martes, junio 17, 2014
Clientes pobres
Si la política no es como un partido de futbol, llamémosle como sea, pero vamos perdiendo.
El ex Presidente Lula se aventó un gol de chilena al decir que la gran promesa económica de México es una mentira, que nuestros indicadores son peores que los de Brasil y que una reforma como la de Pemex ellos la hicieron hace 20 años.
Es irónico que sea Lula quien haga esta declaración, siendo que el Presidente Peña y sus asesores le compraron la idea que sirvió de base para formular la estrategia insignia de esta Administración, la Cruzada Nacional contra el Hambre.
Inspirada en el programa Hambre Cero que Lula arrancó en Brasil en el 2003, la Cruzada representa un retroceso en la instrumentación de la política social en México.
Quiero subrayar que el verdadero impacto de la Cruzada lo sabremos hasta que estén disponibles los resultados de sus evaluaciones.
Sin embargo, lo que sí podemos afirmar es que la instrumentación de esta estrategia, así como la de muchos otros programas sociales federales y estatales, está contaminada de un clientelismo político que nos hace retroceder varios años en materia de política social.
Empezando por el diseño, parece una mala copia.
El programa Hambre Cero brasileño integra, al igual que la Cruzada, a varios programas sociales.
Entre ellos, el más importante es Bolsa Familia que a su vez proviene de un programa que operaba en Sao Paulo llamado Bolsa Escola, que consistía en otorgar un subsidio a las familias pobres que mandaban a sus hijos a la escuela. Cabe recordar que México ya había arrancado en el 2002 el programa Oportunidades.
Sin embargo, las transferencias económicas condicionadas a llevar a los hijos a la escuela y a chequeos médicos no son más el eje de la política social en México.
El nuevo eje consiste en aglutinar presupuestos de programas que son operados de manera relativamente más discrecional, así como entregar a millones de beneficiarios la tarjeta de débito "Sin Hambre", con la cual se pueden comprar 14 productos básicos a precios preferenciales en tiendas Diconsa.
La tarjeta (según lo muestra la página de internet de la estrategia) contiene impresa en su parte superior la leyenda "Mover México". ¿Le suena?
Esta discrecionalidad se manifiesta también en la poco transparente selección de beneficiarios. Al principio se seleccionaron 400 municipios supuestamente con base en criterios de incidencia de pobreza extrema, número de personas en esta situación y número de personas con carencia alimentaria.
Sin embargo, aun teniendo a la mano estos indicadores, es fecha que nadie -fuera de quienes lo decidieron- sabe cómo se llegó a esa selección.
Peor aún, con la reciente ampliación de la estrategia sucede lo mismo y en el caso de Nuevo León, los municipios que integran dicha ampliación además de no ser los más pobres también son todos gobernados casualmente por el PRI, como publicó EL NORTE.
Otro elemento preocupante es que promueve la integración de Comités Comunitarios, mismos que nos hacen recordar programas sociales de antaño, como Solidaridad.
El problema con estos Comités es que son susceptibles de ser operados con fines electorales, a la vez que no son necesarios para el funcionamiento de esta estrategia.
Hace algunas semanas la delegación de Sedesol en el Estado despidió a unos gestores que supuestamente se negaron a condicionar los apoyos.
Asimismo, el PRI local anunció que retomaría su papel de "gestor de la sociedad" para acercar los apoyos gubernamentales a través de sus comités municipales.
Esto último es particularmente preocupante, toda vez que busca institucionalizar nuevamente una práctica que, al menos en algún grado, se estaba mitigando.
Si los partidos se convierten en gestores de los apoyos del Gobierno, ¿qué va a pensar un beneficiario que reciba un apoyo social gracias al PRI? ¿O al PAN?, da lo mismo.
Los partidos políticos deben mantenerse fuera del otorgamiento de apoyos sociales y el Gobierno también debe evitar promocionarse con la entrega de los mismos.
Nuevamente estamos formando clientes en lugar de ciudadanos. Peor aún, clientes pobres, con el único poder adquisitivo que les dan sus votos.
Víctor Chora
El autor es maestro en Políticas Públicas.
victor.chora@gmail.com