viernes, junio 02, 2006
Mayor consumo, falacia de AMLO... para distribuir
Ayn Rand
En la forma, Andrés Manuel López Obrador decepcionó. Su muy publicitado "mensaje a la nación en cadena nacional" resultó un simple anuncio, como tantos otros que hemos visto a lo largo de esta campaña, programado para pasar a aproximadamente la misma hora en un amplio grupo de emisoras de radio y televisión.
La producción del comercial era francamente pobre. El candidato estaba mal iluminado y la posición de la cámara, que apuntaba de abajo hacia arriba, lo hacía ver extraño. Este tipo de toma se utiliza mucho en la cinematografía para crear un aura para los personajes que deben generar miedo o para los que representan una imagen de autoridad. Me pregunto si ésta era la intención de los productores o si simplemente no consideraron el ambiente que generaría esta toma, la cual se antoja inadecuada para un candidato que está buscando el apoyo de sus conciudadanos en las urnas.
En el contenido, el mensaje seguramente fue más efectivo. No hay promesa más atractiva que pueda hacer un candidato que decir que subirá en un 20 por ciento los ingresos del 85 por ciento más pobre de la población, y que lo hará sin que ésta haga ningún esfuerzo. La última vez que tuvimos algo así fue en 1982, cuando José López Portillo ordenó aumentos de 30 por ciento en los salarios que produjeron un colapso posterior de la economía.
Ésta es la propuesta de López Obrador. Y por supuesto que los mexicanos tenemos derecho a mostrar cuando menos cierto escepticismo. Ya escuchamos en el 2000 a un candidato, Vicente Fox, que prometió un crecimiento económico del 7 por ciento y que ofreció también bajar los impuestos, subir la recaudación y eliminar el déficit de gasto público... todo al mismo tiempo.
Mucho se ha hablado ya de los detalles técnicos de esta propuesta. López Obrador y su gente han insistido en que pueden recortar 100 mil millones del gasto burocrático y trasladarlo a apoyos sociales. En principio esto no debería ser imposible. Se trata de un 5 por ciento de un presupuesto gubernamental que asciende a 2 billones (millones de millones) de pesos. Cualquier administrador sabe bien que toda estructura burocrática puede resistir una poda de 5 por ciento, y en la obesa estructura del Estado mexicano esto sería extraordinariamente fácil. El problema es que la promesa es hacer el recorte sin afectar al personal de base o sindicalizado, que es la inmensa mayoría del ejército burocrático del País. Y ahí es donde las cosas se vuelven más difíciles.
En un principio, López Obrador hablaba de lograr el ahorro reduciendo los sueldos de los altos funcionarios públicos. Pero además de que esto puede ocasionar una mayor fuga de talento del Gobierno federal de la que hemos presenciado en los últimos años, un recorte a la mitad del ingreso de todos los funcionarios públicos de director general hasta Presidente -aunado a la eliminación de las pensiones de los ex Presidentes en que tanto insiste Andrés Manuel- lograría un ahorro de tan sólo 3 mil millones de pesos. Faltarían, pues, otros 97 mil millones para llegar a la meta.
Rogelio Ramírez de la O, quien podría ser Secretario de Hacienda en un gobierno de López Obrador, me decía ayer en una entrevista que hay mucho más espacio de dónde cortar en otros rubros. Mencionó, por ejemplo, los fletes que Pemex paga por el transporte de su mercancía, que ascienden a 24 mil millones de pesos. Según él se paga más de lo que se debería por este concepto. Si es así, y si el ahorro se puede hacer sin afectar la capacidad de mover los productos de la empresa, maravilloso. Pero habrá que ver si este y otros ahorros son realmente posibles.
En el campo del gasto, puede uno aplaudir que se hagan esfuerzos por repartir dinero entre el 85 por ciento más pobre de la población. También mucha gente estaría contenta si se redujera el precio de los energéticos. Pero ésa no es la manera de construir un país más próspero.
En su anuncio del 30 de mayo, López Obrador señaló que un mayor consumo equivale a más prosperidad. Pero los países que han logrado aumentar su prosperidad no lo han hecho promoviendo el consumo o reduciendo artificialmente los precios de los combustibles. Estas políticas tienden a generar dispendios y una mala distribución de los escasos recursos económicos de una nación en desarrollo.
Las economías que han logrado darle un mejor nivel de vida a su población han seguido el camino contrario. En vez de impulsar el consumo han promovido el ahorro y la inversión productiva para generar actividad económica y empleos.
Entiendo que es mucho más vendible para un candidato ofrecer un aumento del 20 por ciento en el ingreso personal de los mexicanos sin exigir un esfuerzo a cambio que ofrecer las difíciles reformas que harían más competitiva a la economía nacional. Pero la experiencia nos dice que no hay nada gratis en la vida.
Dany Osiel Portales Castro
Monterrey, NL, México
unete@anula-tu-voto.org.mx
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