domingo, enero 07, 2024
De regreso
La expansión del Estado está de regreso. Como da cuenta la revista The Economist en su primer número de este año, desde Estados Unidos hasta Arabia Saudita, los gobiernos están interviniendo de diversas formas para buscar cierto tipo de crecimiento económico.
En México el regreso del Estado lo encarna AMLO. Se hace lo que él dice, aunque no como parte de una estrategia de desarrollo. El Tren Maya es simplemente un tren. No se han hecho públicos, si acaso los hay, los estudios que muestren que será un detonador de la economía de la zona, pero los recursos ahí gastados se pudieron haber invertido en tantas otras cosas más productivas para impulsar la región.
En el camino, se ha limitado el gasto público en muchos servicios y en mantenimiento, estrechando el margen fiscal para la siguiente Presidenta. El hoyo negro del Tren Maya será mucho más que los 500 mil millones de pesos gastados en su construcción; es el dinero para operarlo en el futuro. En Argentina, la empresa estatal de ferrocarriles sólo genera el 7.4 por ciento de los recursos que cuesta. ¿Usted la privatizaría o recortaría el gasto en salud o educación para poder subsidiar trenes propiedad del Estado?
En México, la expansión del Estado, a diferencia de tantos otros países, no ha pasado por imponer aranceles. Treinta años de anclaje comercial con América del Norte han ayudado a contener esos caprichos presidenciales.
Irónicamente, las anclas del neoliberalismo son favorables para el gobierno. Gracias al T-MEC crece una parte de la economía y generamos muchas divisas exportando. Tenemos también un Banco Central con una política monetaria autónoma (otra herencia de Salinas), hoy con altas tasas de interés. Por ello no hay ataques contra el peso como respuesta a las impulsivas acciones de AMLO, salvo en casos excepcionales, como cuando canceló el aeropuerto de Texcoco, un proyecto propiedad del Estado que sería hoy el aeropuerto más importante de América Latina.
En la inauguración del segundo segmento del Tren Maya AMLO dijo: "No es para presumir, pero tengo cosas que he creado, que surgieron de esta cabeza". Vaya que es cierto. Los ejemplos sobran, el último: la celeridad para levantar una megafarmacia que no resuelve el problema de desabasto de medicinas.
Mientras las responsabilidades económicas del Estado crecen, en muchos sectores de la mano de los militares, el crimen organizado se expande ante la mirada pasiva o a lo mucho reactiva de las Fuerzas Armadas. Esta semana nuevamente vimos una serie de asaltos a comercios y bloqueos en Tabasco, la entidad federativa que más ha crecido en el sexenio y donde Morena lo controla todo. También nos enteramos de que en Michoacán el crimen organizado posee antenas de internet y obliga a pobladores de Buenavista y Apatzingán a contratar sus servicios. Ayer se reportó una masacre de civiles en la Sierra de Guerrero.
El gobierno parece ir un paso atrás de los acontecimientos. En Tamaulipas, los 32 migrantes plagiados no fueron rescatados. Los regresaron los captores porque el ruido político estropea el negocio, que consiste en contactar a los familiares en Estados Unidos para exigirles el pago de un rescate; una remesa más desde el punto de vista contable.
Un Estado que funciona reacciona en automático para enfrentar cualquier plagio. Acá es lo opuesto: una línea de investigación sobre los secuestros en Tamaulipas es que fueron plagiados por policías estatales.
El frágil Estado mexicano y el poderoso Presidente son dos caras de la misma moneda. A AMLO le importa que sus ideas se hagan realidad y se salta cualquier restricción institucional. Pero para que el Estado funcione bien y sus intervenciones tengan mayor probabilidad de éxito, debe operar bajo reglas que determinen cómo y cuándo actuar. Esto estorba al poder presidencial. Por eso el llamado segundo piso de la 4T es simplemente concentrar aún más el poder en el Ejecutivo.
Carlos Elizondo Mayer-Serra