domingo, mayo 31, 2020

 

Tapabocas

En la mañanera del 26 de mayo AMLO dijo: "[...] existe el derecho del pueblo a la información [...] si yo dejo pasar una noticia falsa y luego otra y otra y otra, pues es vivir en la confusión [...]".

Tiene razón. El artículo 6o. de la Constitución dice: "Toda persona tiene derecho al libre acceso a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión".

Sin embargo, el derecho es de los ciudadanos, no del gobierno. La Constitución le impone a éste una serie de obligaciones en materia de transparencia para proveer al ciudadano la información adecuada. Este gobierno las incumple.

Ante una solicitud ciudadana respecto a quiénes fueron invitados a una cena donde se les pidió una cooperación para una rifa de un avión que no se rifaba, la respuesta de la Unidad de Transparencia de la Presidencia fue que tras "una búsqueda exhaustiva, amplia y razonable, no se encontró evidencia documental que atienda los requerimientos del interesado". Cinismo total. El mismo artículo dice que "Los sujetos obligados deberán documentar todo acto que derive del ejercicio de sus facultades, competencias o funciones [...]".

La regulación de los medios de comunicación está definida en la ley. AMLO cree que depende de su voluntad. El mismo 26 también dijo: "No quiero estar señalando siempre a El Universal y que al Reforma, ojalá y los convoco a que depongan esa actitud, porque si no, sí me veo obligado".

¿Obligado a qué? No le corresponde poner tapabocas. En una democracia, la autonomía y la pluralidad de los medios son esenciales; tanto que, para algunos teóricos de la democracia -como Robert Dahl- sin fuentes alternativas de información no hay democracia. En buena medida, la autonomía y la pluralidad de los medios le permitieron a AMLO llegar al poder. Si los mexicanos nos hartamos de la corrupción, fue en parte gracias a dichas fuentes alternativas.

El papel de los medios de comunicación no es ser porristas, como los paleros sentados en las primeras filas de la mañanera, quienes incluso hacen preguntas redactadas por el gobierno. Lo sucedido este jueves, cuando el "periodista" Carlos Pozos sugirió llamar "AMLOVER" al índice de bienestar propuesto por AMLO, es de pena ajena.

¿Se equivocan los medios a veces? Les pasa, como a cualquiera. Pero el enojo de AMLO del 26 de mayo fue por una nota irrefutablemente cierta: México lidera la letalidad por Covid-19 en América Latina. La información provenía de la Universidad Johns Hopkins, y fue confirmada por la Secretaría de Salud. Como aquí se hacen muy pocas pruebas, son muy pocos los detectados como contagiados, y ello en parte explica que la proporción de muertos respecto a los contagiados sea tan alta. Han presumido que teníamos pocos contagiados, lo cual era el resultado de hacer pocas pruebas.

En todo caso, el Presidente dice muchas más inexactitudes que los periódicos que tanto critica. Según Luis Estrada, director general de SPIN-Taller de Comunicación Política, AMLO dice en promedio 71.5 afirmaciones que no se pueden probar o falsas diarias.

Hay muchas formas de poner tapabocas, una es amenazando. Tiene su impacto. Para los sectores más leales a AMLO, el diario Reforma, ya lo dijo él mismo, es un mentiroso adversario. Se olvidaron que el Reforma siempre ha sido crítico del gobierno. La otra forma, más brutal, es cumpliendo las amenazas. AMLO no lo ha hecho, aunque su retórica contra el periódico probablemente ha provocado amenazas al diario de grupos violentos.

Hay otra estrategia para tratar de encubrir la realidad: taparnos los ojos. De eso se tratan las mañaneras y las vespertinas. Atender las preguntas fáciles, hacer propaganda de las acciones del gobierno e inundarnos de información, con frecuencia falsa y en general inútil.

 

Carlos Elizondo Mayer-Serra


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