domingo, agosto 16, 2020
Camas libres
En 1987 Paul O'Neill fue nombrado director general de Alcoa, el mayor productor de aluminio de Estados Unidos. En su primera reunión con los analistas financieros anunció que su meta sería reducir los accidentes laborales.
Los analistas se alarmaron. ¿Habían contratado a un hippie? Para nada. Era el objetivo correcto. El director de cada planta debía encontrar, junto con sus trabajadores, la forma óptima para disminuir los accidentes. Por medio de esos diálogos descubrieron muchas otras mejoras operativas. Los accidentes disminuyeron, aumentó la productividad y la compañía incrementó sus utilidades.
El objetivo central de la estrategia de nuestro gobierno frente al coronavirus ha sido tener camas libres en los hospitales. Lo han dicho tanto López-Gatell como AMLO.
Tener camas era un paso indispensable para poder atender a los enfermos, pero como objetivo central ha llevado a varias perversiones. Si el director de una institución sabe que lo van a calificar en función de las camas disponibles, tenderá a dificultar la admisión de pacientes Covid. Son conocidas las historias de pacientes graves rechazados en varios hospitales. Acá algunos casos de horror: https://bit.ly/2XTPBe7
Otra perversión: los muertos liberan camas. La tasa de letalidad por coronavirus en los hospitales públicos es muy alta, en buena medida por los problemas operativos asociados con la improvisación. Hay médicos que tomaron un breve curso para aprender a intubar. El resultado: los pulmones de los pacientes estallan por exceso de presión. Si un paciente muere después de dos días intubado, por negligencia médica o porque llega demasiado tarde al hospital, ocupa la cama menos tiempo que uno bien tratado, el cual puede requerir semanas de uso de ventilador para recuperarse. Este video del doctor Francisco Moreno es muy útil: https://bit.ly/340fTPG
Ante las historias de alta mortandad y el aislamiento al que son sometidos los pacientes ingresados, muchos enfermos no van a un hospital. Mueren en casa. No hay una estrategia para promover que vayan pronto al hospital. Al contrario, al arranque de la pandemia se pidió que no acudieran innecesariamente a ellos si no tenían factores de riesgo. No ha cambiado el discurso, aunque se sabe la alta mortandad de quienes llegan enfermos de gravedad.
El sistema de salud cumplió con el objetivo planteado: hay camas libres. Pero los 6 mil muertos totales estimados por López-Gatell el 4 de mayo son hoy casi 60 mil muertos. Son los muertos de un escenario "muy catastrófico", como lo llamaba López-Gatell el 4 de junio. Esto con los datos oficiales, porque hay un grotesco subreporte.
Si el objetivo del gobierno hubiera sido minimizar el número de muertos y evaluar a los hospitales en función de su tasa de mortandad, toda la energía del sistema de salud se hubiera dirigido a lograrlo y habríamos tenido menos fallecimientos. En el camino se habría avanzado en mejorar el sistema.
Con sus decenas de miles de muertos por coronavirus a cuestas, el gobierno se justifica con el sonsonete de que el sistema heredado estaba en una situación desastrosa y la población tiene obesidad. ¿No sabían esto en marzo, cuando llegó el coronavirus, tras 16 meses en el poder? Peor aún, optaron por desaparecer el Seguro Popular y poner en marcha el Insabi, el centralizador modelo escogido por el gobierno para darles salud a todos los mexicanos, tan bueno como el noruego... Se arrancó sin tener reglas de operación, es decir, nadie sabía qué le tocaba hacer. Siguen así.
A pesar de que López-Gatell falló en forma dramática en sus pronósticos, tiene asegurado su trabajo. El subsecretario cumplió con el objetivo: tener camas libres en los hospitales. Ahí están. O eso dicen. Las presumen mientras se siguen acumulando más muertos. Evitar fallecidos no ha sido el objetivo. Para ellos basta un minuto de silencio y un mes de luto.
Carlos Elizondo Mayer-Serra