martes, junio 15, 2021

 

Los aspiracionistas

"Tengo que vivir para los otros y no para mí: esa es la moral de la clase media".

George Bernard Shaw, Pygmalion

 

El presidente López Obrador mandó el 13 de junio un mensaje de reconciliación a las clases medias: México es "un ejemplo mundial", dijo, porque tiene un gobierno de progreso con justicia que "estamos logrando con la participación de todas y de todos, desde la gente más humilde, pobre, hasta los profesionales, integrantes de las clases medias y también los empresarios".

 

Parece un intento de corregir la descalificación del 11 de junio a las clases medias capitalinas que "compraron esas mentiras" de los medios y no votaron por Morena. "Un integrante de clase media, media alta, incluso con licenciatura, con maestría, con doctorado, no, está muy difícil de convencer, es el lector de Reforma, ese es para decirle: Siga usted su camino, va usted muy bien, porque es una actitud aspiracionista [sic], es triunfar a toda costa, salir adelante, muy egoísta".

 

La clase media es, efectivamente, aspiracional. Trabaja duro, busca salir adelante, quiere dar a su familia un mejor nivel de vida. Si esto es egoísmo, es egoísta, pero también lo son los pobres y la clase alta. "La preocupación por sus propios intereses", sugirió Adam Smith, es la fuerza que impulsa la economía y nos hace prósperos. Aristóteles afirmó mucho antes: "Donde la clase media es numerosa es donde menos se producen sediciones y discordias entre los ciudadanos".

 

Es difícil definir dónde empieza y dónde termina la clase media. Según la OCDE, este grupo obtiene entre 75 y 200 por ciento del ingreso medio en un país. El 45 por ciento de la población mexicana sería así de clase media, frente al 61 por ciento en el conjunto de la organización. Si el salario promedio de los trabajadores registrados en el IMSS en mayo de este año fue de 433 pesos diarios, 12,990 pesos al mes, el ingreso de la clase media mexicana oscilaría entre 9,743 y 25,980 pesos mensuales.

 

Ser clase media, sin embargo, es más una cuestión de actitud que de ingreso. "El 75 por ciento de los mexicanos se considera de clase media", me dice Luis de la Calle, coautor con Luis Rubio del clásico estudio Clasemediero de 2010, y no hay razón para avergonzarse: "El éxito de un gobierno debe medirse por la expansión de la clase media". Gobernantes de izquierda como Felipe González en España y Lula en Brasil sacaron a millones de la pobreza. "Esto es un logro muy importante para Brasil: transformar al país en una población de clase media", decía la sucesora de Lula, Dilma Rousseff, en 2012: "Queremos un Brasil de clase media".

 

En varias ocasiones AMLO ha criticado el consumismo y egoísmo de la clase media. Ayer comentó: "Hay un sector de la clase media que siempre ha sido así: muy individualista, que le da la espalda al prójimo, aspiracionista [nuevamente sic], que lo que quiere es ser como los de arriba y encaramarse lo que más se pueda sin escrúpulos morales de ninguna índole". También ha rechazado la filosofía de enseñar a pescar al pobre, pues considera a los pobres como mascotas que hay que alimentar: "Ni modo que se le diga a una mascota: 'A ver, vete a buscar tu alimento'. Se les tiene que dar su alimento" (29.3.2019).

 

Quizá haya buenas razones políticas para evitar que la gente llegue a la clase media. En 2018 Yeidckol Polevnsky, entonces presidenta de Morena, explicaba: "Cuando sacas a la gente de la pobreza y llegan a la clase media se les olvida de dónde vienen". Sin embargo, aunque a los políticos les convenga mantener pobre a la gente, rescatarla de la pobreza debería ser un imperativo moral.

 

Sergio Sarmiento

 


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