaleza de las impugnaciones presentadas ante el Trife por el PRD. El caso es que AMLO se patraseó otra vez, para decirlo con expresión de uso en Tabasco, donde "patrasearse" equivale a recular, a desdecirse. Ahora López Obrador manifiesta que (siempre sí) el fraude fue cibernético... pero también a la antigüita.
 
Algunos ven inconsistencia en el discurso del candidato perredista, y se preocupan por lo errático de su pensamiento. A mí eso no me inquieta. Lo que me intranquiliza es la creciente agresividad de sus palabras, y la condonación que hace de la violencia a que recurren sus partidarios para manifestar su descontento. No pudo ser más desafortunada la mención que AMLO hizo de la familia y los hijos de Felipe Calderón. Hay dos posibilidades: que en sus palabras López Obrador haya puesto una sugerencia de amenaza, en cuyo caso estaríamos en presencia de una canallada, o que no les haya dado intencionadamente esa connotación violenta, en cuyo caso estaríamos en presencia de un imprudente líder político que no piensa lo que dice ni mide el alcance de sus pronunciamientos.
 
Ciertamente ninguno de los dos extremos favorece a López Obrador. Tampoco lo favorece la ligereza -cinismo, diría alguien más claridoso que yo- con que descalificó la preocupación suscitada por la acción violenta de algunos partidarios suyos que injuriaron y amenazaron a Calderón y atacaron el vehículo en que iba. No nos pongamos tan exquisitos, dijo. Desde luego es imposible que un líder controle a todos aquellos que le siguen, pero López Obrador no descalifica esas manifestaciones violentas, antes bien parece aprobarlas. Con eso hace más graves las tensiones que ha creado no con sus impugnaciones, que son un recurso legal, sino con su actitud de menosprecio a las instituciones y a la ley, y con su tolerancia a la violencia. Cuando en un movimiento aparecen carteles con la leyenda "Haz Patria, mata a Felipe", tiempo es de preocuparse y de lamentar que México se vea en esta coyuntura. En recta conciencia nadie puede pensar que en manos así debe quedar este país... 
 
Armando Fuentes Aguirre, Caton, El Norte 
afacaton@prodigy.net.mx

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