lunes, agosto 17, 2020
Cifras negras
México está peleado con las cifras. Por algún motivo vivimos en una histórica inexactitud o ignorancia de muchos datos. Desde las víctimas del 68, los muertos en el terremoto del 85 o simplemente cuántos maestros hay en la nómina de la SEP. En los congresos médicos nacionales se suele escuchar la frase: "En México no hay estadísticas confiables". Hasta la segunda semana de marzo, por ejemplo, el gobierno federal desconocía cuántos ventiladores existían en los hospitales del país y en qué estado se encontraban.
Hoy, cuando vivimos la peor crisis sanitaria que se recuerde, las cifras reales de contagios y muertes por Covid-19, simplemente son inciertas.
Nuestra ignorancia numérica se acrecentó con la llegada de la 4T; y es que su ideología está peleada con objetivos, metas, indicadores de desempeño y todo aquello que huela a planeación estratégica. Números alegres, ocurrencias, hipérbolas o simplemente el primer número que les viene a la mente. Lo vemos en el manejo del presupuesto, así como en los programas sociales, donde aparentemente no nos duele.
En esta pandemia, sin embargo, los enfermos y los muertos sí duelen y no sabemos cuántos son.
Comenzó con la necedad y fantasía de una "epidemia lenta y prolongada", donde el objetivo era que "no se vieran las escenas de Europa", aquí sí habría camas disponibles. Sin embargo ¿cuántos pacientes se preveían? ¿Hasta cuántos contagiados consideraríamos exitosa la estrategia? Nunca se dijo.
Para medir se utilizó un modelo erróneo para una enfermedad equivocada y las cuentas no salían. Nos preguntamos por qué los contagios avanzaban más rápido en ciudades al norte de la frontera que en sus contrapartes mexicanas y la respuesta fue que en México, "somos diferentes". En abril, un Dr. López-Gatell acorralado por Richard Ensor, tuvo que admitir que la cifra negra de contagios se desconocía, porque el modelo Centinela no era la herramienta adecuada. La Covid-19 no es influenza y México podría tener ocho veces más contagios de los oficialmente reportados.
La tozudez de no hacer pruebas ha sido una constante que nos quitó visibilidad. Al no saber quién está contagiado estamos volando a ciegas; sin embargo, López-Gatell insiste en que hacerlas no cambia su estrategia porque no cambiaría la curva epidemiológica. López-Gatell trabaja para su hoja de Excel y sus barras PowerPoint, no para evitar contagios. Su objetivo nunca ha sido salvar vidas.
México comenzó a acumular fallecimientos. En menos de un semestre, de acuerdo con las cifras oficiales, la Covid-19 se convirtió en la cuarta causa de muerte en el país, sobrepasamos 55 mil fallecimientos y llegamos al tercer lugar en el ranking de mortalidad mundial, con una letalidad del 11%, muy por encima de la media en el planeta. El escenario empeoró cuando el New York Times y otros analistas nos dieron un baño de realidad: las cifras de muertes podrían ser tres o cuatro veces mayores y México podría tener ya, más de 160 mil fallecimientos.
Aun así, el gobierno federal no ha cambiado su estrategia y hoy la pregunta es: ¿cuál es una cifra aceptable de muertos?
Buscaron repartir culpas y por un momento, los mismos pacientes fueron acusados por su estilo de vida irresponsable. Al señalar a los alimentos de alto contenido calórico, otra vez se desconocen cifras: ¿Cuál es el índice de masa corporal de los fallecidos? ¿Cuántos refrescos consumían al día? Imposible saberlo ya que nunca se preguntó; vaya, ni siquiera hay un formato de captura para ello. Viendo al futuro, esta falta de datos hará imposible predecir la magnitud de las secuelas.
En México la gente desconfía de las cifras de la pandemia. Cada número que se reporta se recibe con suspicacia, si no es que con burla.
Las autoridades ya han perdido la credibilidad.
Xavier Tello
El autor es médico cirujano y analista en políticas de salud. @StratCons