martes, febrero 20, 2018

 

Napito Candidato

"Con terquedad, con necedad, con perseverancia, rayando en la locura, de manera obcecada, voy a acabar con la corrupción".

Andrés Manuel López Obrador

 

 

Napoleón Gómez Urrutia encarna muchas de las perversiones del viejo sistema político.

 

Heredó ilegalmente el sindicato minero de su padre, tomó control de un fideicomiso que debió beneficiar a los mineros y ha impulsado huelgas ilegales costosísimas para las empresas mineras y para el País sin más propósito que atacar a sus enemigos. Por eso preocupa que hoy sea candidato al Senado por Morena.

 

Napoleón Gómez Sada, padre del actual Napoleón, fue un representante distinguido de la vieja política mexicana. Se unió al Partido Nacional Revolucionario, predecesor del PRI, desde 1934 y permaneció toda su vida en el partido hegemónico. Se hizo minero en Torreón en 1935.

 

Después de ser líder local, pasó a dirigir el sindicato minero nacional desde 1962 hasta su muerte en 2001. Fue Senador y Diputado del PRI y presidente del Congreso del Trabajo, que unía a los sindicatos del PRI.

 

Cuando Gómez Sada se sintió enfermo, anunció en un evento frente al Presidente Ernesto Zedillo, en mayo del 2000, que dejaría el mando del sindicato a su hijo.

 

Mariano Palacios Alcocer, Secretario del Trabajo, negó la toma de nota ya que Napoleón hijo no cumplía con el requisito estatutario de haber sido minero cuando menos cinco años.

 

En una negociación con el siguiente Gobierno, el de Vicente Fox, Napoleón recibió la toma de nota de Carlos Abascal tras presentar un certificado de haber trabajado en una minera de Peñoles. El certificado ha sido considerado falso por sus críticos.

 

El peor pecado de Gómez Urrutia no es haber heredado el sindicato minero, sino haberse apropiado de los 55 millones de dólares de un fideicomiso establecido en Scotiabank para beneficio de los mineros que trabajaban en Cananea cuando la mina fue comprada por Grupo México.

 

El sindicato de Gómez Urrutia tomó control de ese dinero afirmando que era el verdadero y único representante de los trabajadores. Esta transferencia generó una prolongada disputa legal. Las acusaciones penales cayeron por tierra, ya que los tribunales decidieron que el sindicato sí era el representante de los trabajadores; por eso no hay hoy órdenes de aprehensión ya en contra del líder. Se mantiene todavía, sin embargo, un caso civil por el desvío.

 

Napoleón ha utilizado al sindicato para presionar a las empresas que considera enemigas. Entre 2007 y 2010 bloqueó Cananea, de Grupo México, a través de una huelga ilegal que concluyó en 2010, después que la Suprema Corte dio por terminada la relación laboral entre la empresa y el sindicato de Napoleón.

 

A pesar de los fallos judiciales, el sindicato ha seguido realizando bloqueos intermitentes a la minera.

 

Gómez Urrutia ha querido presentarse como un perseguido político. Vive desde hace años en Vancouver, Canadá, y se ha nacionalizado canadiense. La verdad, sin embargo, es que hay cuestionamientos muy serios en su contra. El más importante es el destino de los 55 millones de dólares de Cananea. Parte del dinero se distribuyó a los trabajadores leales a él, pero los que no recibieron su parte siguen cuestionándolo.

 

La decisión de López Obrador de impulsar a Gómez Urrutia al Senado es producto del control que éste sigue teniendo sobre miles de mineros en el País. La medida, sin embargo, parece incongruente para un candidato presidencial que dice que quiere acabar con la corrupción. Incorporar a Napoleón a su equipo de legisladores manda el mensaje contrario.

 

Sergio Sarmiento


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